La red WiFi de los hogares puede verse amenazada por un vector de ataque poco considerado: las impresoras. Estas máquinas, comúnmente percibidas como recursos de bajo riesgo, pueden ser puertas de entrada para ciberdelincuentes si no se toman medidas.

Las impresoras no solo transforman datos digitales en físicos, sino que su capacidad para transmitir información confidencial las convierte en objetivos atractivos para quienes buscan explotar vulnerabilidades en la red WiFi doméstica.

El Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (Incibe) alerta sobre los riesgos asociados a las impresoras conectadas a la red. Si un ciberatacante logra comprometer este tipo de dispositivo, tiene el potencial de acceder a otros dispositivos conectados al mismo internet.

Las impresoras suelen considerarse un objetivo secundario en términos de ciberseguridad. Esto es porque se conciben como herramientas de trabajo inofensivas y de uso rutinario en la oficina o el hogar.

Sin embargo, esta percepción es engañosa. Por su conexión a redes WiFi y su capacidad para manejar información delicada, las impresoras se convierten en objetivos valiosos para los ciberdelincuentes que buscan cualquier punto vulnerable para infiltrarse en una red.

El potencial de riesgo es alto. Con acceso a una impresora, los atacantes pueden interceptar documentos privados, explorar la red local en busca de otros dispositivos desprotegidos e incluso instalar malware que comprometa aún más la integridad del sistema.

El principal riesgo es la exposición de datos sensibles. A raíz de que las impresoras procesan documentos que contienen información confidencial, los hackers pueden interceptar documentos en plena transmisión, accediendo así a datos personales, financieros o empresariales.

Este tipo de información puede venderse o utilizarse para suplantación de identidad y fraudes. Además, al tener el control de una impresora comprometida, los atacantes pueden utilizarla como un punto de acceso para enviar comandos maliciosos a otros dispositivos de la red, ampliando su alcance e impacto.

Esto puede convertir a la impresora en una herramienta al servicio de actividades delictivas más amplias dentro de la infraestructura de red.

Prevenir este tipo de ataques comienza por reforzar la seguridad inherente del dispositivo. La primera medida sugerida tanto por LGM Security como por Incibe es la actualización constante de las contraseñas de acceso a la impresora.

Esto dificulta el ingreso no autorizado, porque muchas impresoras vienen con contraseñas preconfiguradas que son fáciles de analizar para los atacantes. Otra estrategia clave es mantener actualizado el software de firewall y el sistema operativo de la impresora.

Estas actualizaciones suelen incluir parches de seguridad que cierran vulnerabilidades que los ciberdelincuentes podrían explotar. Por tanto, garantizar que el dispositivo opere con el software más reciente es esencial para prevenir posibles accesos maliciosos.

Además, es clave sensibilizar a los usuarios sobre las amenazas potenciales es esencial. Los programas de educación sobre ciberseguridad para todos los miembros de un hogar o una organización pueden ser de gran ayuda para evitar prácticas riesgosas.

En el caso de que una impresora sea identificada como comprometida, Incibe sugiere desconectarla inmediatamente de la red WiFi. Esta acción minimiza el riesgo de que la infección se propague a otros dispositivos conectados al mismo sistema.

La desconexión actúa como una barrera temporal que detiene la explotación del sistema mientras se implementan las medidas correctivas necesarias.

Asimismo, desconectar la impresora no solo evita que el ataque se extienda, sino que permite a los responsables de IT o seguridad evaluar y remediar la situación sin el riesgo de un daño mayor. Este paso es crucial para contener el incidente mientras se actualizan contraseñas y se aplican parches de seguridad.