En el universo de Alex Caniggia, la opulencia no es solo un estado material, sino una identidad. Su última aparición en redes sociales lo confirma: un video desde el parque de su casa, con una imponente piscina de fondo, y una sentencia clara y tajante: “Full millo la mansión. Hay niveles, respeten los rangos”.
No es solo una muestra de riqueza, es una declaración de principios. Poco después, el influencer reapareció en primer plano, sin remera, desbordando su estilo irreverente. Su mensaje, entre lo místico y lo provocador, giró en torno a la idea del destino y el tiempo divino: “Ahora, respecto de hoy, unos factos masivos. Y es que no vas lento, vas al tiempo de Dios. Y Dios tiene un tiempo para cada uno. El mío, por ejemplo, es todos los días”.
Las palabras se suceden con el tono altanero que lo caracteriza, y el mensaje se vuelve aún más incisivo. Caniggia no solo exhibe su éxito, sino que lo confronta con quienes, según su lógica, aún no lo han alcanzado: “Acá en mi mansión, bien masivo, para que los barats lo vean. Facha, millo, ojos verdes... ¿qué? ¿Vos tenés ojos marrones? Hay niveles, gente, y ustedes tienen que esperar”.
Su discurso, teñido de arrogancia, destiló la filosofía que viene sosteniendo hace tiempo: el mundo se divide en ganadores y perdedores, en ricos y pobres, en aquellos que ya alcanzaron la cima y en los que deben conformarse con la espera, con la posibilidad remota de que su momento llegue... o nunca llegue. “La vida es una, por ahí tu tiempo llega, o nunca llegará”.

Pero ello no fue todo, ya que luego, el hijo de Claudio Paul Caniggia y Mariana Nannis dejó una serie de afirmaciones que no pasaron inadvertidas. Su blanco: la rutina laboral de quienes trabajan de 8 a 17 horas. Su mensaje: “la vida así es una existencia de esclavitud”.
Colgando de su cuello cadenas de oro que, según sus palabras, equivalen al precio de un automóvil, se despachó contra la “vida de mier...” de quienes cumplen un horario laboral. “Nunca se terminó la esclavitud. Sigue. Y yo acá, disfrutando”, lanzó con una sonrisa de superioridad, mientras movía su teléfono para mostrar el paisaje que lo rodeaba, entre el agua de la piscina y las plantas.
El tono de su discurso fue subiendo. “Hay niveles, hay rangos. Está el rango barat, el rango medio, el rango rico y el rango ‘millo’. Ahí estoy yo”, proclamó con orgullo, exhibiendo sus joyas como prueba de su éxito. “¿Viste tu auto? Está en mi cuello. Imaginate”.

La idea central de su mensaje fue clara: el trabajo tradicional es una trampa, un engaño para mantener a la gente en la pobreza. “Si trabajás de 8 a 17, tu vida va a ser una peste. Te vas a arrepentir cada día de tu vida”, sentenció. Luego, con un tono casi mesiánico, llamó a sus seguidores a “salir de la mentira” y abandonar el camino del empleo formal. “No hay millonarios que trabajen de 8 a 17. Ninguno en el ‘fuckin’ planeta Tierra”, aseguró.
“Tienen que salir de su mentira de que están viviendo bien. Están viviendo bien en la miseria. Salgan, no se enojen si alguien les dice pobres o barats, gente. La vida es una, dejen de ser esclavos de la sociedad”, destacó.
Caniggia no es ajeno a la polémica. Construyó su personaje con declaraciones desafiantes y una estética ostentosa. ¿Es una burla, un juego mediático o una provocación calculada? Sus seguidores lo aclaman, sus detractores lo critican, pero el “Emperador” se mantiene firme en su trono dorado, convencido de que la vida es para los que nacieron para brillar, y cuestionando fuertemente a los que no opinan como él.