Tuvo que retirarse del fútbol por la salud de su hijo y volvió a jugar después de tres años con una lección de vida: “Ahora lo único que quiero es que Bautista sea feliz”
A Marcelo Araujo no le quedó más alternativa que abandonar su carrera a los 25 años, poco tiempo después de ser padre de un nene que nació con un derrame cerebral. Este año, después de trabajar en una carnicería, ser pintor y chofer de Uber, firmó en el Club Social y Deportivo Liniers de la Primera D y pudo volver a la canchas. “Bauti no me dice ‘Papá’, me dice ‘Gol’. Y si no viene a los partidos se enoja”, le contó a Infobae