
El consumo de televisión y otros contenidos en pantalla por parte de los niños es un tema central en la conversación sobre hábitos saludables en la infancia. Y una de las dudas de los padres es saber cuándo es el mejor momento del día para que puedan disfrutar de este espacio, sin afectar su crecimiento y desarrollo.
Diversas organizaciones y especialistas, como la Sociedad Argentina de Pediatría, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Estadounidense de Pediatría (AAP), han dado recomendaciones concretas para orientar a las familias en el manejo de las pantallas y minimizar sus riesgos.
Cuál es el horario ideal para que los niños vean televisión
Pediatras y psicólogos infantiles coinciden en que el momento del día en que los niños ven televisión influye sensiblemente en su descanso, conducta y rendimiento escolar. Por eso, organizaciones como la Sociedad Argentina de Pediatría desaconseja el consumo de animaciones y otros contenidos audiovisuales a primera hora de la mañana y antes de empezar la rutina nocturna.
La justificación es la estimulación visual y mental que generan las pantallas, capaces de alterar la calidad del sueño y la capacidad de concentración. La luz azul emitida por los dispositivos inhibe la producción de melatonina, la hormona responsable de regular los ciclos del sueño, lo que retrasa la conciliación del sueño y afecta el descanso.

Un estudio de la Universidad de Harvard corroboró que la exposición a la luz azul bloquea la liberación de melatonina el doble de tiempo que la luz verde, impactando negativamente en los patrones de sueño infantiles.
Por ello, las recomendaciones internacionales y locales establecen que la televisión y los dispositivos electrónicos deben utilizarse preferentemente durante la tarde, tras el regreso de la escuela, la realización de actividades extraescolares y antes de iniciar cualquier preparación para dormir.
Así, se asegura que la televisión funcione como una actividad lúdica y recreativa, y no como una rutina inmediata al despertar o al acostarse.
Cuánto tiempo es el adecuado frente a la pantalla
La cantidad de tiempo que los niños pueden pasar ante la televisión y otros dispositivos depende profundamente de la etapa del desarrollo cerebral en la que se encuentran. Durante los primeros años de vida, el cerebro humano experimenta un desarrollo acelerado: duplica su tamaño en el primer año y alcanza el 80% del tamaño adulto a los tres años.

Diversas fuentes médicas señalan que la formación de redes neuronales se favorece mucho más con juegos no estructurados e interacciones humanas que con el consumo pasivo de contenidos digitales.
Para los menores de dos años, tanto la OMS como la Sociedad Argentina de Pediatría coinciden en desaconsejar por completo la exposición recreativa a pantallas. Por razones de madurez neurológica y emocional, esta franja de edad no debe tener contacto con televisión, salvo en excepciones como videollamadas con familiares a distancia.
De los dos a los cinco años, las recomendaciones señalan un máximo de una hora diaria. Es fundamental que este tiempo sea compartido con un adulto, quien pueda traducir estímulos, seleccionar contenidos apropiados y fomentar una interpretación adecuada de lo visto.
La Asociación Estadounidense de Pediatría sugiere fijar el foco en la calidad y no tanto en la cantidad, seleccionando programas de ritmo lento, educativos y con diálogo humano real, como Mister Rogers’ Neighborhood, en contraste con opciones de animaciones frenéticas cuyo efecto puede perdurar negativamente más allá de su visionado.
Entre los seis y doce años, el lapso recomendado se extiende hasta una hora y media diaria, con la condición de que jamás interfiera con las horas de sueño ni con la actividad física.

Momentos y hábitos que deben evitarse frente a la pantalla
No todos los horarios ni todas las prácticas con la televisión y los dispositivos son equivalentes. Distintos especialistas coinciden en la necesidad de evitar el uso de pantallas durante al menos una hora antes de dormir, así como no permitir dispositivos en los dormitorios.
Tampoco resulta adecuado utilizarlos o mantenerlos de fondo en las comidas, momentos que deberían reservarse para la interacción familiar sin distracciones tecnológicas.
La exposición a medios electrónicos antes de los cinco años incluso en forma de televisión de fondo, según diversas investigaciones, reduce la cantidad y calidad de las interacciones entre el niño y sus cuidadores, desplazando el tiempo de juego activo, lo que afecta el crecimiento de habilidades de atención, lenguaje y desarrollo socioemocional.
Para ordenar las rutinas diarias existen pautas que la Sociedad Argentina de Pediatría sugiere a modo de guía:
- No utilizar pantallas durante las comidas.
- Evitar televisión y contenidos audiovisuales una hora antes de dormir.
- Elegir contenidos tranquilos, pertinentes y revisar siempre su origen y finalidad.
- Acompañar el visionado en el caso de niños pequeños, haciendo de la pantalla una experiencia conjunta y guiada.
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