
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, compartió en el podcast de Alex Kantrowitz su visión sobre el futuro de la inteligencia artificial y los desafíos que plantea la integración de asistentes virtuales cada vez más personalizados en la vida cotidiana y el trabajo.
En un contexto donde la personalización y la memoria avanzada de los chatbots como ChatGPT evolucionan rápidamente, Altman planteó si la sociedad está realmente preparada para convivir con asistentes que conocen cada aspecto de nuestra vida y advirtió sobre los retos sociales y humanos que esto implica.
La personalización y la memoria en los asistentes de IA
Durante la conversación con Kantrowitz, Altman subrayó el papel central que la personalización desempeña en la experiencia de los usuarios de ChatGPT. “Es extremadamente adictiva. A la gente le encanta que el modelo los conozca con el tiempo, y vamos a potenciar eso mucho más”, afirmó en el podcast de Alex Kantrowitz.
Según el directivo, la capacidad de la IA para recordar detalles de la vida del usuario supera ampliamente lo que cualquier asistente humano podría lograr: “La memoria de la IA será capaz de recordar cada detalle de tu vida, incluso pequeñas preferencias que ni siquiera pensaste en indicar”.
Altman reconoció que, aunque la memoria de los asistentes aún se encuentra en una etapa inicial, el potencial de una memoria “perfecta” y personalizada es uno de los aspectos que más le entusiasman de cara al futuro.
“Estamos en la era GPT-2 de la memoria, pero llegará el momento en que la IA recuerde cada detalle de tu vida y se personalice en función de todo eso, no solo de los hechos, sino también de las pequeñas preferencias que ni siquiera pensaste en indicar”, explicó en el podcast.
Relaciones humanas con los chatbots: de la utilidad a la compañía
El CEO de OpenAI también abordó la creciente demanda de relaciones más profundas con los asistentes virtuales. “Hay más personas de las que pensaba que quieren tener una relación profunda con una IA... Hay versiones de esto que pueden ser muy saludables, y otras que no lo son tanto”, reflexionó Altman.
Reconoció que términos como “relación” o “compañerismo” no terminan de capturar la naturaleza de este vínculo, pero subrayó que existe un espectro de preferencias: desde quienes buscan una herramienta eficiente hasta quienes desean una conexión más cálida y cercana.
Altman defendió la importancia de ofrecer libertad de elección a los usuarios adultos sobre el grado de intimidad que desean establecer con la IA, aunque advirtió sobre los riesgos de dependencia y las versiones menos saludables de este tipo de interacción. “Adultos deberían tener mucha libertad para decidir en qué punto del espectro quieren estar... pero también hay versiones que me parecen poco saludables, aunque estoy seguro de que mucha gente elegirá eso”, señaló en el podcast de Alex Kantrowitz.
Impacto en el trabajo: automatización, nuevos roles y desafíos laborales
En cuanto al impacto de la IA en el mundo laboral, Altman se mostró menos alarmista que otros analistas, aunque reconoció que la transición será compleja. “No soy catastrofista sobre el empleo, pero la transición será difícil en algunos casos”.
“El trabajo del futuro será muy diferente al de hoy”, sostuvo. Asimismo, explicó que la automatización de tareas y la gestión de bots ya están transformando el día a día de muchas empresas, y que la IA puede asumir una parte significativa de las tareas de conocimiento, como lo demuestran los resultados de los modelos más recientes de OpenAI.

El directivo ilustró cómo, en algunos casos, los trabajadores han pasado de gestionar equipos humanos a coordinar bots, y que, una vez que estos sistemas alcanzan un nivel suficiente de autonomía, pueden desplazar a los propios gestores.
A pesar de ello, Altman confía en la capacidad de adaptación de las personas y en la aparición de nuevos roles y formas de encontrar sentido en el trabajo, aunque admite que el concepto mismo de “empleo” podría transformarse radicalmente en las próximas décadas.
Desafíos sociales y éticos de la personalización extrema
Altman dedicó parte de la entrevista a los dilemas sociales y éticos que plantea la personalización extrema de los asistentes virtuales. Planteó la necesidad de modular la relación humano-IA y de establecer límites claros, especialmente en lo que respecta a la privacidad y la gestión de datos personales.
“Hay ejemplos de cosas que otras plataformas ofrecerán y nosotros no, como permitir que la IA intente convencer a alguien de mantener una relación exclusiva o romántica con ella”, aclaró.
El CEO de OpenAI insistió en que la libertad de elección debe ir acompañada de una reflexión social sobre los riesgos de dependencia y sobre cómo regular estas nuevas formas de interacción.
“Como con otras tecnologías, haremos el experimento y la sociedad irá descubriendo cómo regularlo y dónde poner los límites”, expresó en el podcast de Alex Kantrowitz.
Perspectivas de futuro: ¿estamos listos para convivir con asistentes omnipresentes?
De cara a los próximos años, Altman anticipó una integración cada vez mayor de la IA en la vida diaria, tanto a través de nuevos dispositivos como de la evolución de los propios asistentes virtuales.
“Habrá un cambio en la forma en que usamos los ordenadores, pasando de herramientas reactivas a asistentes proactivos que entienden todo nuestro contexto y vida”, auguró.
En tanto, considera que los dispositivos actuales no están plenamente adaptados a este nuevo paradigma, y que surgirán nuevas formas de interacción más naturales y continuas.
A pesar del entusiasmo por el potencial de la IA, Altman reconoció la incertidumbre sobre los efectos a largo plazo de convivir con asistentes que lo saben todo de nosotros. “No creo que sepamos aún hasta dónde debemos permitir que esto avance”, admitió, y subrayó la importancia de que la sociedad mantenga el control sobre el desarrollo y la integración de estas tecnologías.
La visión de Altman, recogida en el podcast de Alex Kantrowitz, apunta a un futuro en el que la personalización y la memoria avanzada de la IA transformarán la vida cotidiana y el trabajo, pero también exigirán una reflexión colectiva sobre los límites y las reglas de convivencia con asistentes cada vez más inteligentes y presentes.
La sociedad, según su perspectiva, tendrá que experimentar, aprender y decidir hasta dónde quiere llegar en esta nueva relación con la inteligencia artificial.
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