
El uso excesivo de redes sociales es una preocupación creciente y su impacto en la salud mental ha llevado a reflexionar sobre cómo reducir el tiempo dedicado a estas plataformas. Aunque los debates sobre el abuso de la tecnología suelen estar enfocados a los más jóvenes, este fenómeno también tiene un gran impacto en los adultos.
En 2024, Oxford University Press eligió “brain rot” (putrefacción cerebral) como palabra del año, reflejando el creciente debate sobre los efectos negativos del consumo digital excesivo. Pero reducir ese consumo no es sencillo, debido a la manera en que algunas plataformas influyen en el sistema de recompensa del cerebro.
Para las personas mayores de 40 años, desintoxicarse de las redes sociales puede representar un desafío particular, pero también una oportunidad para mejorar el bienestar personal.

El impacto de las redes sociales en el cerebro
Anna Lembke, experta en medicina de las adicciones y autora de ‘Nación Dopamina: Encontrando el equilibrio en la era de la indulgencia’, sostiene que las redes sociales actúan sobre el sistema de recompensa del cerebro de manera similar a las drogas.
Cada “me gusta”, comentario o video atractivo desencadena una liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado con la sensación de placer. Este proceso, repetido de manera constante, puede alterar el equilibrio natural de dopamina en el cerebro.
Según Lembke, este desajuste lleva al cerebro a producir menos dopamina o a ralentizar su transmisión, generando una necesidad creciente de estímulos digitales para sentirse “normal”. Este ciclo puede derivar en lo que se conoce como “déficit de dopamina”, intensificando el consumo compulsivo de redes sociales.

Para la autora, hacer una “pausa” en el ciclo de dopamina generado por las redes sociales permite al cerebro restablecer sus vías de recompensa y frenar el consumo compulsivo que lleva a la “putrefacción cerebral”.
Para interrumpir este patrón, Lembke recomienda pausas prolongadas en el uso de las redes sociales. Abstenerse durante al menos cuatro semanas puede ayudar a restablecer las vías de recompensa del cerebro.
Sin embargo, incluso las pausas más cortas han demostrado efectos positivos en la salud mental. Un estudio realizado con 65 personas identificó que un descanso de tres días de las redes sociales contribuyó a mejorar la autoestima y la autocompasión, reduciendo sentimientos de vergüenza corporal.

Estrategias para desintoxicarse de las redes sociales
No existe un enfoque único para desintoxicarse de las redes sociales. Paige Coyne, coautora de un estudio sobre los efectos de una desintoxicación digital de dos semanas, señala que la clave está en establecer objetivos realistas.
“El uso excesivo de las redes sociales puede significar cosas distintas para cada persona”, afirma. Mientras algunas personas pueden optar por una pausa completa, otras podrían reducir su tiempo de uso diario.
En el estudio que realizó Coyne, se limitó el uso de redes sociales a 30 minutos diarios durante dos semanas. Al finalizar, los participantes reportaron mejoras en su satisfacción vital, reducción del estrés y mejor calidad de sueño.

Para quienes enfrentan dificultades durante los primeros días de desintoxicación, es importante reconocer que es común experimentar “síntomas de abstinencia” como ansiedad o deseos intensos de revisar las redes. Lembke indica que superar esta etapa es esencial para permitir que el cerebro se ajuste a niveles más bajos de dopamina. Con el tiempo, estas sensaciones disminuyen, facilitando el proceso de adaptación.
El apoyo social también desempeña un papel clave. En un estudio, se recomendó a las participantes que compartieran sus experiencias a través de un grupo de mensajería, lo que ayudó a reducir el sentimiento de aislamiento. Para los adultos, una estrategia similar podría consistir en hablar con amigos o familiares sobre el proceso de desintoxicación, generando redes de apoyo que faciliten el cambio.
Más allá de los beneficios neurológicos, tomarse un descanso de las redes sociales puede fomentar una mayor conciencia sobre los hábitos digitales. Sarah Woodruff, coautora del estudio con Coyne, sugiere que este periodo de pausa puede ser útil para evaluar la relación personal con las plataformas. “Podemos utilizar este tiempo para preguntarnos si las redes sociales están interfiriendo con nuestras actividades diarias o con las interacciones cara a cara”, afirma.

Para las personas mayores de 40 años, esta reflexión puede ser una oportunidad para revalorizar actividades presenciales y fortalecer vínculos personales. La desintoxicación digital no implica necesariamente un abandono total, sino una reconsideración del tiempo y la forma en que se interactúa con estas plataformas.
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