La administración de Donald Trump ha revelado su ‘Plan de Acción de IA’, un documento de 28 páginas que busca posicionar a Estados Unidos como líder indiscutible en el desarrollo y control de la inteligencia artificial. El plan gira en torno a tres ejes: acelerar la innovación, fortalecer la infraestructura nacional de IA y liderar los esfuerzos diplomáticos y de seguridad en el ámbito internacional.
Entre sus propuestas figuran la eliminación de referencias a la diversidad, el cambio climático y la desinformación en las directrices federales, así como la reducción drástica de regulaciones que, según la administración, obstaculizan el avance tecnológico.
El presidente Trump tiene previsto firmar varias órdenes ejecutivas en los próximos días para activar las medidas contempladas en este plan. El anuncio fue hecho en la antesala de su participación en un evento en Washington, D. C., organizado por el Hill and Valley Forum y el All-In Podcast, donde el tema central fue el futuro de la IA en Estados Unidos.

La presentación del plan refuerza el interés de la administración en una política tecnológica centrada en la supremacía geopolítica, el dinamismo empresarial y el rechazo a ciertas agendas progresistas.
Uno de los puntos del documento es la exigencia de que los desarrolladores de modelos de lenguaje garanticen la “objetividad” de sus sistemas, lo que podría excluir a compañías acusadas de incorporar sesgos ideológicos. Además, se propone impedir que los estados impongan regulaciones más estrictas que el gobierno federal, amenazando incluso con cortar fondos si estas normas interfieren con la implementación del plan.
En el ámbito económico, la propuesta busca eliminar trabas para la construcción de centros de datos, fábricas de semiconductores y una expansión de la red eléctrica que respalde industrias con alto consumo energético. También se impulsa una cultura de “probar primero” para fomentar la adopción de la IA tanto en el sector privado como en organismos estatales, incluyendo el uso en las Fuerzas Armadas.
El documento plantea que ganar la carrera tecnológica garantizará la seguridad, el bienestar económico y el liderazgo mundial de Estados Unidos. No obstante, al tiempo que promueve la investigación científica y el uso de la IA en áreas como la bioseguridad o la lucha contra las falsificaciones, también propone limitar la exportación de tecnología a países considerados adversarios.
Los decretos destinados a convertir la IA estadounidense en el nuevo dólar
El miércoles 23 de julio, desde el auditorio Andrew W. Mellon en Washington D. C., Donald Trump pronunció un discurso que, aunque disperso en temas y marcado por referencias a acuerdos comerciales recientes, culminó con un anuncio de alto impacto: la firma de tres decretos presidenciales que buscan transformar a la inteligencia artificial estadounidense en el nuevo estándar global, con un nivel de influencia comparable al del dólar.
El evento fue organizado en conjunto por el All-In Podcast, creado por David Sacks —actual asesor de IA del presidente— y el Hill and Valley Forum, un espacio clave de conexión entre Silicon Valley y la esfera política conservadora de Washington.
La nueva política supone un viraje radical con respecto al enfoque restrictivo adoptado por la anterior administración demócrata. Mientras el gobierno de Biden había limitado la exportación de chips de alto rendimiento para frenar el avance de China, Trump ha optado por abrir el mercado.
Una de sus primeras decisiones fue levantar las restricciones sobre el software de diseño de semiconductores, lo que recibió el respaldo público de Jensen Huang, CEO de Nvidia.
Esta nueva visión geopolítica va más allá de una simple desregulación. El objetivo es claro: empujar a los países que buscan desarrollar inteligencia artificial —especialmente en el Golfo y el Sudeste Asiático— a elegir tecnología estadounidense en lugar de china.
Como expresó David Sacks, “privarlos de tecnología estadounidense es empujarlos a los brazos de China”. Por ello, el Plan de Acción contempla mecanismos concretos: los consorcios tecnológicos que desarrollen IA utilizando un “conjunto completo” de soluciones estadounidenses —desde hardware hasta aplicaciones— recibirán prioridad en el acceso a herramientas de financiación federal.
Para facilitar este despliegue, uno de los decretos firmados por Trump prioriza la construcción acelerada de centros de datos, eliminando trabas regulatorias como los complejos permisos medioambientales. Según la Casa Blanca, este tipo de burocracia ha hecho “prácticamente imposible” erigir infraestructura crítica a la velocidad que demanda la competencia global.
El tercer decreto introduce una medida con fuerte carga ideológica: prohíbe que el gobierno federal financie modelos de IA considerados “woke”. Bajo esta categoría —según la retórica de la administración— se encuentran aquellos sistemas que integran principios como diversidad, equidad e inclusión (DEI). Trump fue tajante al respecto: “Los demás países no quieren esta locura marxista en los modelos de IA”.
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