El día que el emperador de Japón leyó la rendición en la Segunda Guerra Mundial y el mundo conoció su voz
Hiroito era considerado una divinidad por su pueblo. El 15 de agosto de 1945, luego de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, habló por radio y comunicó el fin de la guerra. La intervención de Churchill que evitó que Truman lo condenara a muerte. Y el augurio de un japonés que se cumplió con creces: “Nunca perderemos nuestro orgullo... Vuelva dentro de cinco años y tendremos todo en orden; y si nos da diez años, encontrará usted un país próspero”