Hay heridas que no cierran, y el asesinato de José Luis Cabezas es una de ellas. Por las fallas que quedaron evidenciadas en la investigación, por los focos de impunidad que se demostraron, por los que nunca se van a esclarecer, por el vil atentado a la prensa y, sobre todo, para la familia del fotógrafo. A dos días de que se cumplan 28 años del crimen, este jueves Gladys Cabezas, hermana del reportero gráfico, contó en una entrevista radial el casual e indignante encuentro que tuvo uno de sus tres hijos con uno de los condenados por el homicidio.
“Cuando una persona mata a otra, tiene que tener una condena ejemplar, y la verdad es que ninguno de los asesinos de mi hermano tuvo una condena ejemplar. De hecho, se jactan de haber matado a Cabezas”, comenzó el relato de la mujer, en diálogo con La Red.
Y luego contó lo ocurrido “hace 15, 20 días”, cuando uno de los sobrinos de José Luis Cabezas “fue a un recital en Baradero y fue a comprar un choripán”.
“Lo atendió un señor, entre comillas. Mi hijo se pone a hablar con él: ‘che, qué bueno esto, el recital’”, expuso. Y siguió un diálogo tan increíble como aberrante:
- Si, yo tengo acá la parrilla esta, de choripanes. Estoy en toda la provincia de Buenos Aires. Yo estuve detenido, fui uno de los que mató a Cabezas.
- Jodeme. Era mi tío, Cabezas.
- Uy, loco, qué sé yo.

“Mi hijo quedó perplejo, como quedaron ustedes y yo cuando me enteré, y se fue al recital. Al recital no lo pudo disfrutar. Se puso a pensar: ‘este tipo fue el que mató a mi tío, fue el que cagó a mi familia’”, reveló Gladys.
Pero no quedó ahí la situación, porque el joven, luego de haber procesado la información, encaró al asesino y lo empezó a filmar. “Bueno, loco, yo te lo dije y no me dijiste nada, y ahora me venís a filmar”, fue la respuesta que obtuvo.
“Era Braga, uno de los asesinos, de Los Horneros. Ese Braga fue el que cuando estuvo borracho contó que había matado a Cabezas, y por eso lo agarraron. Para ellos es un triunfo”, exclamó la hermana del fotógrafo asesinado.
Y concluyó: “Si en este país hubiera condenas ejemplares, nadie mata a nadie. Porque acá matar es gratis, y encima te jactás que mataste, como una anécdota”.

En las primeras horas del 25 de enero de 1997, luego de haber concurrido al cumpleaños del empresario Oscar Andreani, Cabezas fue secuestrado por un grupo de delincuentes. Los mismos lo mataron de dos disparos en la nuca y luego lo esposaron al Ford Fiesta blanco en el que se trasladaba, al que quemaron con el cuerpo adentro en una cava de General Madariaga, a 16 kilómetros de Pinamar.
El autor de los disparos, según determinó la Justicia, fue el por entonces oficial de policía Gustavo Prellezo, quien había sido el segundo en jefe de la comisaría de Pinamar hasta unos meses antes. En el juicio también se demostró que Alfredo Yabrán, quien estaba molesto por unas fotografías que le había sacado Cabezas, le pidió a su jefe de seguridad, Gregorio Ríos, que lo ayudara a pasar un verano tranquilo, no como el anterior, en el que fue fotografiado en la playa.
Y le indicó que coordine esa orden con Prellezo, con quien el empresario ya había estado reunido en sus oficinas. Todo fue descubierto gracias a que para la investigación se utilizó por primera vez el Sistema Excalibur de entrecruzamiento de llamadas, que permitió demostrar la numerosa cantidad de comunicaciones telefónicas entre las partes involucradas.
Entonces, a Prellezo no se le ocurrió mejor idea para abaratar costos que subcontratar “mano de obra marginal y económica” para quedarse con más dinero del total que recibió, proceder de manual del rezago de aquella “Maldita Policía” bonaerense de los 90. Así dio con cuatro lúmpenes de la zona de Los Hornos, perteneciente al partido de La Plata, por eso se los bautizó como la banda de “Los Horneros”, conformada por José Luis Auge, Héctor Miguel Retana, Sergio Gustavo González y Horacio Braga, el hombre que hace días, se presentó ante un sobrino del reportero gráfico diciendo “fui uno de los que mató a Cabezas”.
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