Gran Hermano (Telefe) es famoso por sus intensos conflictos que mantienen al público al borde del televisor. En esta edición, el enfrentamiento entre Katia “La Tana” Fenocchio y Eugenia Ruíz se convirtió en uno de los más polémicos de la temporada. Lo que comenzó como un simple desacuerdo escaló a niveles de agresividad verbal, con insultos y acusaciones que no parecen tener fin.
Todo comenzó cuando Gisela, la prima de Katia, decidió abandonar la casa tras una fuerte discusión con su familiar. Esto marcó un quiebre en la relación entre Katia y Eugenia, quien no habría mostrado suficiente apoyo a la situación emocional de la oriunda de La Matanza. “La verdad es que estoy muy angustiada. No tengo ganas de hablar. Pero si tengo que elegir a alguien (para que se vaya) es a tu hermana”, confesó en una de las cenas, lo que generó una reacción burlesca por parte de Eugenia.
“Encima te reís. Esto va por vos, no por ella”, replicó Katia, visiblemente enojada por su actitud. Ella no dudó en acusar a Eugenia de victimizarse, y los gritos comenzaron a llenar la casa, desbordando cualquier intento de mediación.
“Ni siquiera me pediste disculpas. Cuando te dicen algo que no te gusta, te haces la víctima. Cerrá el o...”, continuó. De todas maneras, lo que hizo explotar a la médica fue la mención de su hijo. “No, a mi hijo no. No lo nombres a mi hijo”, gritó apenas apareció ese tema de conversación.
El desencadenante de la siguiente gran pelea, que se vio este domingo, fue mostrada en los tapes de esta gala de eliminación, fue la disputa por las sales de baño. Como parte de la dinámica del programa, los participantes ganaron un premio, y fue en este contexto donde las tensiones entre ambas volvieron a explotar. Eugenia, que estaba en su rol de capitana, intentó quedarse con una parte de las sales, lo que no fue bien recibido por La Tana, quien, molesta, le recordó que los premios eran para todos.
“¡Es de todos, mi vida!”, exclamó, reclamando la distribución equitativa de los productos. Sin embargo, la otra jugadora no se quedó atrás y le respondió con firmeza: “Yo soy la ganadora. Y yo voy a administrar”. Este tipo de situaciones, aunque puedan parecer menores, fueron el caldo de cultivo perfecto para seguir alimentando una enemistad que ya había comenzado a gestarse.

Los insultos no tardaron en llegar, y nuevamente las acusaciones se hicieron presentes. “Conch...”, “Sucia” y “Callate la boca” fueron solo algunas de las expresiones que se cruzaron en el marco de esta pelea. La disputa se caracterizó por una constante agresión verbal que evidenció el profundo desencuentro que había entre las dos participantes.
Cuando La Tana se enojó al encontrarse que no iba a poder manejar el premio a su manera, gritó mientras se iba: “¡Quedatelos para vos! ¡Metetelos en el o...!“. Mientras se dirigía a su habitación por el pasillo, volvió a explotar: ”Con... ¡No sos concheta, sos con...! ¡Sucia!“.
Ante esto, la doctora se acercó a su cama y arremetió: “¡Sucia!, ¡Sucia vos! ¿Vos me venís a hablar de sucia a mí? Atrevida. Ya quisieras“. Sin titubear, La Tana le volvió a soltar: “Sucia”. La santiagueña, sorprendida y claramente molesta, le pidió explicaciones, pero lo único que la oriunda de La Matanza le dijo fue: “Si te lo tomas personal, problema tuyo”. A partir de ahí, siguió lanzando golpes bajos y la tensión en la casa se fue al cielo.

Después de la fiesta, la cosa no se calmó, al contrario. Fue Eugenia quien no se guardó nada, y tiró: “Te la pasás acostada. Vaga. Vaga. Andá a laburar, vaga”. Y La Tana ni lo pensó: “Cerrá el ort...”, le dijo.
Lo peor vino después, cuando Eugenia se metió con algo personal: la inesperada salida de Gisela. “Maltrataste a tu prima e hiciste que la succionen por el confesionario”, le espetó, buscando meter el dedo en la llaga. Y Katia no se quedó atrás y volvió a responder: “Cerrá el ort...”, porque en esa casa parece que el que grita más fuerte gana.
Como si los insultos no fueran suficientes, la motoquera dio el golpe final: “Estás alzada con Devi cuando te está viendo tu marido”. De todos modos, Eugenia, como si nada, se la devolvió: “Mirá, tengo cigarrillos y vos no”, remarcó. Sorprendentemente, esto fue lo que más le dolió a Katia.