
Un error frecuente en la mayoría de los hogares ocurre en una acción tan cotidiana como elegir el ciclo de lavado de la lavadora. Muchas familias emplean habitualmente programas innecesariamente largos y con temperaturas elevadas, convencidas de que ofrecen una limpieza más eficaz.
No obstante, diversos organismos advierten que esta práctica incrementa tanto el gasto energético como el consumo de agua, sin aportar beneficios reales a la limpieza de las prendas. Los usuarios deben entender que el funcionamiento eficiente del aparato depende en gran medida de la elección del programa.
Un único botón, destinado a los ciclos ecológicos o de baja temperatura, puede reducir el consumo energético asociado a su uso, pero pese a la relevancia de esta opción, su utilidad y potencial suelen pasar desapercibidos o ser infravalorados.
Por qué el consumo energético de la lavadora depende de la temperatura del agua

El Instituto Catalán de Energía sostiene que “utilizar ciclos de lavado a 90°C consume cuatro veces más energía que uno a 40°C”. Este dato hace visible que el mayor gasto no se produce durante el movimiento del tambor, sino en el proceso de calentar el agua.
Según la institución, el 85% de la energía necesaria en cada lavado se destina a esta función específica, un porcentaje que se traduce en un encarecimiento directo de la factura eléctrica.
Esta realidad convierte a la elección de la temperatura en una decisión decisiva. En la mayoría de los casos, lavar a 30°C o 40°C resulta suficiente para eliminar la suciedad habitual y preservar los tejidos.
Cuál es el “botón ecológico” y cómo funciona en la lavadora

La mayoría de los modelos recientes de lavadora incorporan un botón identificado como “Eco”, “Ecológico” o “Ahorro de energía”. Al activarlo, el aparato ajusta automáticamente la temperatura del agua y la duración del ciclo.
Este modo utiliza parámetros configurados para lograr una limpieza eficiente con el mínimo gasto posible de agua y electricidad. Este botón, en combinación con el llenado completo del tambor, puede reducir en gran manera el consumo de recursos.
No todos los usuarios conocen el impacto de esta función, lo que provoca que su potencial de ahorro quede subutilizado. La consulta al manual de usuario y el aprovechamiento de pautas de organismos de consumo resultan clave para optimizar su uso.
Qué pasa si no se llena completamente la lavadora en cada lavado

Llenar la lavadora por completo es uno de los hábitos que más inciden en el ahorro. Según la Organización de Consumidores y Usuarios de España (OCU), utilizar cargas completas reduce la frecuencia de lavado y el desperdicio de energía y agua, al mismo tiempo que rentabiliza cada ciclo por prenda lavada.
Dejar la lavadora a media carga o seleccionar programas innecesarios duplica el gasto y multiplica el desgaste del aparato. Además, una gestión eficiente de la colada puede coordinarse con la programación de los ciclos ecológicos, logrando un resultado óptimo.
Lavar solo cuando la ropa justifica un ciclo completo y separar piezas según tipo y nivel de suciedad permiten seleccionar siempre la opción más conveniente y sostenible.
Por qué no hay que echar mucho detergente en la lavadora

La elección del detergente y su dosificación tienen un impacto notable. Optar por productos concentrados o con certificación ecológica facilita que la lavadora aproveche mejor cada ciclo, reduciendo residuos y disminuyendo la necesidad de aclarados adicionales.
La OCU sugiere respetar las cantidades señaladas por el fabricante, porque un exceso de producto no incrementa la limpieza, sino que produce más espuma y puede dejar restos en los tejidos. Asimismo, el uso racional del detergente favorece la eficacia de los ciclos fríos o de baja temperatura.
Así, resulta posible mantener un nivel óptimo de higiene sin recurrir a temperaturas elevadas ni prolongar innecesariamente el tiempo de lavado. Este enfoque ajusta el consumo de agua y electricidad, protegiendo tanto la ropa como los recursos naturales.
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