“Alguien arrancó a nadar”. Con esa frase, escueta pero rebosante de orgullo, Mica Viciconte compartió una postal emocional: su hijo, Luca Cubero, comenzaba sus primeras clases de natación. El niño, que cumplirá tres años en mayo, aparecía sumergido hasta el pecho en una pileta, acompañado de su tutor y bajo la atenta mirada de su madre. Un instante de iniciación que, para muchos, podría pasar inadvertido. Pero no para ella, porque la conecta con sus raíces.
Nacida en Mar del Plata, donde el mar y el viento cincelan los rostros desde la infancia, Mica encontró en el agua mucho más que un deporte. Fue refugio, fue oficio, fue impulso. “Yo estudié para ser guardavidas en el Sindicato de Mar del Plata, y también profesora de natación”, recordó alguna vez. Esa vocación, sin embargo, no fue una línea recta. A los 18, dejó el hogar familiar para vivir con amigas. “Fui moza, promotora, repositora, di clases de natación…”, enumeró con crudeza. Hasta que, en un sacudón del destino, se quedó sin trabajo, se separó de su pareja y fue víctima de un robo. Lo que vino después fue un salto de fe: vendió su Fiat Duna modelo 90, y se lanzó a la incertidumbre porteña. “Es ahora o nunca”, se dijo.
Aquel salto encontraría tierra firme en Combate, el ciclo de destrezas físicas de Canal 9, donde debutó en 2014. Fue campeona tres veces y su magnetismo en pantalla catapultó su nombre en redes sociales: hoy acumula más de 3,6 millones de seguidores en Instagram. Pero detrás del músculo y la estrategia, estaba esa chica de La Feliz que había aprendido a sobrevivir con un silbato colgado al cuello.
Por eso, ver a su hijo en la pileta es más que una ternura de madre. Es una herencia invisible. Una transmisión silenciosa. Luca no solo aprende a flotar: respira el pasado de su madre, nada en su historia.
Pero los hijos, como los días, también tienen sus tormentas. Y Luca, que apenas mide un metro, protagonizó hace días una escena que agitó las redes. Ocurrió en una plaza, en lo que parecía una salida familiar sin sobresaltos. Junto a su madre y sus hermanas, Indiana y Allegra, hijas de Fabián Cubero y Nicole Neumann, el niño interrumpió la armonía con un gesto inesperado: empujó a Mica en medio de un intercambio. El episodio, registrado por el periodista Nico Peralta, se volvió viral. La reacción de Viciconte fue inmediata: brazos cruzados, ceño fruncido, lo dejó sentado solo, a varios metros.
“Me empujó”, dijo, seca, sin dramatismos, pero con un temple inflexible. El pequeño, con los cachetes inflados por la rabia, giró la cabeza con teatralidad y se cruzó de brazos. Una imagen que parecía sacada de una viñeta de Mafalda. Peralta intentó suavizar la escena. “¡Luca, ¿vamos?!”, le gritó con tono lúdico. Nada. El niño, firme en su postura, parecía un diminuto general en huelga.
“Está enojado”, comentó el panelista, entre risas. Pero cuando amagó con acercarse, Mica lo paró en seco. “Hasta ahí. Lo vas a buscar y le decís lo mal que hizo”, ordenó, alzando el índice con autoridad. Porque no se trataba solo de disciplina. Era una lección de vida.
La firmeza de Viciconte en el manejo de las conductas de su hijo encuentra eco en otra situación vivida meses atrás, cuando se enteró de comentarios despectivos hacia su persona en el ámbito escolar. Durante una entrevista en el programa Cortá por Lozano, Mica relató un episodio ocurrido en el jardín de Luca, que incluyó críticas hacia ella por parte de otras madres. Según explicó, “mandé a alguien a buscar a mi hijo y esa persona escuchó una conversación donde hablaban mal de mí y elogiaban a Fabián”. La sorpresa no radicó solo en los comentarios ajenos, sino en el contraste entre los elogios hacia su pareja y las observaciones negativas sobre ella.
En ese mismo espacio televisivo, Viciconte reconoció que su participación en el chat de madres del jardín había generado fricciones. Al ser consultada por la conductora Verónica Lozano sobre si había atravesado situaciones de celos o incomodidades similares fuera del programa, respondió: “No puedo contarlo públicamente, pero hubo una situación”. La frase, en apariencia evasiva, reforzó la tensión que se vivió en ese grupo de padres. Mica, además, señaló directamente a una persona por “coquetear” con Fabián Cubero, lo que sumó un elemento más al malestar generado en ese entorno.