Murió a los 96 años Rina Morán, voz inolvidable de la radio argentina

Debutó en El Mundo siendo una niña y acompañó a varias generaciones de oyentes. Con su inseparable compañera Beba Vignola, brillaron junto a Cacho Fontana y Héctor Larrea

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Rina Morán y Eduardo Colombo

Un silencio se produjo en el ambiente. Una voz calló, pero su archivo, su amplio archivo, quedará disponible para las próximas generaciones, y así se evitará su olvido. En las últimas horas se confirmó la muerte de Rina Morán, figura indiscutible y determinante en la historia de la radiofonía argentina. A sus 96 años, llevaba una vida desde su más tierna infancia recorriendo los pasillos de las emisoras.

Rina no podía haber tenido un nacimiento más simbólico: llegó al mundo en un circo, entre el bullicio de las carpas y la magia de los espectáculos itinerantes. “Nací en un circo donde actuaba mi papá. Se llamaba Lupo. Y tuvieron que parar en Ingenio Colombres, Tucumán, para que yo naciera”, recordaría con su tono inconfundible en un antiguo reportaje a Diario Popular.

El arte corría por sus venas. Su padre, José Tresenza, era actor y formaba parte del elenco estable de Radio El Mundo, una emisora que replicaba la estructura de la BBC de Londres y que se convirtió en el hogar de la pequeña cuando apenas tenía siete años. Mientras otros niños jugaban en las plazas, ella aprendía a modular su voz y a dar los tonos justos bajo la dirección de grandes maestros como Idelfonso Rodríguez.

El Fontana Show durante dieciséis
El Fontana Show durante dieciséis temporadas consecutivas estuvo al aire con la colaboración de las locutoras María Esther Vignola y Rina Morán

A los ocho años, su destino quedó sellado con una prueba de radioteatro. La emisora buscaba la voz de un niño para interpretar un papel desgarrador en El Cielo y Tú, una adaptación radiofónica de una película de la época. Su padre la llevó al casting con la intuición de que tenía algo especial. Y no se equivocó. “Cuando me tomaron la prueba y vieron que leía bien, me dejaron en el elenco para hacer cualquier personaje de nenes”, contaba con orgullo. No cualquiera entraba en esas producciones, donde brillaban figuras como Martín Zabalúa y Sara Prósperi.

Su infancia transcurrió entre micrófonos y libretos. “En vez de ir a mi casa a tomar la leche después del colegio, yo me iba a la radio”, decía con una mezcla de nostalgia y felicidad. A los 14 años, llegó el dilema inevitable: ¿actriz o locutora? “Me dijeron: ‘Elegí qué querés ser’. Y elegí la locución. Fui aprendiendo al aire”, confesaba.

Pronto su talento la llevó a compartir escena con figuras como Niní Marshall, Luis Sandrini y Lola Membrives. Fue testigo y protagonista de la evolución del medio, desde los programas en vivo con orquesta hasta la irrupción del humor costumbrista y el auge del magazine matutino.

Rina Morán y Adolfo Cassini
Rina Morán y Adolfo Cassini condujeron el programa “Cortito y Feliz” en la década del 80' por Canal 11

Entre los años 60 y 70, su voz fue emblema del Fontana Show, el programa que Cacho Fontana convirtió en un fenómeno de la radio. Su espontaneidad y frescura la hicieron imprescindible en el ciclo, que marcó un antes y un después en la manera de hacer radio. Allí compartió el aire con su inseparable María Esther Beba Vignola, con quien más tarde también brillaría en Rapidísimo, el clásico de Héctor Larrea en Radio Rivadavia.

Rina Morán fue más que una locutora: fue una narradora de su tiempo. Vivió y relató momentos históricos, como cuando Juan Domingo Perón visitaba las emisoras y ella debía moderar el fervor de la audiencia. También estuvo allí cuando Edith Piaf, en su paso por Buenos Aires, exigió que quienes asistieran a su presentación en Radio El Mundo vistieran de gala. “Nos pusimos lo mejor que teníamos, aunque la radio fuera solo voz”, contaba Morán entre risas.

El humor y la ternura la acompañaron siempre. Con Luis Sandrini, por ejemplo, solía armar su propia “hinchada” de amigos para que rieran a carcajadas en los momentos clave de los sketches. También prestó su voz a uno de los jingles más recordados de la publicidad argentina: el de la esponjita Periquita, junto a Beba Vignola. Incluso, le puso la voz a Mafalda y a Manolito en la versión animada de Mafalda.

Rina Morán fue también la
Rina Morán fue también la voz de la versión animada de Mafalda

Desde Radio Rivadavia y el grupo Alpha Media, donde pasó gran parte de su carrera, despidieron a Morán con un mensaje que resume su impacto: “Rina Morán fue una gloria de la radiofonía que dio prestigio a nuestra emisora. Expresamos nuestro pesar y hacemos llegar a sus familiares y seres queridos nuestro más sentido pésame”.

"Rina Morán (de negro) y
"Rina Morán (de negro) y María Esther 'Beba' Vignola representan el sello del oficio. Un símbolo intacto, instalado en la historia de nuestra profesión", detalló Julio Lagos

Años de micrófonos, voces inolvidables y un tiempo en el que la radio se vivía como un espectáculo en vivo. Así recuerda Julio Lagos la época en la que Rina Morán brilló en Radio El Mundo, cuando la emisora de Maipú 555 era un templo del sonido y el público asistía a las transmisiones como si fueran funciones de teatro.

“La mejor radio de la historia en la Argentina fue la Radio El Mundo del siglo pasado", afirmó Lagos con certeza en una charla exclusiva con Teleshow al conocer la noticia. Aquella radio donde, en los años ‘50, emergieron nuevas voces que con el tiempo reemplazarían a los grandes nombres de la locución y la conducción, como Juan Carlos Thorry o Julio César Barton. Entre esos jóvenes que redefinieron la radiofonía estaban Rafael Díaz Gallardo, Valentín Viloria y, por supuesto, Rina Morán.

Era la época en la que los locutores y locutoras no solo ponían su voz, sino también su presencia en cada transmisión. "Las mujeres vestían de largo, los hombres de smoking, y el estudio se transformaba en un salón de gala cuando aparecían figuras de la talla de Edith Piaf o Nat King Cole". Los oyentes podían ver en acción a sus ídolos, en un tiempo donde la radio en vivo competía con el cine y el teatro como opción de entretenimiento nocturno.

Pero más allá del brillo y la sofisticación de aquellos días, Julio atesora un recuerdo íntimo y personal de Rina. Compartieron una temporada de verano, y el último día que trabajaron juntos, ella le hizo un regalo inesperado: un pequeño muñeco de porcelana con la forma de un monje de mejillas regordetas, tapado con una tela atada con una soga, bebiendo de una jarra, presumiblemente de vino.

Aquel obsequio, aparentemente trivial, terminó ocupando un lugar especial en la vida de Lagos. “Ese recuerdo lo tengo en una vitrina junto con todos los premios recibidos, desde los Martín Fierro hasta el Premio Internacional de Periodismo Rey de España“, contó con emoción. Pero esta vez, ese pequeño monje dejó de ser solo una pieza decorativa. “Hoy abracé a ese muñequito y derramé una lágrima”.

Porque Rina no solo dejó su huella en los estudios de Radio El Mundo y Radio Rivadavia, sino también en el corazón de quienes compartieron el aire con ella. “Primero conquistó El Mundo y después Rivadavia. Sin dudas, Rina fue la radio“, concluyó Lagos, con la certeza de que su voz y su risa seguirán flotando en la memoria de la radiofonía argentina.