En el sinuoso camino de los afectos de Wanda Nara, las sorpresas nunca faltan. Hace unas semanas, su relación con L-Gante, el referente de la cumbia 420, parecía haber llegado a su fin. Pero el destino, o quizá el amor, tiene un sentido del humor particular. En un giro inesperado, una serie de señales y gestos recientes apuntan a que esta historia aún tiene capítulos por escribir.
La noche del sábado, la empresaria apareció en un lugar donde nadie esperaba verla: Cherry, un boliche de Don Torcuato. En ese rincón de la zona norte del conurbano bonaerense, mientras el cantante brillaba sobre el escenario, ella permanecía cerca, aunque discretamente. Con una gorra negra cubriendo parte de su rostro, seguía el espectáculo desde las sombras, un gesto que evocaba tiempos más felices entre ambos.
Al día siguiente, L-Gante encendió las redes sociales al compartir un clip antiguo que mostraba a Wanda disfrutando de uno de sus recitales desde los controles de sonido. La empresaria, vestida con un buzo negro y una gorra rosa, lucía relajada y sonriente mientras coreaba las letras del cantante. Sobre el video, un simple corazón rojo. Un símbolo sencillo pero cargado de intenciones. La publicación desató una ola de especulaciones: ¿un intento de reconquista o una simple nostalgia?
En diálogo con LN+, L-Gante, cuyo nombre real es Elian Valenzuela, puso luz sobre los hechos de esa noche. Con la sinceridad que lo caracteriza, detalló: “Ayer estuve con Wan, me fue a ver al segundo show. Yo tuve dos shows por la noche de ayer, y el último fue en Cherry. Sí, me estuvo haciendo el aguante ahí y yo bendecido por el apoyo”. Sus palabras, lejos de ser casuales, parecían construir un puente hacia el pasado que ambos compartieron.
Cuando se le preguntó sobre el presente de su relación, el intérprete fue reflexivo: “Ella me dejó por algún motivo. Y yo, bueno, planifiqué mis ideales, ¿no? Y también así lo seguí. Pero todo bien, todo en orden. Mantenemos una relación, un vínculo sano, de buena onda, amoroso, de amistad, se podría decir también”. Sin embargo, no todo quedó en una evocación amigable.
Con una sonrisa que delataba más de lo que intentaba ocultar, agregó: “Quizás también puedo creer en que pueda volver a estar junto a ella en pareja”. Su tono, cargado de esperanza, dejó a muchos sin palabras.
El intérprete no rehuyó profundizar en los desafíos que enfrentaron como pareja. “Es que lo mediático, la exposición y todo lo que se ha hecho público, quizá en un nivel de llegar a generar una confusión en lo emocional, en lo sentimental. Pero nada que decir, que es todo real. O sea, amor verdadero, digamos”, confesó con una sinceridad desarmante.
El relato del joven estuvo lejos de los reproches o la amargura. Por el contrario, destacó la ausencia de conflictos entre ellos: “Lo mejor que puedo decir es que no tenemos problemas nosotros, no tuvimos ninguna discusión, ninguna pelea de pareja ni nada. Así que las puertas permanecen abiertas para cualquier cosa”.
A pesar de su juventud, el cantante mostró una madurez sorprendente al reflexionar sobre sus relaciones pasadas: “Yo soy un hombre, un varón, un caballero. Vivo mi vida y disfruto mi trabajo. También me gustaría tener un amor y hoy en día cuento con ese. No tuve muchas novias en mi vida, aunque así parezca”.
Las palabras y gestos recientes de Wanda y L-Gante abren un abanico de posibilidades. Mientras algunos ven en ellos una reconciliación inevitable, otros interpretan estas señales como el epílogo de un romance que se niega a desaparecer. Sea cual fuere el desenlace, una cosa es segura: la relación entre ambos no deja indiferente a nadie. La trama de este vínculo, lleno de pasión y desafíos, sigue escribiéndose bajo el implacable escrutinio de la opinión pública.
Por ahora, las puertas permanecen abiertas. Y el tiempo, como siempre, será el juez definitivo.