
El dolor no cesa. Ya pasaron 5 años desde ese 15 de mayo de 2020, cuando el país entero se conmovió con la noticia de la muerte de Sergio Denis. Sin embargo, la herida sigue abierta tanto para el público que lo amaba como para su familia, que no puede encontrar consuelo por lo absurdo del desenlace. El intérprete de Te quiero tanto, Dame luz y Un poco loco, entre otros tantos éxitos, llevaba más de catorce meses luchando por su vida, luego de sufrir una evitable caída en el Teatro Mercedes Sosa de Tucumán, donde se encontraba ofreciendo un show, cuando su cuerpo dijo basta.
El trágico hecho había ocurrido el 11 de marzo de 2019. Héctor Omar Hoffmann-tal el verdadero nombre del artista oriundo de la colonia alemana San José de Coronel Suárez-, tenía a sus fanáticos embelesados con su actuación. Como de costumbre. Pero, justo cuando había empezado a entonar las primeras estrofas de Te llamo para despedirme, tema que había grabado en 1969 cuando recién estaba dando sus primeros pasos en el mundo de la música, terminó cayendo a un foso de orquesta de tres metros de altura que no tenía protección.
¿Un accidente? Para su familia, definitivamente, fue una impericia. Alguien había montado una pasarela entre el escenario y el público. Y el cantante, mientras caminaba hacia atrás para no darle la espalda a la platea, pisó el vacío y terminó tendido en el suelo con múltiples contusiones. El momento quedó registrado en los celulares de la gente, que intentaba llevarse un recuerdo del show y terminó grabando, horrorizada, el triste final de la carrera del artista, el principio del fin de su sobresaltada vida.
Es que, a partir de ese momento, comenzó un derrotero de sufrimiento para el hombre nacido el 16 de marzo de 1949. En primer lugar, fue trasladado de urgencia al hospital Ángel C. Padilla de esa ciudad tucumana, donde le realizaron todos los estudios correspondientes. Y la directora del nosocomio, Olga Fernández, confirmó que se trataba de “un cuadro grave con pronóstico reservado”. Nadie apostaba a que pudiera sobrevivir. Pero él, como lo había hecho a lo largo de toda su existencia, dio pelea.

Después de un mes internado en la terapia intensiva de ese centro médico con un edema cerebral, entre varias lesiones, el cantante comenzó a experimentar una muy leve mejoría que permitió su traslado al Sanatorio Los Arcos de la ciudad de Buenos Aires, donde se le practicaron dos intervenciones quirúrgicas relacionadas a un derrame pleural que le comprimía el pulmón derecho y un proceso infeccioso intestinal grave. Y en mayo, cuando su cuadro seguía siendo complejo pero estable, sus hijos Federico, Bárbara y Victoria Hoffmann, fruto de su matrimonio con Mirta Messi, decidieron llevarlo al centro de rehabilitación ALCLA del barrio de Belgrano.
Allí permaneció, desconectado de la realidad, hasta el día de su muerte. Y, en medio de esa angustia, sus seres queridos tuvieron que comenzar a accionar vía judicial para tratar de que los culpables de esta situación se hicieran cargo de su responsabilidad. Pero su hija Bárbara, quien tomó la bandera mediática de esta lucha, explicó en diálogo con Infobae que esto todavía no sucedió.
—¿Cómo está la causa hoy en día?
—Sobreseyeron a Raúl Armisen que es el director del teatro Mercedes Sosa. Nosotros apelamos dos veces y, ahora, estamos esperando la respuesta del Poder Judicial de Tucumán. Y lo que creemos es que interfieren en el accionar de la Justicia. Este hombre, obviamente, está sostenido por alguien. Porque la sala pertenece a la gobernación de la provincia que, en ese momento, estaba a cargo de Juan Manzur. Ahora está Osvaldo Jaldo, pero la situación sigue siendo exactamente igual.
—¿Qué es lo que espera la familia?
—Qué el Poder Judicial actúe con independencia del poder político, para que la causa pueda avanzar. Pero mientras el poder político prime, es como que no vemos ningún tipo de movimiento. O, si lo hay, es negativo para nosotros. Por otra parte, la causa penal está siendo hoy evaluada por la Corte de Tucumán. Y también estamos a la espera de que este año tengamos alguna respuesta y ojalá que sea satisfactoria.

—¿Cómo vive usted esta fecha tan significativa?
