Fiel a su estilo aventurero, Mario Massaccesi eligió cruzar medio mundo para recibir la primavera del hemisferio norte en el continente asiático. El periodista de TN y conductor de Cuestión de Peso (El Trece) emprendió un viaje de descanso hacia Corea del Sur y Japón, dos países en los que la estación más esperada del año ya empieza a desplegar sus flores, sus colores y su historia. Sumergido en la cultura de ambos países, no desperdició la oportunidad de compartir algunos de los momentos a sus seguidores.
Massaccesi compartió con entusiasmo en sus redes sociales cada paso de su itinerario, dejando en claro que, más que unas vacaciones, se trató de una experiencia cultural, emocional y sensorial. Su primer destino fue la dinámica y moderna Seúl, capital de Corea del Sur, una ciudad que combina rascacielos con palacios imperiales. Desde ese lugar, recorrió mercados callejeros, probó platos típicos coreanos y se dejó deslumbrar por el pulso frenético de la ciudad.
Uno de los primeros sitios que visitó fue el imponente Palacio Gyeongbokgung, construido en el año 1395 durante la dinastía Joseon. Se trata de una de las estructuras más emblemáticas de Corea, símbolo de la arquitectura tradicional, con tejados verdes y rojos, patios amplios y vestigios de un pasado intacto. Mario grabó uno de los rituales que se llevaba a cabo con instrumentos y prendas tradicionales de diferentes colores.
La travesía continuó por el tradicional barrio Bukchon Hanok, conocido por conservar más de 600 años de historia en sus callecitas tranquilas y casas antiguas. En ese entorno sereno, alejado del ruido moderno, el periodista caminó entre estructuras bajas de madera oscura, techos curvados y puertas de papel de arroz, conectando con la esencia de la Corea ancestral.

Una de las actividades que se destacó fue la participación en una clase de cocina coreana tradicional. En un salón decorado con utensilios típicos, Mario se animó a preparar platos autóctonos, siguiendo instrucciones locales y documentando todo para sus seguidores. “Como en Masterchef, pero a miles de kilómetros de la Argentina”, escribió con humor en sus redes, mostrando un compilado de su paso a paso entre ingredientes exóticos y técnicas milenarias.


Entre los paseos más memorables estuvo la excursión a la isla Namiseom, ubicada en Chuncheon. Con forma de media luna, es un paraíso natural en medio del río Han. Reconocida por sus senderos arbolados y su aire romántico, suele ser elegida por turistas que buscan escapar del bullicio urbano. En ese paisaje encantador, Massaccesi se mostró relajado, disfrutando del entorno en soledad o en compañía de otros viajeros, bajo un cielo despejado que anticipaba la llegada de la primavera.
La segunda etapa del viaje lo llevó a Japón, donde el cambio de país no significó un cambio de intensidad. En su llegada a Osaka, recorrió las arterias principales de la ciudad y se detuvo en el majestuoso Castillo de Osaka, una estructura imponente que jugó un rol central durante el proceso de unificación japonesa en el siglo XVI. Desde el lente de su cámara, el conductor contempló los cerezos aún tímidos y los muros de piedra que guardan siglos de historia bélica y cultural.


También pasó por Nara, ciudad cercana a Kioto, célebre por su parque de ciervos, considerados mensajeros de los dioses según la tradición sintoísta. En ese sitio se lo vio alimentando a los animales, rodeado por decenas de ellos en un entorno verde y apacible, con gestos de asombro y ternura. Divertido por la situación, el periodista grabó toda la escena con los célebres animales que no se alejaron hasta quedarse con la última miga de sus manos. Y, además, visitó algunos templos de la zona, ya que la definió como “la puerta del budismo” en Japón.
Hiroshima formó parte de su ruta y, aunque compartió poco material visual, no dejó fuera uno de los lugares más emblemáticos de la historia contemporánea. En su paso por la histórica ciudad que sufrió uno de los ataques de la bomba atómica, el periodista posó delante de la Cúpula de Genbaku, también conocido como el Memorial de la Paz. Este es la única estructura de un edificio que permaneció en pie luego de la explosión, lo que llevó a que se convirtiera en un símbolo muy importante a nivel global.


Y como no podía ser de otra manera, Tokio fue una de sus últimas paradas. En esa capital vibrante, Mario capturó imágenes frente a rascacielos, luces de neón, templos escondidos y callejones repletos de vida. También se lo vio degustando uno de los clásicos de la gastronomía japonesa: el ramen. Sentado en un pequeño local tradicional, el periodista disfrutó de un plato con la satisfacción de haber disfrutado del humeante caldo de fideos.
Entre mercados, clases de cocina, templos, historia, arquitectura y naturaleza, Massaccesi vivió un viaje lleno de contrastes y descubrimientos. Sin guiones ni cámaras, solo con curiosidad, respeto y un celular para registrar lo vivido. Una travesía que, como todo gran viaje, no solo transforma el paisaje sino también al que lo recorre.