Revolución en Brasil por la prohibición de celulares en las escuela: cómo afectaría la mente de los estudiantes

En 2025, la prohibición de teléfonos móviles en las escuelas de Brasil cumple su primer año y los resultados no dejan lugar a dudas: la medida, inicialmente vista con escepticismo por estudiantes y padres, ha producido un cambio significativo en la interacción social y la concentración de los jóvenes dentro de las aulas.

Lo que comenzó como un experimento en Río de Janeiro en 2024, bajo la administración de Luiz Inácio Lula da Silva, se ha extendido a todo el país, transformando la experiencia educativa para miles de estudiantes.

Para muchos alumnos, la prohibición de los celulares ha sido un alivio disfrazado de desafío. Al principio, los jóvenes de la escuela pública Reverendo Martin Luther King en Río de Janeiro se quejaban de no poder usar sus teléfonos durante los recreos, pero pronto comenzaron a notar mejoras tanto en su rendimiento académico como en sus relaciones personales.

Kamilly Marques, de 14 años, recuerda con nostalgia sus primeros días sin acceso a su móvil: “Al principio fue complicado, pero después de unas semanas, todos comenzamos a hablar más y a jugar, como en los viejos tiempos”, explica.

La adicción a las pantallas cedió paso a una mayor participación en las actividades escolares y una interacción más cercana con sus compañeros, algo que, según ella, había estado perdiéndose poco a poco.

El impacto de la medida también ha sido notable en la actitud de los docentes. La subdirectora de la escuela, Fernanda Heitor, reconoce que antes de la prohibición, la atmósfera en las aulas era tensa y desorganizada“.

Hoy, las clases son más dinámicas y los recreos, anteriormente caracterizados por grupos de jóvenes inmóviles frente a las pantallas, se han transformado en espacios de juego y socialización activa.

Sin embargo, la transición no fue sencilla. Muchos estudiantes resistieron al principio, ocultando sus teléfonos o buscando maneras de eludir la nueva norma. “Todavía hay quien se esconde para usar su teléfono, pero son casos aislados”, señala Heitor.

Brasil, con más celulares que habitantes, no está solo en este esfuerzo. Según la UNESCO, al cierre de 2024, el 40% de los sistemas educativos del mundo habían implementado alguna forma de restricción para el uso de móviles en las aulas.

Si bien la iniciativa brasileña ha sido ampliamente apoyada, también ha generado debate, especialmente entre aquellos que creen que las escuelas deberían ser centros para enseñar a los jóvenes a usar la tecnología de manera responsable, no a eliminarla por completo.

Los beneficios de la medida son evidentes no solo en las calificaciones. Según un estudio reciente de la Alcaldía de Río, los casos de acoso escolar a través de las redes sociales han disminuido significativamente. Kamilly recuerda cómo, antes de la prohibición, un compañero de clase sufría “cyberbullying” sin que los demás lo notaran, ya que todos estaban demasiado absortos en sus teléfonos.

Por otro lado, hay quienes aún lamentan el distanciamiento de la tecnología en las aulas. Pedro Henrique, de 11 años, reconoce que, aunque disfruta más de los juegos con sus amigos, extraña un poco tener acceso a su teléfono durante los recreos.

El debate sobre la medida sigue vivo. Mientras algunos expertos celebran los avances en la concentración y la interacción social de los jóvenes, otros advierten que Brasil debe ser cuidadoso en no dar un paso atrás en el uso de la tecnología educativa.

Fabio Campos, especialista en educación y tecnología, destaca que Brasil es un país marcado por desigualdades sociales. Para muchos estudiantes, las herramientas digitales en las escuelas son su única forma de acceder a la tecnología. “Si esto significa que las escuelas se volverán menos tecnológicas, es un fracaso”, apunta Campos.

Con más de un año de vigencia, la prohibición de celulares en las escuelas ha dado resultados inesperados pero positivos, logrando que los estudiantes se reconecten entre sí y con el proceso de aprendizaje, mientras se enfrentan a los desafíos de un mundo digital que, aunque requiere ser gestionado con responsabilidad.