—A mí me pasa que varios días antes ya vengo mal. Son meses difíciles, porque en marzo también fue su caída y también está muy seguido su cumpleaños. Así que toda esta época del año es muy complicada. En lo personal, me costó y me va a costar el resto de mi vida aceptar la muerte de mi papá. Es como un duelo que no se termina...Yo creo que esto pasa cuando la gente se va de la manera en que se fue él y de esa forma. Porque él terminó de la peor manera, postrado en una cama y en un estado vegetativo, prácticamente, ya que tenía un estado vigil de mínima conciencia y la única diferencia es que podía abrir los ojos. Yo trato de pensar en las cosas positivas, de recordarlo en los mejores momentos. Pero la situación en la que se fue no deja de ser un peso muy grande...
—Entiendo.
—Quizá de ahí viene la tristeza y el dolor, de la injusticia y de la impunidad en que se manejaron en todo momento con respecto a nosotros. Porque es necesario que alguien se haga cargo de lo sucedido. Primero, porque hubo una responsabilidad. Yo tengo muy en claro que a mi papá nadie me lo va a devolver. Pero también tengo en claro que cuando hay un responsable, uno puede dormir un poco más en paz.
—¿Necesita cerrar ese ciclo?
—Exacto. Más allá de que el dolor va a seguir existiendo siempre, hace falta eso. Y sí, es una fecha rara. Porque por un lado es muy lindo ver la cantidad de homenajes que le hacen a mi papá y es gratificante que se siga pasando su música, porque sé que él está muy presente y a mí me lo hacen sentir todo el tiempo. A mí me cuesta hablar porque no son aniversarios lindos. Y por eso estoy muy quebrada por estos días. Pero, obviamente, me pone feliz que lo recuerden porque se que es lo que a él le hubiera gustado.
—Para sus hermanos y usted es lógico que sea doloroso...
—Es una fecha muy triste, obviamente. Porque, inevitablemente, uno piensa en cómo fue este día hace cinco años. Y fue horrible, esa es la realidad. Como también fue horrible todo el proceso que vivimos desde el día que papá se cayó. Por eso, yo digo que para mí él se murió el 11 de marzo en el Teatro Mercedes Sosa. Porque, después de eso, ni él volvió a tener contacto con la realidad, ni nosotros volvimos a tener contacto con él. Así que es muy duro.
—A usted, además, le tocó encarar la parte mediática del caso, ¿verdad?
—Mis hermanos están presentes en todo momento, aunque no eligen salir a hablar porque cada uno tomó un lugar distinto frente a lo que sucedió. Mi hermano está detrás de toda la parte judicial, al igual que mi hermana y mi mamá. Lo mismo que sus hermanos. Todos estamos detrás de este tema. Pero bueno, yo decidí ser la que da la cara porque siempre estuve un poco más activa en las redes, así que desde el primer momento me encargué de difundir los partes médicos. Porque la gente que lo seguía de tantos años también tenía la necesidad de saber como estaba. Y a mí me parecía que estaba bueno, de algún modo, trasmitirles lo que estaba pasando. Nadie tenía la fuerza para hablar al principio. Pero yo le pedía a la clínica que hiciera esos informes, para poder compartirlos con el público, primero en mis redes laborales y después en una personal que me hice para esto en el 2019.
—Dice que el final empaña los momentos lindos vividos con su padre, pero me gustaría que lo recuerde desde su lugar de hija...
—¡Qué te puedo decir! Como padre fue un gran ejemplo. Así como se lo veía arriba del escenario, cálido, cariñoso, amable y muy humano, así era. A veces había que recordarle adónde había llegado, porque siempre se tiraba un poco a menos. Le costaba que lo reconocieran tanto. Como si se sintiera en falta por tener éxito y fama. Era una persona muy humilde y muy espiritual. Y por eso se le dificultaba darse cuenta de la magnitud de lo que generaba ante los demás. De hecho, a mis hermanos y a mí trató de enseñarnos esto. Porque nosotros nos criamos en una casa hermosa y con un montón de facilidades, justamente, porque teníamos un papá exitoso. Y, sin embargo, él nos hacía mantener la parte humana bien latente. Su sensibilidad, fue uno de los grandes legados que nos dejó. Y lo lindo es que toda la gente que tuvo la posibilidad de conocerlo o cruzárselo de casualidad en la vida, desde un compañero de trabajo hasta un taxista que lo llevó en algún viaje, habla bien de él y tiene un mensaje lindo para compartir de su experiencia. Y eso no es poco. Porque demuestra que era un ser de mucha luz.
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