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Una menos veinte de la madrugada ya dentro de la jurisdicción horaria del domingo 23 de febrero. Con media hora de retraso, los Illya Kuryaki and The Valderramas salían por fin a escena en el festival Buena Vibra en su edición 2025. Era su regreso a los shows después de casi ocho años (en rigor, siete años y tres meses, contando desde el 30 de noviembre de 2017) de estar separados. La expectativa era alta y cuando empezaron a sonar las cuerdas (grabadas) del característico inicio de “Expedición al Klama Hama” la multitud estalló en un suspiro.
La banda (Matías Rada, Pablo González, Carlos Salas, Francisco Fattoruso, Alex Introini, Francisco Azorai) empezó a encajar los acordes dramáticos del tema como piezas de un rompecabezas épico, mientras en la pantalla un sol naciente, bien oriental, acorde a las influencias karatekas del dúo que componen Emmanuel Horvilleur y Dante Spinetta, empezaba a despuntar. Los dos aparecieron desde abajo del escenario y ocuparon el centro para empezar a rapear eso de: “No dejes de respirar, oculta la selva bajo nuestro umbral / Ya no quiero más gritar, de la superficie quiero despegar...”. El público lo coreaba y luego de unos minutos las rimas oníricas del tema que abre el álbum Versus (1997) se hicieron más nítidas desde arriba.
La noche comenzó a puro golpe de hit. “Helicópteros”, “Ula Ula”, “Chaco”, “Jaguar House”, “Latin Geisha”, “Coolo”... Un ida y vuelta entre su cosecha noventosa y la de la (nueva) década del 10, apoyados especialmente en su disco Chances (2012), el cual había marcado el regreso del grupo tras un primer hiato entre 2001 y 2011. ¿La reacción del público? Un mar saltarín que fue despertándose de la quietud en la que había estado sumido durante buena parte de la jornada, estimulado también por la locura psicodélica propuesta por Salas desde su nave percusiva, los solos chamánicos de Rada y la pared melódica a cargo de los jóvenes Azorai e Introini.
Los bailecitos porno y los coritos en falsete onda Earth, Wind & Fire de Emma (los gozó a pleno en “Jugo”) sumados a la explosión guitarrera (brillante en “Águila Amarilla”, el emotivo homenaje a Luis Alberto Spinetta) y la pisada rapper de Dante pusieron en valor una vez más lo más exitoso de un repertorio que sigue estando adelantado a toda época. Si en los 90 nadie en la Argentina estaba haciendo una música como IKV, ahora menos. Y eso que los artistas más escuchados del momento se apoyan en las rimas.
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Pese a que el mic de Dante nunca estuvo al 100%, alcanzó para oírlo en ese registro casi blusero que propone en “Adelante”, especie de separador de intensidad en el tramo final del set. Que estuvo marcado por el meddley de “Funky futurista” y “Yacaré”, la sexy “Jennifer del Estero” y el pogo hardcore de “Remisero”. La última no podía ser otra que “Abarajame”, hit indestructible que está cumpliendo 30 años este año, al igual que todo el álbum Chaco. “Nos vemos la próxima, hermanos”, prometió Dante exactamente a las 2 AM de este domingo 23. En pantalla, un rato antes, habían proyectado un almanaque del 2025 con el sol del comienzo del show. ¿Habrá más de IKV en los próximos meses?
“A mover el coolo, a mover el coolo...”. Plantado en el escenario de al lado, Louta había arengado a la multitud con el estribillo kuryaki en el final de su show y antes de pasarle la posta al regreso del dúo. Fue en la coda extendida de “No te comas la peli”, anteúltima en su lista de temas con la que se robó el Buena Vibra. Desde 2016, el artista viene proponiendo recitales distintos, de esos que no se consiguen en cualquier lado. Puestas en escena impactantes, entre el teatro performático y la danza, engrosados por letras rapeadas que vienen muy cargadas de referencias a la cultura pop y de observación sociológica. En el pasado supo montar un living psicodélico del que podían brotar conejos con cabezas de bolas de boliche, nubes de algodón, ballenas inflables gigantes, mucho confeti plateado e incluso podía desaparecer y reaparecer adentro de una burbuja para flotar entre el público, muy a lo Wayne Coyne de los Flaming Lips.
Esta vez no hubo nada de eso ni tampoco vistió su uniforme años ‘40, peinado a la gomina, de chomba y pantalón recto. Apareció de sobretodo caqui y melena desprolija para mantener su expresión corporal, tan plástica como elástica, con la que actuó las estrofas de sus irregulares y estridentes canciones pop. Acompañado por una big band y un tremendo cuerpo de baile contemporáneo, había arrancado con “Todos con el celu” en el que advierte que “están vendiendo el cielo”: pocos captaron la ironía y optaron por grabar esa parte del show. En “Ámame” una steady cam lo empezó a perseguir para que su figura se volviera cinematográfica sobre las pantallas, detalle que vuelve a marcar la extendida influencia de Rosalía a la hora de pensar una performance musical en vivo.
