El titular de la DAIA denunció un aumento del 50% en los casos de antisemitismo en la Argentina

Mauro Berenstein visitó el estudio de Infobae en Vivo, expresó su preocupación y alertó sobre el papel de las redes sociales: “La discriminación es un delito, la sociedad debe tomar conciencia”

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Mauro Berenstein, presidente de la
Mauro Berenstein, presidente de la DAIA.

El crecimiento exponencial de los episodios de antisemitismo en la Argentina fue puesto en evidencia este martes por Mauro Berenstein, presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), quien afirmó: “Estamos proyectando mil casos de antisemitismo para 2025, lo que representa un aumento del 50% respecto al año anterior. “Hay que empezar a concientizar que el antisemitismo no es una moda, el antisemitismo es un delito”.

Las declaraciones reflejan la preocupación y la tensión de la comunidad judía ante lo que el propio dirigente definió como “tres veces más casos que hace dos años”, después de que recientemente un hombre fuera detenido por lanzar insultos antisemitas, escupir y profanar símbolos en una sinagoga de Villa Crespo.

Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Maru Duffard, Ramón Indart y Cecilia Boufflet. En este contexto, Berenstein profundizó sobre las causas y derivaciones de este fenómeno, especialmente después de la masacre perpetrada por Hamás en Israel hace dos años, a partir de la cual “se disparó el caldo de cultivo para el discurso de odio”, generando una ola que amenaza la convivencia democrática. Según datos de la DAIA, en lo que va de 2025 ya se registran 670 denuncias, una cifra que casi iguala a todo 2024, y la proyección para fin de año alarma: “Esto es vivir con la expectativa de lo que puede suceder”.

El presidente de la DAIA subrayó que el incremento de denuncias supera ampliamente el promedio histórico: “En 2022 y 2021 había unos 300 o 400 casos, pero el último año aumentó un 50%, y si miramos dos años para atrás es un 200%. Se triplicaron los casos de antisemitismo. Hoy sufrimos tres veces más episodios que antes”.

Denuncian episodio de discriminación frente
Denuncian episodio de discriminación frente a templo judío en Villa Crespo.

Uno de los puntos que más preocupa a Berenstein es la naturaleza de los ataques: “La Argentina tiene una ley antidiscriminación y, cuando una persona genera un acto antisemita, hay que denunciarlo. No podemos naturalizarlo como una cuestión pasajera”. A su vez, relató con crudeza los casos más recientes y violentos: “Lo que sucedió en Palermo con la familia a la que le arrojaron un fierro y podía haber terminado en tragedia; lo que pasó en la legislatura de La Pampa la semana pasada, con una muestra aberrante que banalizaba el Holocausto mostrando al presidente argentino y a Netanyahu disfrazados de Hitler”. Y remarcó: “Lo más grave es que estas manifestaciones se validen desde espacios y funcionarios estatales”.

En tanto, responsabilizó en parte al clima social y político: “Se está intentando focalizar una discusión política en una discusión ideológica y religiosa. Todo se mezcla con todo, cada uno agarra lo que le conviene y, en el medio, sufre la gente”.

Berenstein diferenció tres tipos de actitudes frente al antisemitismo: “Hay personas que pueden pensar diferente y con quienes se puede dialogar; otros son antisemitas que no toleran al prójimo y propagan discursos de odio, lo cual se vive todos los días, en especial en redes sociales; y finalmente, un gran grupo que se sube a la ola como ‘moda’, sin entender que están infringiendo la ley”. Y determinó que la ignorancia juega un rol central: “Hay un antisemitismo brutal desde la ignorancia, siguiendo un discurso público que se multiplica como una marea, a la que ciertos sectores del progresismo se suman incluso sin saberlo”.

El dirigente apuntó directo contra lo que consideró una estrategia deliberada: “Alguien entendió que, asociándose a otras causas, permite amplificar una voz y volver a aparecer en escena. Así, la izquierda política asoció el reclamo palestino con el antisemitismo. Se asocia la crítica al capitalismo y a Estados Unidos con el ataque a Israel y, finalmente, al pueblo judío”. En otro momento, ilustró las contradicciones: “Terminan defendiendo a grupos como Hamás, que no aceptan la diversidad ni los derechos de las minorías, al tiempo que dicen defender ideales progresistas”.

Grave denuncia por antisemitismo

Consultado sobre el rol de los símbolos y los mensajes que se viralizan en los conciertos y los espacios culturales, Berenstein explicó: “El tema son los simbolismos. Una bandera palestina existe, pero cuando lleva la leyenda ‘Del río al mar’, lo que dice es que no le reconocen a Israel su derecho a existir. Ocurre lo mismo con la cruz esvástica, hoy símbolo del genocidio. Levantar esos emblemas es defender la desaparición de un pueblo democrático”.

