La televisión argentina supo ingeniárselas para tomar elementos existentes de otros países y obras literarias para fascinar a su público. En especial con el humor y suspenso estadounidense, del que se valieron de recursos con series como Top Secret! y en películas como La Pistola Desnuda para darle rienda a su inspiración. El 19 de octubre de 2004, Telefe estrenó una ficción que mezcló comedia, absurdos y sátira policial como pocas veces se había visto: Mosca & Smith en el Once. Protagonizada por Fabián Vena y Pablo Rago, la serie marcó un hito con su particular retrato del mítico sub-barrio porteño de Once, que combinaba comedia absurda, sátira y drama policial con un trasfondo que capturaba la realidad social de una Buenos Aires post-crisis del 2001 y sigue resonando a dos décadas de su primera emisión.
Escrita por un destacado equipo de guionistas como Ramiro Agulla, Carlos Baccetti, Fernando Regueira, Sergio Bizzio y Leonel D’Agostino, y dirigida por Diego Kaplan, la serie se ambientaba en el mítico barrio de El Once, un lugar caótico, vibrante y cargado de historias que reflejaban los desafíos de la vida porteña. Desde el primer capítulo, titulado “Asesinato en el cine porno”, la tira mostró una mezcla de ironía, humor negro y absurdo que conectó de inmediato con la audiencia. La frase inicial, “En el Once nadie muere de pie, sino que todos de rodillas. Acá vienen a comprar barato y lo único que se paga caro es la inocencia”, estableció el tono de la serie, una narrativa donde los crímenes más insólitos y los personajes más extravagantes se encontraban en el corazón del barrio. Melchor Mosca y Carlos Smith eran dos policías que, con métodos poco ortodoxos y personalidades desbordantes, intentaban resolver los casos que se les presentaban.
Por un lado estaba Mosca, interpretado por Vena, quien se presentaba como un hombre caótico, lleno de defectos y adicciones, que divide su tiempo entre los prostíbulos, el karaoke y su trabajo como policía. Amante de los boleros, su vida personal estaba marcada por una profunda herida, ya que llevaba años sin ver a su hija, a quien añoraba profundamente. Su carácter rudo y despreocupado contrastaba con su lado más humano, que afloraba en ciertos momentos, en especial al momento de dejar al descubierto su historia de vida ante su compañero de andanzas. Además, su Chevy modelo ‘74 casi ocupaba el rol de otro personaje en la historia, ya que era una extensión de su personalidad que lo acompaña en cada caso.
Por otro lado, Smith, encarnado por Rago, era la segunda pieza fundamental de la dupla de detectives. A través de la historia se conocían detalles de él, un exjugador de fútbol de Huracán que nunca pudo superar el estigma de haber errado un penal en un clásico contra San Lorenzo. Sin embargo, este encontró en la policía un refugio donde intentar redimirse. Ataviado con ropa deportiva setentera y un característico peinado afro, el particular investigador aportaba un tono irreverente y entrañable en contraste a su compañero de aventuras, que constantemente iniciaba desde debates a charlas cargadas de comentarios subidos de tono a humor negro.
En los inicios de sus aventuras, Vena habló con orgullo sobre este papel, en especial en una nota que otorgó a Página 12 en el mes de su estreno: “Es un matrimonio extraordinario, tengo que reconocerlo. Una dupla soñada. Pablo es un actor notable que también ha luchado contra el encasillamiento y los preconceptos, es una persona que enaltece la profesión desde hace años. Está fantástico como Smith, una gran composición la suya. Y el programa también viene a eso: a romper prejuicios, ideas recibidas. A desactivar esa bomba de tiempo que puede ser la intolerancia, a través del humor y la desmitificación”. A su vez, destacó: “Son dos osados contra lo malo del mundo, siempre a favor de los más débiles”.
Sin embargo, la tira de ficción no solo se destacó por la química entre sus protagonistas, sino también por un elenco secundario que sumaba riqueza al universo narrativo. Tales como el personaje que encarnaba Laura Miller, como la criminóloga Mercedes Cohen, se encargaba de las autopsias en los casos y aportaba un interés romántico que equilibraba la rudeza de Mosca. El Oso Alegre, interpretado por Oscar Alegre, era el dueño de un bar karaoke donde transcurrían algunas de las escenas más memorables, mientras que el Comisario Peluffo, interpretado por Nacho Vavassori, simbolizaba la jerarquía policial que se veía constantemente desbordada por los eventos del barrio.
Uno de los grandes méritos de la serie fue su capacidad para tomar elementos de la televisión y el cine estadounidense, llegando a un punto en que fueron tildados como los " Starsky & Hutch argentinos”, y adaptarlos a un contexto profundamente local. El diseño de personajes, el vestuario y los accesorios eran un guiño constante a los clásicos de los años 70, pero con un toque argentino inconfundible. El afro de Smith, el bigote frondoso de Mosca y su clásico auto se convirtieron en íconos visuales que marcaron la estética de la trama. Estos detalles, junto a las directivas de su director, logró capturar con precisión la esencia de un sector de la vida porteña, mostrando su caos, diversidad cultural y dinámica social de una manera que alternaba entre la sátira y el realismo de la cotidianeidad porteña.
