El 6 de febrero de 2018, Débora Pérez Volpin ingresó al Sanatorio de la Trinidad de Palermo para someterse a una endoscopía. Se trataba de un estudio de rutina y caminó por los pasillos del sanatorio con la certeza de que en pocas horas volvería a casa. Pero, a poco tiempo de ingresar al quirófano, se declaró su muerte.
Su fallecimiento generó conmoción en todo el país. En ese entonces, Débora tenía 50 años, una larga trayectoria en el periodismo y un futuro prometedor en la política. Tras más de dos décadas años en El Trece, donde se había convertido en el rostro emblemático de Arriba Argentinos junto a Marcelo Bonelli, había decidido dejar el medio para asumir como legisladora de la Ciudad de Buenos Aires.
La noticia de su muerte fue un shock tanto por sus allegados como también para el público que la vio por tantos años en la pantalla chica. El Sanatorio de la Trinidad emitió un parte médico en el que se hablaba de un paro cardiorrespiratorio, pero la familia no aceptó esa respuesta. Se ordenó una autopsia y se reveló que tenía perforaciones en el esófago y el estómago. Su muerte había sido provocada por una mala práctica médica.
La causa judicial avanzó con rapidez. Se determinó que el endoscopista Diego Bialolenkier provocó la perforación con el endoscopio y que, a pesar de haber detectado signos de complicaciones, no detuvo la intervención. La anestesista Nélida Puente, por su parte, no reaccionó a tiempo ni alertó sobre lo que estaba ocurriendo.
El juicio dejó ver las fallas en el procedimiento luego varias pruebas. La Justicia concluyó que la muerte de Débora fue consecuencia de una maniobra torpe con el endoscopio, que perforó sus órganos y permitió la entrada de aire, generando un cuadro irreversible. Bialolenkier fue condenado a tres años de prisión en suspenso e inhabilitado por siete años y seis meses para ejercer la medicina. Puente fue absueltal igual que el entonces director del sanatorio, Roberto Martignano, y la instrumentadora Eliana Frías, quien había sido acusada de falso testimonio.
Los años pasaron, pero la ausencia de Débora sigue pesando en quienes la amaron. Sus hijos, Agustín y Luna, encontraron la forma de seguir adelante pese a la partida terrenal de su madre, quien fue una figura importante en sus vidas. Agustín, que tenía 19 años en aquel entonces, se recibió de licenciado en Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Luna, que tenía 17, se reconectó con sus raíces y viajó a Israel, donde celebró su Bat Mitzvá a finales de 2021.
Su exmarido, Marcelo Funes, sigue trabajando como camarógrafo tanto en TN como El Trece, donde el estudio del canal hoy lleva el nombre de Débora luego de un emotivo acto en el que participaron sus seres queridos y compañeros de trabajo a mediados de 2019. Todavía le cuesta pasar por ese lugar sin sentir una punzada de tristeza. Por otro lado, Enrique Sacco, quien estuvo con ella hasta el último día, nunca se alejó de la familia. Hoy está casado con María Eugenia Vidal, pero mantiene un fuerte vínculo con Agustín y Luna.
El tiempo avanzó, pero la ausencia de Pérez Volpin sigue siendo un vacío imposible de llenar. Sus hijos crecieron, su familia siguió adelante y la Justicia llegó, pero nada borra la sensación de su abrupta partida. Su nombre quedó grabado en un estudio de televisión, en el recuerdo de quienes la amaron y en la memoria de un país que todavía se pregunta cómo algo así pudo suceder. A siete años de su muerte, su luz sigue intacta, pero su ausencia sigue doliendo.