Por eso, declaró: “La discriminación, el discurso de odio, el antisemitismo, hay que trabajarlos desde lo jurídico y la educación, dentro y fuera de la escuela, en redes, en los espacios de opinión pública”.

El avance del odio no se limita al discurso digital: “Lo que más nos preocupa son los hechos físicos de antisemitismo. En 2022 hubo tres, este año ya estamos en diez, algunos muy graves. Por ejemplo, lo que ocurrió en Bariloche con chicos que gritaban ‘Quememos judíos’ en un contexto de escuela. Puede terminar en tragedia”. Y advirtió que el peligro de las redes radica en que “la chispa puede explotar”: “Los ataques físicos son cada vez más agresivos. Si el odio se valida, las consecuencias pueden ser gravísimas”.

Un dato que desvela al titular de la DAIA es el crecimiento de ataques físicos en la vía pública: “Hace unos años, el 67% de los casos eran en redes sociales, el resto se diluía entre pintadas o agresiones verbales. Ahora crecen los ataques físicos y las manifestaciones públicas, se banaliza el Holocausto, se compara a la Shoa con episodios locales, se naturaliza la agresión. La tendencia preocupa porque es una chispa que puede escalar”.

Frente al aumento, la labor institucional es clave: “Lo primero que hay que hacer es denunciarlo. En la DAIA trabajamos con municipios y provincias de todo el país, tenemos treinta oficinas federales. Cuando recibimos una denuncia, la transmitimos rápidamente, gestionamos con el municipio, borramos las pintadas, acompañamos a las víctimas, brindamos asistencia integral. Lanzamos un bot y una web para facilitar el acceso a la denuncia, para que la gente sepa a dónde recurrir”.

La relación con el contexto internacional no es menor: la guerra en Medio Oriente tiene impactos directos y simbólicos. Preguntado por el futuro de la región y si una solución podría ayudar a bajar la intensidad de los ataques, Berenstein fue claro: “Nadie quiere la guerra. El pueblo judío es un pueblo de paz. De hecho, el saludo es ‘Shalom’, que significa paz. Lo que está pasando es que Hamás quiere instalar la idea de que el judío, de ser víctima, se convierta en victimario. Esta narrativa va a llevar tiempo revertirla. En tanto y en cuanto la gente no tome conciencia de la situación, se corre el riesgo de naturalizar la discriminación”.

En un análisis autocrítico, Berenstein lamentó la regresión social: “La Argentina sufrió dos atentados tremendos, la embajada de Israel y la AMIA. Habíamos aprendido como sociedad que el antisemitismo deriva en actos de guerra. Pero ahora cuesta volver a explicar que eran atentados contra el país, y no solo contra judíos. A veces hasta figuras políticas relativizan lo ocurrido, cuando hubo argentinos secuestrados y asesinados”.

La misión de la DAIA, sostuvo, trasciende el plano judicial: “No somos solo querellantes, el objetivo central es generar conciencia en la sociedad, fomentar una convivencia más tolerante, más inclusiva, propiciar el diálogo y un debate sano. Que la diversidad sea reconocida como un valor y no como un problema”.

También abordó el costado tecnológico de la problemática: “Trabajo mucho sobre cómo impactan las redes sociales y la inteligencia artificial. Hay un aparato digital que fomenta la radicalización y opera para que los discursos extremos se vuelvan cada vez más extremos, mediante bots y algoritmos que refuerzan el sesgo del usuario. Es un negocio que alimenta el odio”. Incluso reveló estar en diálogo con compañías tecnológicas para implementar limitaciones: “Es riesgoso. Los algoritmos pueden sesgar a usuarios y llevarlos hacia contenidos alineados al odio, sin que lo perciban. Por eso, la capacidad crítica y la educación son barreras esenciales”.

Para Berenstein, el desafío inmediato pasa por educar y denunciar: “El antisemitismo, la discriminación y el discurso de odio no son temas livianos ni modas. Son delitos, y como tales hay que denunciarlos. Pero también hay que apostar al diálogo, explicar, generar espacios donde se entienda la gravedad y las consecuencias sociales de estos hechos”.

Sobre el futuro, se mostró abierto a nuevos debates sobre la influencia tecnológica en la expansión de los discursos de odio: “Estoy convencido de que hay que dar la discusión sobre cómo las redes configuran la opinión pública, generan polarización y nutren los extremos, y que necesitamos más y mejores herramientas para ponerle un freno a la intolerancia”.

La entrevista completa a Mauro Berenstein

La entrevista completa al presidente de la DAIA, Mauro Berenstein.

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