Todo comenzó con un clic. Un destello de luz, una cola de sirena ondeando en el aire y un cangrejo que ríe con ironía. Fue una sesión de fotos, sí, pero no una cualquiera. Fue la primera vez que Albana Fuentes, Evelyn Botto, Osvaldo Laport, José María Listorti, Pablo Turturiello y Valentín Zaninelli se vieron a sí mismos no como actores, sino como los personajes que habitarán el escenario del Teatro Gran Rex. Se miraron al espejo y vieron a Ariel, Úrsula, Tritón, Sebastián, Eric y Flounder. Y supieron que ya no había vuelta atrás.
La superproducción de La Sirenita, basada en la inolvidable película de Disney de 1989, no es solo una nueva adaptación. Es un acontecimiento. A semanas del debut, más de 10.000 entradas ya fueron vendidas. Y la maquinaria no se detiene. Al contrario: acelera con una potencia oceánica.
La dirección de esta ambiciosa apuesta está a cargo de Ariel Del Mastro, acompañado por Marcelo Caballero y la coreógrafa Analía González. A ellos se suma un equipo artístico de precisión quirúrgica: Jorge Ferrari en escenografía, Maxi Vecco en diseño visual, Sebastián Mazzoni en dirección vocal y Federico Vila en producción musical. Todos bajo la tutela de Ozono Producciones, MP y Los Rottemberg, responsables de éxitos como Matilda y School of Rock.
Pero la verdadera joya del espectáculo es Albana Fuentes. Su historia personal, tan íntima como universal, resuena con la fuerza de un canto marino. “Desde muy chica quería ser escuchada, pero la vergüenza me ganó”, reveló en charla con Teleshow. Venció a 1.723 aspirantes para obtener el papel. No viene del mundo del arte. Nadie en su familia canta, actúa o toca instrumentos. Su elección fue un acto de fe. En ella misma. En su voz. En su deseo. Como Ariel, desafió el mundo que la contenía para ir en busca del que soñaba.
Frente a ella, como antagonista colosal, se alza Evelyn Botto. Actriz, cantante, conductora, es la encargada de dar vida a Úrsula, la bruja del mar. Su talento multifacético la posiciona como una villana de temer, de esas que llenan el escenario con una carcajada y lo vacían con un susurro.
Y entonces aparece él. Con voz grave, barba canosa y una emoción que desarma: Osvaldo Laport. El hombre que fue Catriel, Guevara, Amador Heredia. Ahora es Tritón, el rey del mar. “Conmovido con la vida, ¿no? La vida que me vuelve a sorprender con un personaje atípico, transgresor, lleno de magia”, declaró a Teleshow. Habla como si estuviera recordando un viejo amor. Pero no. Es presente puro. “Este padre verdaderamente conmovido, sensibilizado”, dice. Y uno imagina su silueta con tridente en mano, cruzando los mares como un Ulises moderno.
Al lado suyo, más terrenal y pícaro, brilla José María Listorti. Él es Sebastián, el cangrejo más querido del universo Disney. “Nunca fui un cangrejo”, bromea. Pero detrás de la risa hay trabajo, sudor, exigencia. Tiene dos canciones difíciles, entre ellas Bajo el mar, y sabe lo que significa el Gran Rex. “Estoy preparándome muchísimo para dar lo mejor”, afirmó. Lo dice con la honestidad de quien entiende que entretener no es solo hacer reír: es conmover, inspirar, emocionar.
El galán no podía faltar. Pablo Turturiello, actor, cantante, bailarín, será el príncipe Eric. Su presencia completa un elenco que apuesta a lo grande, que no teme ser juzgado por los más exigentes: los niños.
La obra, de 90 minutos, será una travesía submarina con música de Alan Menken, letras de Howard Ashman y Glenn Slater, y un guion adaptado por Doug Wright. Pero más allá de nombres ilustres y equipos brillantes, lo que se palpa es una energía. Un deseo compartido.
La primera vez que se vieron disfrazados hubo silencio. Nadie habló. Solo se miraron. Y comprendieron que no estaban simplemente contando una historia. Estaban habitándola. El océano ya ruge en Buenos Aires.
