La noche del jueves 10 de abril no fue una más en la casa de Gran Hermano. Bajo la calma aparente de una rutina ya instalada, se deslizó una grieta. Y de esa fisura emergió un momento que trastocó los planes, los afectos y la estrategia del líder de la semana: Santiago “Tato” Algorta, el uruguayo que lleva semanas sorteando el filo del juego con una mezcla de carisma y cálculo.
Pero el liderazgo no siempre es cómodo. A veces se convierte en una trampa.
Todo se aceleró minutos antes de que Tato ejecutara su movimiento: Catalina Gorostidi y Eugenia Ruiz fueron sancionadas. La primera, por lo que en la casa se considera una de las peores faltas: pasar información del exterior. La segunda, por no respetar el momento del Congelados al moverse cuando ingresó su hermana. Dos transgresiones, dos castigos: subidas directas a la temida placa.

El líder, con la voz baja y los ojos algo más brillosos de lo habitual, confesó que quería jugar con “la cabeza fría”. Pero ese jueves le pesaba el corazón. “Me encariñé mucho con Luz Tito”, dijo, y con esa sola frase le abrió la puerta a su decisión más humana: sacarla de la placa. En contrapartida, debía subir a otra jugadora. Y ahí apuntó, sin temblor, hacia Chiara Mancuso.
La reacción fue inmediata. “Lo esperaba”, soltó Chiara, en un tono que mezclaba resignación con furia. Pero luego arremetió con la lengua afilada. “Tato no es un gran estratega”, dijo delante de todos. Y fue más allá: “Sos un burro como jugador”. Una frase que golpeó con fuerza en el ego del líder, habituado a ser escuchado, no interpelado.
La tensión escaló cuando Catalina, ya nominada por sanción, se sumó al contraataque. Denunció “las mentiras” de Tato durante su casting para ingresar al reality. Y ahí apareció la sombra más espesa: le recordaron que había declarado que no quería que ganaran Rosina Beltrán ni Bautista Mascia, sus compatriotas. El uruguayo, con gesto de piedra, solo atinó a calificar aquello como “golpes bajos”. Una grieta. Una más. Pero esta vez, visible para todos.

Con los dados ya echados, la placa final de la semana 19 quedó conformada por Ulises, Catalina, Eugenia, Gabriela, Martina, Selva y Chiara. Siete nombres, siete destinos en vilo. Uno de ellos abandonará la casa este domingo 13 de abril, decisión que quedará en manos del público, cuyo voto será negativo. La batalla, esta vez, se libra en el barro de las verdades. Y nadie sale limpio.
Fie en esa jornada donde además Santiago Del Moro reveló una nueva consigna para los participantes que incluye la proyección completa de Esperando la carroza en la casa, seguida por la organización de una puesta en escena que tendrá su clímax el martes siguiente. “Van a armar el casting. Hay personajes antológicos para los rioplatenses”, dijo el conductor al introducir la actividad. “Habla de Argentina, de Uruguay también. Es la película nuestra”.
Los concursantes deberán seleccionar qué rol interpretará cada uno y recibirán guiones, vestuario y días de ensayo. La producción les otorgará el fin de semana para preparar sus escenas, que deberán exponer en una emisión especial y en vivo. “El próximo martes vamos a ayudar a la Casa del Teatro con lo que ustedes hagan”, señaló Del Moro con énfasis.
Ese día se abrirá un alias para recibir donaciones en tiempo real, un formato que ya se ha visto en otros contextos televisivos solidarios. “Va a haber un alias en vivo y vamos a ver cuánto paga, cuánto da por el show la gente para ayudar”, indicó. Los aportes económicos estarán ligados al desempeño actoral de los participantes, una decisión que suma presión y expectativa a la tarea. “Dependiendo de su performance, de su actuación, estamos”, remarcó.