Cande Ruggeri mostró la increíble habitación de su hija Vita: “Quedó mejor de lo que pensé”

La influencer celebró la finalización para el cuarto en el que crecerá la niña. Un diseño de vanguardia para un proyecto a futuro

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El playroom de la hija de Cande Ruggeri

El sol entra en cascada por un ventanal amplio, filtrado por cortinas blancas de tela translúcida que dan al ambiente una tibieza especial, como si el tiempo se hubiera detenido ahí, solo para ella. Vita, la hija de Cande Ruggeri y Nicolás Maccari, juega sin mirar el reloj. Tiene apenas dos años y ya un universo entero le pertenece: su playroom.

El lugar no es solo una sala de juegos. Es un refugio de infancia cuidadosamente diseñado, un espacio que parece sacado de un cuento nórdico. “Por fin terminamos el playroom de Vita”, anunció Cande a sus seguidores en Instagram, con la mezcla justa de orgullo y emoción. “Queríamos un lugar para que juegue, pero al mismo tiempo que en un futuro pueda estudiar y hacer la tarea”, explicó, como quien revela un sueño largamente postergado y ahora, por fin, tangible.

La habitación es clara, serena, casi etérea. El blanco domina todo: en las paredes, en las largas cortinas que tocan el piso, en los detalles del mobiliario. No es casual. El blanco, dicen los interioristas, refleja mejor la luz y agranda los espacios. Aquí funciona como una especie de lienzo donde Vita puede pintar su mundo con juguetes, cuentos y risas.

Vita ya disfruta del impactante
Vita ya disfruta del impactante playroom

Hay un inmenso modular diseñado especialmente para organizar los tesoros de la niña. Allí descansan sus juguetes, perfectamente ordenados, aunque listos para el caos feliz que puede desencadenar cualquier tarde de juego. “Este mueble lo pensamos y quedó mejor de lo que pensé”, reveló la modelo, emocionada ante la materialización de ese rincón soñado.

Pero la joya del lugar es otra. Una mesa baja con cuatro sillas cuyas siluetas recuerdan alas de mariposa. Como si el juego tuviera forma y la forma, vuelo. Vita se sienta ahí con sus amiguitos. Juegan. Comen algo. Leen cuentos que aún no saben leer del todo, pero que disfrutan igual, porque los colores, las formas y las voces hacen el resto.

En otra pared, el rincón de la cocinita infantil. Ollas de juguete, cucharitas diminutas y platos de plástico esperan turno para la próxima comida imaginaria. Y frente a ese pequeño mundo gastronómico, un gran espejo cuelga de la pared. No para la vanidad, sino para que Vita se mire, se reconozca, se ría de sí misma.

Desde un juego de cocina,
Desde un juego de cocina, hasta libros con cuentos infantiles y peluches, el playroom cuenta con todo lo necesario para el relax

La puerta es de vidrio templado. Un detalle que dice mucho. Seguridad, pero también transparencia. Nada se oculta, todo se comparte. Así es la crianza que imaginan Cande Ruggeri y Nicolás Maccari: abierta, luminosa, libre.

Después de meses de obra, la pareja logró mudarse a su casa soñada. La misma en la que ahora crece Vita. Y lo hace entre juegos, cuentos y muebles con alma. Cada rincón parece tener una historia que espera ser escrita con crayones. Y en el centro de todo, ella. Vita ya tiene su reino.

Respecto del presente de la relación entre Cande y Nicolás, en una reciente charla con Infobae la influencer destacó que “yo me re quiero casar, pero estoy esperando la propuesta”, con una sonrisa entre la ternura y la amenaza. “Ya le dije: ‘Si no me caso con vos, me caso con otro’. Ya sabe él. Es la única amenaza”. No hay rencor en sus palabras, sino una mezcla adorable de ansiedad y convicción. Casarse es uno de sus sueños, y lo quiere cumplir. Con él.

Cande Ruggeri, Nicolás Maccari y
Cande Ruggeri, Nicolás Maccari y la propuesta de casamiento que no llega

La escena que reconstruyó es casi cinematográfica. Todo comenzó con unas vacaciones familiares por Europa. Madrid fue el primer destino, una parada luminosa, de paseos y reuniones. Pero la expectativa crecía. El segundo destino era París, la ciudad de las promesas eternas.

“Yo dije: ‘Siento que es el momento’ de que me va a pedir matrimonio”, recuerda. Estaba convencida. No quería abrir su valija por temor a encontrar el anillo y arruinar la sorpresa. “Es re milipili lo que voy a contar, pero llevé un montón de looks a Europa para ver si me pedía casamiento”. Se preparó como quien se prepara para una escena clave de su película personal.

Y entonces, la Torre Eiffel. El cliché más hermoso. La postal perfecta. “Le digo: ‘Amor, sacame unas fotos’. De repente, el tipo se agacha y yo dije: ‘Listo, es acá‘”. Una pausa. Un nudo en el estómago. Pero no. Nicolás solo se estaba agachando para sacarle una foto desde abajo. Nada más.