Este lunes por la mañana, la noticia de la muerte del Papa Francisco, a los 88 años, en su residencia de la Casa Santa Marta, trajo consternación en el mundo entero. Su fallecimiento no solo generó conmoción en el ámbito religioso, sino que también conmovió a muchas de las celebridades que lo conocieron en persona. Entre ellas, la cantante Patricia Sosa, quien tuvo el honor de interpretar la legendaria “Misa Criolla” frente a él en 2014, durante la celebración de los 50 años de la obra compuesta por Ariel Ramírez, a un año de asumir su rol como Padre de la Iglesia Católica.
El evento fue en el marco de la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, y la ceremonia, multitudinaria y televisada, fue en la Basílica más importante del Vaticano, con un clima profundamente espiritual. En ese entonces, Sosa se presentó como solista acompañada por el coro Música Nuova de Roma y bajo la dirección de Facundo Ramírez, hijo del autor de la obra. La cantante interpretó “Gloria”, una de las partes más emotivas de la Misa. Pero lo que parecía ser una actuación más se convirtió en una experiencia trascendental.
Fue en agosto de 2020 cuando la cantante recordó cómo vivió aquel momento ante el Sumo Pontífice. “A mí me pasó una cosa en el Vaticano… Yo fui el día de la Virgen de Guadalupe, 14 de diciembre, a cantar al Vaticano. Entonces, con el Papa que estaba acá, al lado mío, fue una cosa tremenda la cuestión”, relató tiempo después en el programa de Juana Viale.

Lo que vino luego fue un momento casi cinematográfico. “A las seis en punto empezaba toda la ceremonia. Se me empezó a pegar el labio con la encía. Me temblaba el plexo. Ya ahí no se puede cantar...”, comentó, mientras describía cómo el coro de la Capilla Sixtina comenzaba a entonar. En ese contexto, se abrieron las puertas del pasillo central de la Basílica y comenzaron a entrar 800 obispos, en una imagen que, según Sosa, parecía sacada del Código Da Vinci.
“Cinco cardenales rodeaban al Papa que venía caminando en el medio. Entonces el Papa cada vez se acercaba más, se acercaba más. Se me acercaba y cuando lo tengo acá, a esta distancia, como estamos vos y yo... El Papa venía en una actitud de recogimiento. Me mira. Me guiña un ojo y me levanta el pulgar”, comentó, emocionada, ante el gesto que tuvo con ella. En ese instante, cuenta, todo cambió. “Me emocioné. Me hice un nudo en la garganta”, dijo entre risas.
Acto seguido, un sacerdote se le acercó y le susurró: “La veo un poco inquieta, pero tenga en cuenta que nos están viendo ochocientos millones de personas”. Fue entonces cuando hizo lo único que podía hacer: “Respiración de meditación. Respiración profunda. Y me pude comunicar con el Altísimo. Le dije: ‘Dios mío, si me trajiste hasta aquí, asistidme, ayúdame. Necesito asistencia’”. Apenas comenzó a cantar, algo la tranquilizó. “Sentí la asistencia. Porque cuando empiezo, es una obra. La ‘Misa Criolla’ es de coro con solista, entonces tenés que estar muy atento al director. Cuando el director me marca y yo digo ‘Señor, ten piedad de nosotros’, yo escuché que la voz salía perfecta. Y que era solamente un canal. Porque estaba temblando. Entonces de a poco me fui tranquilizando. Porque escuchaba que salía bien”.

Al terminar, ocurrió otro gesto del Papa que la desbordó por completo: “El Papa tenía que irse para la derecha. Vino para la izquierda, donde estábamos nosotros. Se paró al lado, acá al frente mío. Dijo: ‘Gracias’”. Y, acto seguido, sumó: “Me largué a llorar. Para colmo, la veo a mamá y a mi hija que venían corriendo de la mano, llorando, y a mi manager. Y nos abrazamos todos juntos. Sentí la asistencia divina”.