
A partir del 20 de junio de 2025, todos los teléfonos móviles y tablets que se comercialicen en España, y general en la Unión Europea, deberán incluir una etiqueta energética obligatoria. La medida, que responde a una normativa comunitaria recientemente aprobada, extiende a dispositivos electrónicos personales un sistema de etiquetado hasta ahora exclusivo de electrodomésticos, lámparas o televisores.
Con este nuevo requerimiento, las autoridades europeas buscan promover un consumo más responsable, transparente y sostenible, en línea con sus objetivos ambientales y de eficiencia energética.
Por qué los celulares ahora tendrán esta etiqueta
Las etiquetas de eficiencia energética, con sus ya familiares escalas de colores y letras de la A (más eficiente) a la G (menos eficiente), han estado presentes durante años en productos como heladeras, lavadoras o aires acondicionados.
Su función consiste en ayudar a los consumidores a evaluar rápidamente cuánta energía consume un producto y cuán amigable es con el medio ambiente. La introducción de esta lógica en móviles y tablets representa un paso significativo en el intento por reducir el impacto ambiental del creciente parque de dispositivos electrónicos.

Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, “esta normativa permitirá ahorrar hasta 14 teravatios-hora de energía primaria al año”. La implementación del etiquetado energético no solo incide en la eficiencia de los productos, sino también en su diseño, mantenimiento y durabilidad.
Qué dispositivos deberán ser etiquetados
De acuerdo con el Reglamento 2023/1669 de la Unión Europea, la obligatoriedad se aplicará a móviles, teléfonos inalámbricos de línea fija, teléfonos básicos sin conectividad a internet ni aplicaciones de terceros, y tablets con pantallas que oscilen entre las 7 y 17,4 pulgadas. Se excluyen de esta medida los dispositivos con pantallas plegables —ya sea de forma parcial o total—, así como aquellos modelos que hayan sido puestos a la venta antes del 20 de junio.
El nuevo sistema de etiquetado no será solo un simple adhesivo: su diseño será similar al de las etiquetas ya conocidas en los electrodomésticos, pero incorporará elementos específicos para estos dispositivos móviles.
La normativa también obliga a los fabricantes a registrar cada producto en una base de datos pública, el Registro Europeo de productos para el Etiquetado Energético, cuya información estará accesible a través de un código QR impreso en la etiqueta.

Qué información incluirá la etiqueta
La etiqueta constará de varios ítems numéricamente identificados. Cada uno refleja un aspecto clave del rendimiento y sostenibilidad del dispositivo. A saber:
- Código QR: enlaza con el perfil completo del producto en el registro europeo.
- Marca comercial y modelo: permite identificar inequívocamente el dispositivo.
- Escala de eficiencia energética: mantiene el formato tradicional, desde la A (máxima eficiencia) hasta la G (mínima).
- Clase de eficiencia energética: letra asignada al dispositivo según su evaluación.
- Autonomía de la batería por ciclo: expresada en horas y minutos por carga completa.
- Fiabilidad frente a caídas repetidas: clasificada entre la A y la E.
- Clase de reparabilidad: valor clave para determinar la facilidad de reparación.
- Autonomía en ciclos de carga: número estimado de ciclos que puede soportar la batería manteniendo al menos el 80% de su capacidad inicial.
- Índice de protección IP: mide la resistencia al polvo y la humedad.
- Número del reglamento aplicable: referencia legal al Reglamento 2023/1669.
Uno de los elementos más novedosos de esta etiqueta es la puntuación de reparabilidad, que busca fomentar la extensión de la vida útil del dispositivo. Esta puntuación indicará en qué medida el equipo es fácil de desmontar, diagnosticar y reparar. Mientras más alta sea la calificación, más amigable será el dispositivo con los talleres de reparación y, por ende, con el medio ambiente.

Paralelamente, al etiquetado, entra en vigor un Reglamento sobre diseño ecológico que fija requisitos técnicos mínimos que deben cumplir todos los dispositivos móviles y tablets vendidos en el mercado europeo. Este reglamento impone nuevas exigencias sobre:
- Durabilidad: las baterías deberán soportar al menos 800 ciclos de carga, manteniendo un 80% de su capacidad.
- Reparabilidad: los fabricantes estarán obligados a proveer piezas de recambio críticas hasta siete años después de dejar de vender el modelo.
- Acceso al software: los talleres profesionales podrán acceder sin restricciones a las herramientas digitales necesarias para la reparación.
- Actualizaciones del sistema operativo: se deberán ofrecer durante al menos cinco años desde el lanzamiento del dispositivo.
Estas exigencias complementan el etiquetado y refuerzan la estrategia general de la Unión Europea orientada a la sostenibilidad, la economía circular y el empoderamiento del consumidor.
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