
Los niños menores de 2 años forman parte de una generación expuesta como nunca antes al mundo de las pantallas, un fenómeno que plantea interrogantes sobre su impacto en el desarrollo del lenguaje y el crecimiento integral durante la primera infancia.
A pesar de los avances tecnológicos y las oportunidades que ofrecen los dispositivos digitales, expertos e instituciones internacionales insisten en la necesidad de limitar y acompañar su uso en esta edad para promover un desarrollo sano y evitar riesgos asociados a una sobreexposición.
Cuáles son los riesgos del uso de pantallas en menores de 2 años
Instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Americana de Pediatría (AAP) convergen en una pauta clara: los niños menores de dos años no deberían tener acceso regular a dispositivos electrónicos.
La única excepción es la realización de videollamadas para mantener el contacto con familiares distantes, siempre bajo la supervisión de padres o cuidadores. El motivo de esta sugerencia radica en los procesos de aprendizaje únicos que se dan en los primeros años de vida, donde la interacción directa con adultos, el juego y el contacto físico cumplen un rol determinante.

El desarrollo del lenguaje, en particular, depende de ambientes ricos en intercambio verbal y gestual.
Diana Ramírez, psicóloga clínica de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, señala: “los niños cuentan con periodos críticos de aprendizaje y el lenguaje es una puerta abierta dispuesta a mejorarse cada día. Lastimosamente un alto uso de pantallas hace que se disminuya el desarrollo de esta habilidad y a los NNA les cueste más comprender y expresarse con otros. Entre más se posponga el uso de pantallas, mejor serán las habilidades lingüísticas”.
La evidencia muestra que la utilización excesiva y no acompañada de pantallas puede traducirse en demoras en el inicio del habla, problemas para comprender y expresar ideas, y reducciones en la calidad de la interacción social.
Los primeros dos años son esenciales porque las habilidades lingüísticas se construyen a partir del contacto humano, la observación de expresiones faciales, la escucha atenta del tono de voz y el ritmo de la conversación.

El uso desmedido de dispositivos en niños menores de 2 años acarrea riesgos que van más allá del lenguaje. Según la AAP y la OMS, la exposición prolongada puede estar asociada con obesidad, trastornos del sueño, problemas de atención y dificultades de aprendizaje.
En cuanto al desarrollo de la comunicación, el uso pasivo y sin acompañamiento adulto disminuye notablemente las oportunidades de aprender nuevas palabras, comprender su significado y practicar la conversación.
Es frecuente encontrar casos en los que padres, debido a múltiples ocupaciones o para buscar un momento de tranquilidad, colocan a los niños frente a la televisión, la tableta o el smartphone. Si bien la tecnología puede resultar útil en ciertos escenarios, relegar el contacto verbal y físico en favor de la pantalla genera un déficit en estímulos, necesarios en esta etapa para que el infante relacione objetos, gestos y palabras con su contexto cotidiano.

Cómo hacer un uso saludable de las pantallas en niños
A pesar de los riesgos, existe margen para que las familias incorporen la tecnología de manera controlada y responsable, incluso en menores de 2 años. Diversos estudios y guías internacionales proponen recomendaciones prácticas para equilibrar tecnología y desarrollo infantil:
- En el caso de querer introducir medios digitales a niños de 18 a 24 meses, la AAP recomienda que siempre se trate de contenidos de alta calidad, preferentemente diseñados con intención educativa, y que el adulto acompañe todo el proceso, compartiendo la actividad, repitiendo palabras y frases, y dialogando sobre lo que ambos ven en la pantalla. Evitar el uso del dispositivo como mecanismo de distracción solitaria es fundamental.
- La interacción con el niño debe mantenerse como el eje central: observar un video educativo juntos puede ser valioso si se acompaña de explicaciones, preguntas y comentarios relacionados con la vida cotidiana del infante.
- Es fundamental que el adulto seleccione cuidadosamente las aplicaciones, programas o videos, asegurando que no contengan violencia, estímulos excesivos ni publicidad. Sitios web como Common Sense Media pueden guiar a los padres en la elección de material adecuado para la edad y los valores familiares.
El acompañamiento también implica establecer rutinas libres de pantallas, especialmente durante las comidas, antes de dormir o en el tiempo de juego. Al priorizar actividades manuales, juegos en el parque, lectura de cuentos y música, se equilibran los estímulos y se favorece la creatividad, la expresión y el contacto social.
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