La verdad detrás de Atlas, el navegador de OpenAI que pecaría por seguridad con los datos

Expertos en ciberseguridad advierten que los navegadores con IA aún no son aptos para gestionar información sensible o autenticaciones

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OpenAI lanzó su navegador Atlas,
OpenAI lanzó su navegador Atlas, el cual es considerado con bajos estándares de seguridad. REUTERS/Dado Ruvic/Illustration

El reciente lanzamiento de Atlas, el navegador de OpenAI que cuenta con funciones de inteligencia artificial generativa dentro de la experiencia de navegación web, ha encendido el debate técnico en la industria digital. Especialistas en ciberseguridad alertan que, si bien esta clase de exploradores promete facilitar búsquedas, resúmenes y automatizaciones en tiempo real, aún no reúne las condiciones de madurez necesarias para ser utilizado con plena confianza cuando se trata de datos sensibles.

Las advertencias no son menores: se habla de riesgo real de exposición de información personal, histórica o corporativa, debido a funciones que mantienen memoria de uso y al potencial de ataques diseñados para engañar a la inteligencia artificial durante la navegación.

Este tipo de navegador permite que el usuario consulte una página web y, sin cambiar de pestaña, reciba resúmenes, explicaciones, contrastes o recomendaciones generadas por inteligencia artificial en el mismo flujo de lectura. Es, en esencia, una capa de interpretación automática superpuesta sobre Internet. En teoría, esto reduce tiempo de búsqueda, evita abrir múltiples sitios y aporta contexto inmediato sobre lo que se está viendo en pantalla. Pero el terreno de seguridad sigue en construcción.

El navegador permite que los
El navegador permite que los usuarios realicen consultas a ChatGPT sin necesidad de abrir la herramienta. (OpenAI)

Investigadores que han puesto a prueba navegadores con IA integrada advierten que aún no hay una arquitectura estable equivalente a la de los navegadores tradicionales cuando se trata de blindaje, sandboxing avanzado y sistemas de verificación de identidad.

En este escenario, no se trata solamente de si la herramienta es útil o no: el punto crítico es que una solicitud, una sugerencia o un prompt mal orientado podría derivar en operaciones no deseadas sin que el usuario lo note a primera vista.

Otro punto señalado por José Amado, gerente del área de identidades digitales de SISAP, es el rol de la “memoria”. Algunos asistentes de IA almacenan contexto previo para mantener continuidad. Esa memoria puede contener datos que el usuario no tenía intención de guardar. Y si esa información queda disponible para capacidades posteriores del sistema, un ataque diseñado para manipular instrucciones podría intentar activarla.

OpenAI lanzó su propio navegador
OpenAI lanzó su propio navegador web llamado Atlas. REUTERS/Dado Ruvic/Illustration

A esto se suma otro factor: la navegación asistida por IA puede ser engañada. Ya existen demostraciones técnicas donde la inteligencia artificial es inducida a interpretar señales embebidas en sitios web y ejecuta órdenes que el usuario jamás pidió explícitamente. Esto incluye desde abrir nuevas direcciones hasta completar parcial o totalmente formularios.

Por eso, los expertos recomiendan no utilizar este tipo de navegadores para ninguna circunstancia que implique autenticación. La recomendación es simple, aunque el navegador bloquee bancos o portales corporativos, el riesgo persiste incluso con el intento.

Entre los consejos más repetidos para quienes deseen explorar esta tecnología en fase temprana están estos lineamientos básicos:

  • No ingresar a plataformas bancarias.
  • No introducir contraseñas, datos personales o credenciales corporativas.
  • No compartir información de clientes o bases de datos internas.
  • Evitar descargas de archivos desde sitios cuyo origen no sea verificado.
  • Tratar la herramienta únicamente como consulta de información pública.
  • Mantener su uso dentro de entornos controlados o de investigación.
OpenAI tiene su navegador que
OpenAI tiene su navegador que se llama Atlas.

Los especialistas insisten en que la conclusión no es “no se use”, sino “úsese bajo parámetros estrictos”. Esta generación de navegadores representa un salto tecnológico claro en la convergencia entre lectura y automatización. Sin embargo, el ecosistema técnico que sostiene la privacidad todavía debe madurar.

El campo de la ciberseguridad suele recordar que los cambios tecnológicos disruptivos llegan más rápido que los marcos regulatorios y que los mecanismos de defensa. En este caso, la novedad de la navegación con IA no debe confundirse con una garantía de seguridad. Hasta que se compruebe que los sistemas de protección están a la altura, la prudencia es la regla.