La noche del lunes, la calle Corrientes se vistió de fiesta. En el icónico Teatro Gran Rex, Los Palmeras celebraron sus 52 años de carrera, pero hubo una figura que, inesperadamente, eclipsó todas las miradas. Mirtha Legrand apareció en la platea baja, aplaudida, reverenciada y convertida en protagonista indiscutida de una velada que quedará grabada en la memoria de los fans de la cumbia santafesina.
La presencia de la diva no fue una sorpresa para quienes conocen su fanatismo por la banda santafesina liderada por Rubén Cacho Deicas y Marcos Camino. Sus encuentros en la histórica mesa televisiva de la conductora fueron siempre celebraciones de anécdotas y complicidades. Mirtha, con su estilo directo y curioso, suele interrogar a Cacho sobre el significado detrás de canciones como “Perra” o “El bombón”, esas melodías que son himnos populares y que, generación tras generación, acompañan el pulso festivo del país.
Sin embargo, esta vez no hubo entrevistas ni charlas: ella fue parte de la fiesta. Su llegada al Gran Rex, a los 97 años, fue con asombro y admiración. Desde el momento en que se acomodó en su asiento de la platea baja, las miradas del público no pudieron apartarse de ella. Un murmullo recorrió la sala, como si se tratara de un momento irreal. La diva, con una sonrisa serena y un aplauso constante, se dejó llevar por la música.
La banda desplegó sobre el escenario un repertorio vibrante que hizo bailar a todos los presentes. El teatro, colmado de público de distintas edades, vibró al ritmo de la cumbia que Los Palmeras supo llevar a todos los rincones del país. Pero fue en el momento más emotivo del show cuando Cacho Deicas, micrófono en mano y con una sonrisa cómplice, decidió hacer un gesto que quedará en la memoria de todos. Descendió del escenario y, ramo de rosas rojas en mano, avanzó hacia la platea, buscando a Mirtha. La sala, expectante, estalló en aplausos. Cuando el líder de la banda entregó las flores a la diva, los fanáticos explotaron en ovaciones.
La Chiqui, conmovida, agradeció con un gesto elegante, como si el tiempo no pasara sobre ella. Los aplausos seguían cayendo, uno tras otro, como una lluvia interminable. Fue un homenaje en vida, un momento en el que se encontraron dos historias que, aunque distintas, forman parte del ADN cultural argentino: la diva inquebrantable y los íconos de la cumbia santafesina.
La emoción continuó cuando Los Palmeras interpretaron “Soy Sabalero”, la reversión de un clásico que la conductora no dudó en declarar como su favorito. Desde su lugar, marcó el ritmo con palmas y miradas cómplices al resto del público. Su imagen, disfrutando con auténtica alegría, fue suficiente para viralizar las redes sociales. Videos de Mirtha bailando y aplaudiendo comenzaron a circular rápidamente, acompañados de comentarios de admiración y cariño.
Horas más tarde, la conductora compartió en su cuenta de Instagram un video que resumía el instante. “Ayer viví una noche inolvidable en el Gran Rex disfrutando la presentación de Los Palmeras. ¡Estoy muy emocionada por el amor de todo el público!”, escribió. La publicación estalló en reacciones. “Es única y no habrá otra igual. Admiración y respeto, Chiquita”, comentó una seguidora. Otra usuaria escribió: “¡Vamos Mirtha! Siempre apoyando el espectáculo. Inmaculada y radiante”. La opinión generalizada era una sola: Mirtha sigue siendo la diva indiscutida del espectáculo argentino.
Por su parte, la banda reafirmó su lugar como referentes indiscutidos de la cumbia argentina. Con la participación de invitados especiales como Emanero y Nahuel Pennisi, lograron que la sala se transformara en una verdadera pista de baile. Desde adolescentes que conocieron la música a través de las redes hasta adultos que siguen a la banda desde sus inicios, el público fue testigo de un espectáculo que no entiende de edades ni fronteras.
Cuando el último acorde se apagó y las luces del teatro comenzaron a encenderse, la calle Corrientes volvió a su calma habitual. Pero en el aire, todavía vibraba el eco de una noche única. Mirtha Legrand y Los Palmeras, dos nombres que, desde distintos lugares, son emblemas de la cultura popular argentina, compartieron un instante irrepetible. Porque si algo quedó claro es que el tiempo puede pasar, pero hay figuras y melodías que nunca pierden su brillo.