
¿Acaso hubo alguna mujer que no suspirara por él? En el año 1991, Patrick Swayze había sido elegido como “el hombre más sexy del mundo” por la revista People". Y para entonces, ya todas lo habían visto moviendo su figura en “Dirty Dancing”, película que protagonizó junto junto a Jennifer Grey en 1987. También lo habían soñado abrazando con su alma a Demi Moore en “Ghost”, en 1990. Lo que ninguna de sus fanáticas imaginaba, por entonces, era todo el dolor que escondía este actor estadounidense, nacido el 18 de agosto de 1952 en Texas. Ni todo lo que le quedaría por sufrir hasta su prematura partida, el 14 de septiembre de 2009, en California.
La que sí sabía todo era Lisa Niemi, su esposa de toda la vida. Patrick y ella se habían conocido cuando ambos eran adolescentes, él tenía 18 años y ella 14, en la Houston Ballet Dance Company. Y, al poco tiempo, empezaron a salir y se pusieron de novios. Se casaron en 1975 y, aunque no tuvieron hijos ya que ella perdió una gestación y no pudo volver a quedar embarazada, compartieron sus vidas hasta que la muerte del actor los separó. Pero hubo un impasse allá por el 2005 del que pocos se enteraron. Y éste tuvo con ver con la adicción al alcohol de Swayze.
Los excesos de la fama
Después de haber luchado mucho por lograr su lugar en Hollywood, Patrick logró un pico de éxito. Y este vino acompañado por los excesos que lo llevaron a caer en la bebida. Su esposa intentó ayudarlo utilizando todas las herramientas que tenía a su alcance. Pero luego de llevarlo a varios centros de desintoxicación sin que el actor se comprometiera con su tratamiento, decidió abandonar el hogar que compartían a modo de ultimátum. Fue recién entonces cuando Swayze entendió que si no dejaba el alcohol lo iba a perder todo. Incluyendo, a la mujer que amaba.

“Tenía una personalidad diferente cuando bebía mucho. Era el mejor hombre sobre el planeta, a menos que se tomara una copa”, contó Lisa años más tarde. Sin embargo, más allá de los altibajos profesionales que por momentos son muy difíciles de manejar, Patrick tenía un secreto que lo abrumaba desde que era un niño. Y que nunca había podido superar: la violencia de la que había sido víctima por parte de su mamá.
Era un tormento que Patrick solo le había contado a su esposa y que salió a la luz una década después de su muerte, en un documental de Paramount Network titulado “I am Patrick Swayze” que incluía testimonios de sus amigos, compañeros y el de su viuda, que hasta ese momento había sido guardiana de sus secretos. Pero la realidad es que la madre del actor, la coreógrafa y bailarina Patsy Swayze que lo había incentivado a estudiar danza, había ejercido violencia física y psicológica contra él durante años. Y que esto lo había marcado de por vida.

Ya antes de eso, en 2011, Lisa había hablado de lo terrible que había sido la lucha del actor contra la enfermedad que le costó la vida en el libro Worth Fighting For. Patrick había sido diagnosticado con cáncer de páncreas en marzo de 2008. Y su esposa lo acompañó en cada tratamiento y le sostuvo la mano hasta que su cuerpo dijo basta. De hecho, lo último que dijo Buddy, como lo llamaba ella en la intimidad, antes de cerrar sus ojos para siempre fue: “Te amo”. Y era lógico: la mujer era la única persona que sabía, fehacientemente, quien era Swayze, el hombre con el que había compartido casi cuatro décadas y que solo había podido desnudar su corazón frente a ella.
“Estoy pasando por un infierno. Estoy asustado, enfadado y me pregunto: ‘¿Por qué a mí?’”, había reconocido Patrick durante una entrevista, en sus últimos meses de lucha. Para entonces, su cáncer había hecho metástasis en otros órganos, aunque desde su entorno intentaban desmentirlo frente a la prensa. Y pese a estar muy débil, el actor se esforzó por cumplir con su trabajo en la serie The Beast, donde había asumido un compromiso laboral, porque no quería defraudar a quienes creían en él. Pero llegó un momento en el que no pudo más. Y pasó sus últimos días en una cama de hospital, junto a su esposa.

Patrick había comenzado su carrera a finales de los ‘70 y principios de los ‘80 con algunas obras musicales y papeles secundarios en series de televisión, hasta que Francis Ford Coppola lo hizo desembarcar en la pantalla grande seleccionándolo para el reparto de la película Rebeldes. A partir de ese momento, no dejó de trabajar. Pero, sin lugar a dudas, fue Dirty Dancing, el film dirigido por Emile Ardolino en el que su propia madre lo ayudó a preparar los cuadros de baile, el que lo consagró internacionalmente. Y el que también le permitió mostrar su faceta de cantante y compositor con el tema She’s Like the Wind, que se mantuvo durante varias semanas en el top de los hits más escuchados de Estados Unidos y vendió miles de copias en todo el mundo.
Volvió a estar en la cresta de la ola cuando se estrenó Ghost, la sombra del amor, film de Jerry Zucker. En total, trabajó en unas 40 películas que abarcaron todos los géneros, dejando muy buenos recuerdos en todos los que tuvieron la suerte de compartir un set con él. Fuera de su profesión, su vida pasaba por el amor hacia su esposa y el de su caballo, Tammen, a quien consideraba su “mejor amigo”. Y así transcurrió sus días hasta que, mucho antes de lo esperable, partió de este mundo para siempre con apenas 57 años de edad.
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