En las últimas horas, Alfredo Casero volvió a ocupar el centro de la atención mediática al conocerse que abandonó la Clínica Zabala, ubicada en Belgrano, sin haber recibido el alta médica. Según explicó la periodista Fernanda Iglesias, el actor había ingresado a dicha institución el lunes debido a fuertes dolores en la cadera, una afección que viene enfrentando desde hace tiempo como consecuencia de complicaciones relacionadas con su sobrepeso anterior. Al respecto, Iglesias contó: “Estuvo haciéndose estudios y lo estuvieron infiltrando para que pudiera continuar con sus actividades, pero el dolor volvió con intensidad”. El momento del ingreso coincidió con la proximidad del reestreno de Cha cha cha en el teatro, y se informó que existió riesgo de cancelar el espectáculo debido a la magnitud del malestar físico de Casero.
Así las cosas, y a pesar de la negativa médica, el actor decidió abandonar la clínica para cumplir con un compromiso teatral. En sus declaraciones a Puro Show, el artista sostuvo que sí le habían dado el alta, aunque los detalles de su versión se contraponen con los informes iniciales sobre el hecho.
Fiel a su estilo provocador y sarcástico, Alfredo Casero respondió con ironía a las preguntas del cronista acerca de su reciente episodio en la Clínica Zabala. Cuando el periodista le preguntó directamente si tenía un problema en la cadera, el actor replicó con humor: “No, la traje para laburar”, dejando en claro su disposición a evitar respuestas directas y manteniendo el tono jocoso en toda la conversación.
Ante la consulta sobre su fuga sin el alta médica, Casero redobló la apuesta al responder: “Me hicieron un alargamiento de pen..., tengo 73 centímetros de pen...”, desviando completamente la atención del tema de salud. Además, cuando el cronista insistió en que “los médicos lo estaban esperando”, él replicó de manera desfachatada: “Sí, me están esperando los médicos porque nos besamos desnudos”. Estas afirmaciones, lejos de ser informativas, reforzaron su imagen de figura controvertida e impredecible, capaz de transformar una situación crítica en un espectáculo verbal.
El uso del humor como defensa o herramienta de provocación no es nuevo en el repertorio de Casero. En este caso, su actitud buscó minimizar la seriedad del asunto, evitando proporcionar detalles específicos sobre su estado de salud o los motivos de su internación.