El abrupto final de la dupla
A pesar de su éxito inicial, la serie enfrentó serias dificultades en su segunda entrega. La salida de Rago luego de solo dos capítulos marcó un antes y un después que sus fanáticos no pudieron olvidar con facilidad. Problemas internos, como desacuerdos con los productores y atrasos en los pagos, llevaron a la intervención del sindicato de actores y a la suspensión de las grabaciones en varias ocasiones. Aunque se intentó mantener el nivel de la primera temporada, la segunda no logró replicar el impacto inicial, y terminó siendo cancelada luego de algunos capítulos.
En un intento de mantener a flote la historia con la partida del Smith original, la producción decidió sumar a Tomás Fonzi, quien asumió el papel de Santiago Smith, un joven egresado de la escuela de policía que tuvo la difícil tarea de llenar sus zapatos. Para su introducción, la muerte en medio de la persecución a un criminal puso el punto final y dejó un tinte amargo a los televidentes. El show debía continuar, por lo que de inmediato el nuevo compañero de Smith entró en escena y, si bien su relación empezó con el pie izquierdo, pero eventualmente desarrollaron una dinámica donde el protagonista mayor se convertía en una especie de mentor.
En un intento de mantener presente al fallecido policía, Santiago se adaptó a su estética y usó un vestuario similar. Pero la cabellera no fue replicada, sino que optó por un peinado de la década de 1980. Lejos de tratarse de un profesional como su antecesor, este dejó en claro su necesidad de ser aconsejado y guiado a lo largo de las agitadas jornadas en Once, siendo otra de las diferencias que marcaron aquella temporada.
Tras perder gran parte de la audiencia, el final llegó para la dupla de detectives. Los múltiples inconvenientes técnicos como el cambio del elenco llevaron a ponerle un freno y, con esto, una de las series policiales más icónicas se despidió de la pantalla chica. Sus actores siguieron sus propios caminos, como también lo hicieron sus fanáticos, que todavía los recuerdan pese a la cantidad de los años que han transcurrido.
Esto no repercutió en la exitosa trayectoria de sus protagonistas. Rago, tras dejar la serie, brilló en proyectos como El secreto de sus ojos, ganadora del Óscar, y Vientos de agua. Además, a mediados de este año formó parte del Goyo, una película protagonizada por Nancy Dupláa y Nicolás Furtado, para la plataforma de Netflix. Mientras que Vena mantuvo una sólida carrera en teatro y televisión, con roles memorables en ficciones como Caín y Abel y 100 días para enamorarse. También llevó adelante varias obras a lo largo del país, siendo una de sus últimas El Debate y Quién soy yo.
Por otro lado, una figura del programa que causó sensaciones fue el interés romántico de Mosca, Laura Miller. Si bien supo combinar su faceta de actriz y cantante, destacándose en producciones musicales y teatrales, esto no impidió que se alejara del ojo público luego de su escandaloso divorcio con Nicolás Traut, acusado de una serie de fraudes monetarios. En 2017, se sumó a la película Una gran noche, protagonizada por Ulises Droghei y Denise Gómez Rivero. Pero con el pasar de los años volvió a alejarse de los reflectores y mantuvo un bajo perfil que hasta estos días la envuelve en un aire lleno de misterio.
El legado de los desopilantes detectives
Pese a las peripecias que vivió la dupla a lo largo de sus episodios, el cariño por su historia permanece intacto. A dos décadas de su estreno, continúa siendo recordada como una de las producciones más originales de la pantalla chica. Su mezcla de humor absurdo, sátira social y un retrato fiel de una Buenos Aires en reconstrucción la convirtieron en una obra de culto que trasciende generaciones. La serie no solo marcó a su público, sino que también dejó una huella en sus protagonistas, quienes continuaron desarrollando carreras destacadas en el ámbito artístico.
Desde posteos en las redes sociales y foros de consulta a páginas dedicadas a sus personajes son algunas de las pruebas que dejan en claro la huella que marcaron en la ficción nacional. Poniéndose a la par de personajes como Frank Drebin y Maxwell Smart del Superagente 86, la dupla argentina no tiene nada que envidiarles a sus ingeniosos detectives.
Mosca & Smith en el Once sigue siendo un recordatorio de la creatividad que caracterizan a la industria televisiva nacional, una obra que supo captar el espíritu de su época mientras ofrecía risas y reflexiones a partes iguales. Y, para sus protagonistas, representó un capítulo clave en sus carreras, mientras que para el público quedó como un retrato inolvidable de una época y un homenaje al ingenio argentino.