La captura de un sádico asesino nazi que tras décadas de estar escondido en Sudamérica cayó en la trampa de un periodista
Klaus Barbie, el jefe de la Gestapo en Lyon, que le gustaba ser temido y disfrutaba mostrarle a sus subalternos en los operativos la ferocidad con la que debían desempeñarse, fue responsable de más de 4000 asesinatos y 7000 deportaciones, además de la muerte de 44 niños judíos en un asilo. Aún así, logró escabullirse en tierras lejanas por la protección de agencias de inteligencia y dictaduras. El perfil alto que mantenía y la víctima que lo reconoció en las fotos de un diario limeño junto a ministros y empresarios