Además tuvo como invitadas a Marilina Bertoldi (que había tocado un rato antes sobre el mismo escenario) y a Zoe Gotusso (que más temprano había cantado con Indios). Con la primera edificó la industrial e intensa “Uacho”, mientras que con la otra recreó la tierna “Ayer te vi”, uno de los más grandes hits de los últimos años. “¡Te extrañábamos!”, se despidió la cordobesa de Jaime James (tal es el nombre real del artista), quien no hacía un show desde diciembre de 2023. La propuesta de Louta, sin dudas, le sube la vara a la escena nacional.
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
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Así como también la de Marilina Bertoldi, quien se despachó con su dúo set: ella, acompañada por su voz, su guitarra, una pedalera enorme con una múltiple oferta de efectos y un teclado, pero también con el toque demoledor y preciso de la baterista Carola Zelaschi.
El formato puede remitir a The White Stripes, aunque también hay algo de PJ Harvey en su manera de recitar, o un poquito de David Byrne en su look de traje oversized. Pero lo más jugoso pasa por lo que propone desde sus entrañas: su nervio rockero se desenvuelve de maneras inesperadas, ya sea en historias con misterio (”La casa de A”), sugerentes (”La cena”) e incluso hasta filtra statements políticos (en “O no?” intervino una foto de Javier Milei junto a Elon Musk dibujándoles penes de color rojo sobre sus rostros), lo que la vuelven una rara avis en este panorama amargo.
En el Buena Vibra le puso fin a este formato y descansará un tiempo antes de lanzar su nuevo disco. “Estuve dos años versionando y destruyendo mis temas. Me divertí un montón”, dijo Marilina. Las pantallas revelaron que en este 2025 sale el álbum y que se llamará Para quién trabajas.
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“Por un mundo más afinado”, se leía en la remera blanca de Goyo Degano, prolijo cantante de Bandalos Chinos, con su look y andar a lo Charly García circa 1994. Haciéndole caso a su propio mensaje, el frontman y la banda soltaron su pop estribillero y correcto para hacer bailar a las chicas. Pero antes de largar su colección de pequeños clásicos, arrancaron con el galope percusivo de “El ritmo”, flamante canción que hace las veces de adelanto de su próximo álbum el cual se titulará Vándalos y verá la luz el próximo 1° de abril.
Y después sí: “Una propuesta”, “Tema de Susana” (con su saxofón ochentoso) y “Departamento” estuvieron entre las más festejadas del repertorio. También la ocurrencia de “¿$Libra o Libre?” que soltó Chapi Colombo en la improvisación de “Paranoia Pop” para referir al criptogate. “Nos vemos la próxima... ¿Cuándo será la próxima?”, se preguntó Goyo antes de hacer la última, “Vámonos de viaje”. Al terminar, sobre la pantalla se leyó que la siguiente cita de los chinos con su público porteño será el 14 de agosto en el Movistar Arena.
Mientras, por afuera, pasaban los aviones que llegaban o se iban de Aeroparque, al sector del predio de Ciudad Universitaria en donde estuvo montado el Buena Vibra se llegaba tras una larga caminata. Una vez allí, se revelaban los dos escenarios principales, uno al lado del otro. Caminando un poco más hacia el fondo, a la izquierda, pasando por debajo del puente Labruna, aparecía el sector gastronómico, un tótem en donde se presentaron dj sets (Varese, Evlay, Anita B Queen y otros) y, justo en frente, un pequeño tablado donde se programaron más artistas.
Ahí se dio otro reencuentro de un dúo que, de un modo más lateral y menos mainstream, moldeó una época: Coral Casino. Fue durante el set de Lara91k, una de las dos mitades de la banda. Junto con un cuarteto de guitarra, bajo, batería y teclados, más una alta recarga de autotune, la vocalista había resumido parte de su recorrido solista en temas como “Nada mejor”, “Zoe” (dedicada a su expareja Zoe Gotusso), “Par de modelos” y “Eres para mi”. En una pantalla cúbica, aparecían imágenes de acuerdo a la canción: una especie de GTA customizado en donde se la veía lavando platos o andando en moto, un chat intenso con la chica que le gusta y hasta un portal de fuego. Como sorpresa, para el cierre, invitó a Roque Ferrari aka Orodembow y juntos hicieron “Summer romance”, rehaciendo ese tono neopimpinela que tan bien les sienta, rememorando los días en los que en el trap argentino estaba todo por hacerse y Coral Casino era una ineludible referencia. Una posible vuelta de ellos sería una buena noticia.
El cierre de la jornada estuvo a cargo de Cindy Cats, una agrupación jam que recrea parte del repertorio dorado del rock argentino. Su show comenzó con “Sábado”, de Divididos, pese a que ya era domingo. Como guiño al reencuentro de IKV, en su set incluyeron la canción “Abismo”. Del otro lado del predio, el sorprendente Marttein montó su pop deforme en modo bolichero, se hizo cortar la cabeza con una guillotina con los colores de la bandera argentina e invitó al escenario a Dillom (”Llamalo”) y a Juana Rozas (”Cachetazo”).