En uno de los momentos más conmovedores desde su salida de la casa de Gran Hermano, Luciana Martínez vivió un reencuentro virtual con su madre, sus hermanos y su entorno más cercano durante una entrevista en el programa LAM (América TV). A través de una pantalla, entre lágrimas, gestos de cariño y palabras que marcaron una historia de resiliencia, la participante mostró cómo la exposición mediática puede abrir la puerta a la aceptación y al reconocimiento familiar.
Frente a un panel que incluía a Ángel de Brito, Laura Ubfal y Fefe Bongiorno, la familia de Luciana se sumó a la transmisión desde el sur del país, donde residen. En ese intercambio emotivo, la bailarina recibió muestras explícitas de afecto por parte de su madre, Marta, que no pudo contener la emoción al ver a su hija en cámara: “Estoy orgullosa de ella. La quiero con toda el alma. Hijita, estoy orgullosa de vos”.
Durante la conversación, Luciana confesó que atravesar el reality le permitió vivir por primera vez un período extendido siendo ella misma. “Soñaba estar en la tele, pero nunca me atreví. En Gran Hermano sentí la protección para abrir esa puerta”, expresó, y agregó que dentro de la casa experimentó una libertad inédita: “Nunca había pasado tanto tiempo siendo Luciana”, remarcó, en referencia a los cuatro meses en los que habitó la casa bajo su identidad autopercibida.

La familia de Luciana, compuesta por su madre y siete hermanos, fue parte activa de ese proceso. Su hermano Carlos sintetizó el sentimiento compartido: “Ella siempre se mostró tal cual es. Es buena, sencilla, amiga, muy respetuosa. Tiene un corazón grande, es muy tranquila”. Aunque reconocieron que su historia estuvo atravesada por el dolor y la discriminación, celebraron el impacto positivo que su participación tuvo: “Lu tiene que impulsar a muchas personas que están así como retraídas a salir”.
Marta, su madre, recordó el día en que eligió escribir la palabra “hija” en una carta que le envió a Luciana durante su estadía en el reality. Cuando el panel le preguntó por qué usó esa palabra tan precisa, respondió con contundencia: “Porque lo sentí de alma, como mamá”. Luciana, del otro lado del estudio, se quebró: “Fue lo que estaba esperando. Me sentí tan viva ahí adentro. Es como volver a nacer”.
El reencuentro no estuvo exento de recuerdos dolorosos. Marta rememoró los ataques que su hija recibió dentro del reality por parte de algunas participantes, a quienes mencionó sin filtros: Petrona, Lourdes y Delfina. “Mal, malísimamente”, dijo, al referirse a los comentarios ofensivos sobre el cuerpo de Luciana. Esa experiencia no fue nueva para la joven: durante años y años, había tenido que esconder su identidad en su propio hogar.
Carlos reforzó la idea: “Es lamentable que haya mucho tabú todavía en la Argentina. Las redes sociales lastiman mucho. Y atrás de todo esto hay una familia”. Su hermana también intervino: “Siempre la acompañamos”, en alusión a los momentos previos a su transición.
Luciana relató cómo desde la infancia sentía que no encajaba con el género asignado al nacer: “Estaba en el jardín y sabía que me gustaba el otro género. En la adolescencia fue cuando más me atreví”. Durante años llevó una doble vida, con una valija que contenía dos versiones de sí misma: una para Jorge, el nombre que aún figuraba en sus documentos, y otra para Luciana, la identidad con la que se identificaba en privado.
Gran Hermano, con todas sus contradicciones, le permitió experimentar por primera vez una cotidianeidad completa bajo su identidad de género. “Como máximo, había pasado un mes siendo Luciana y volvía a ser Jorge. Ahora aparecieron los malestares”, confesó, aludiendo a las tensiones físicas y emocionales acumuladas tras vivir tanto tiempo sin alternancias.

Al hablar del futuro, Luciana se mostró entusiasta. Confirmó que quiere continuar con la danza, disciplina que ejerce como docente, pero también mencionó su interés en la actuación y la moda. “Estudié con Matilda (Blanco) producción de moda y asesor de imagen”, contó, mientras los panelistas destacaban su estilo y presencia escénica. “Me encanta el medio”, subrayó, dejando claro que su vínculo con la televisión no terminó con el reality.
Más allá de la exposición pública, Luciana había ingresado a Gran Hermano con un objetivo concreto: “Quería ganar para darles un salón a mis alumnos de danza”. Si bien no se llevó el premio mayor, su historia la posicionó como una de las participantes más queridas y visibilizadas de la edición, con una repercusión que excedió lo estrictamente televisivo.
Según comentó Laura Ubfal, Luciana deberá permanecer en Buenos Aires durante dos semanas más, cumpliendo compromisos mediáticos y entrevistas. Luego, llegará el esperado reencuentro físico con su familia. Mientras tanto, fue su madre quien sintetizó el estado de ánimo general: “Estoy orgullosa porque la vi que salió muy contenta, muy hermosa”.