Daniela Celis y un ataque de llanto en redes: “Es el peor día de mi vida”

La exparticipante de Gran Hermano preocupó a sus seguidores con una serie de publicaciones. Los motivos

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El llanto de Daniela Celis

La jornada de Daniela Celis terminó con un dramático episodio de angustia. La exparticipante de Gran Hermano compartió con sus seguidores un video en el que se la ve visiblemente afectada, en medio de un ataque de llanto. “Ay, chicos, hoy es el peor día de mi vida. No sé qué está pasando”, expresó entre lágrimas en una historia de Instagram, lo que generó inmediata preocupación entre sus seguidores.

El detonante de su crisis fue una seguidilla de situaciones frustrantes. La joven había acudido a Telefe para trabajar en el stream del reality, solo para descubrir que la transmisión había sido cancelada debido al partido entre Boca Juniors y Alianza Lima por la Copa Libertadores. “Vine acá, al canal a trabajar y no hay stream porque hay partido. Vine al pedo, al pedo”, lamentó con impotencia.

Pero la frustración no terminó ahí. En casa, había dejado a sus hijas, Aimé y Laia, lo que aumentó su angustia. Y como si fuera poco, un problema técnico con su celular la sumió en un desconcierto total: “Todavía no pude desbloquear mi teléfono... No sé, no, te juro que no sé”, concluyó, entre sollozos.

Apenas unas horas antes, la influencer ya había dado señales de que su día se estaba convirtiendo en un caos absoluto. Visiblemente exasperada, tomó su teléfono y grabó un video para compartir con sus seguidores un problema que, aunque tecnológico, parecía un episodio de ciencia ficción: su propio celular no la reconocía.

La molestia de Daniela Celis por su celular

“Lo único que me faltaba en esta vida es que mi teléfono me diga que yo no soy yo”, exclamó con una mezcla de indignación y desconcierto. Relató que, tras un día de uso normal, de repente el sistema de reconocimiento facial había dejado de funcionar. “Rostro no reconocido”, le repetía la pantalla una y otra vez, como si la estuviera despojando de su propia identidad. Probó varias veces, pero cada intento fallido solo aumentaba su desesperación.

Intentó todo. Se quitó el maquillaje, pensando que quizás algún rastro de base o rímel estaba interfiriendo. Luego, se acomodó el cabello, corrió el flequillo, se lo volvió a poner. Nada funcionaba. “Me saqué el maquillaje por las dudas, me saqué el flequillo, me puse el flequillo. No sé qué hacer para verificar que yo soy yo”, reveló, con la voz cargada de frustración.

Su teléfono, un objeto que en teoría debía facilitarle la vida, se había convertido en un juez implacable que la dejaba fuera de su propio mundo digital. Sin acceso a sus cuentas, a sus redes, a su rutina, sintió que algo tan simple como desbloquear un celular se transformaba en un abismo de incertidumbre. “¿Alguien sabe qué está pasando?”, preguntó a la cámara, buscando respuestas en su comunidad virtual, como si entre todos pudieran devolverle, de alguna manera, su identidad perdida.

Hace apenas unos días, Daniela y Thiago Medina explicaron que vivieron en carne propia los imprevistos de la paternidad cuando, en medio de la emoción y el caos de la llegada de las gemelas a casa, terminaron perdiendo la certeza de quién era quién entre sus hijas.

Entre risas, Daniela Celis recordó la desopilante anécdota donde no pudo diferenciar a sus hijas (Video: Patria y Familia – Luzu)

Ante el micrófono, ella explicó que había pensado en todo para sus hijas. “Yo toda ilusionada que iba a tener gemelas, entonces, ¿qué hago? Todo igual”, contó entre risas, relatando cómo había decidido vestirlas y organizarlas de la misma manera. Consciente del riesgo de confusión, tomó una precaución extra: Me habían dicho que tenga cuidado porque en los hospitales las pueden cambiar. Entonces, llevo dos aritos distintos, así me voy con los aritos de cada una puesto y fin del problema, nunca se me van a intercambiar”. Pero la teoría no siempre se traduce bien en la práctica.

El primer obstáculo llegó en el hospital. Las bebés nacieron con un peso límite que impedía perforar sus orejas para colocar los aritos identificatorios. Daniela, aún confiada, organizó un sistema simple: “Le digo a Thiago: ‘Acordate, por favor, que vos tenés a Laia y yo tengo a Aimé’. Vamos al coche y digo ‘A Laia la ponemos a la izquierda y a Aimé en la derecha, recordalo, Thiago’”. Hasta ahí, todo bajo control.

Pero la llegada a casa fue un torbellino. Familiares y amigos los sorprendieron con una fiesta, y en medio de los abrazos y la emoción, el plan de identificación se desmoronó. “Le digo a Thiago: ‘Quedate cerca de Laia y yo siempre cerca de Aimé y después resolvemos el tema de cuál es cuál’”, recordó Celis. Sin embargo, en un descuido, ambas bebés se mezclaron en brazos ajenos y la confusión se hizo inevitable. “De repente, no sé qué hice y cuando me di cuenta, estaban distribuidas por todos lados. Le digo a Thiago: ‘¿Te das cuenta cuál es cuál?’. Y me dice: ‘No sé, se me intercambiaron’”.