
Cuando piensa dónde estará dentro de unos años, Belén Riverol suspira hondo y sonríe. Regresa a los días de su adolescencia caminando las calles de Morón, en el oeste bonaerense, donde aprendió a bailar antes de aprender a soñar en inglés. Y, en tiempo presente, se ve como una mujer que dejó todo para probar que los sueños pueden tomar forma más allá del deseo, incluso en la meca del espectáculo, Los Ángeles.
Se ve también yendo un poco más allá. “Mi mayor deseo es estar en un Super Bowl”, dice y siente que tiene todo para lograrlo. Hace tres años, como en una epifanía tuvo el fuerte deseo de dejar su carrera como abogada y dedicarse de lleno a bailar.
Los días de aislamiento durante la pandemia de coronavirus llenaron su mente de pensamientos, pero también de estrategias y conclusiones que hoy, se da cuenta, fueron acertadas. “Mientras esperaba la respuesta a mi pedido de la visa, todos los días salía a correr. Frenaba en la iglesia, rezaba, volvía a mi casa, iba al gimnasio y todas las noches meditaba y me veía en Los Ángeles. Ese era mi único pensamiento, mi único tema y mi rutina“, le cuenta a Infobae.

La cuarentena y el deseo de jugársela
Belén tiene 27 años y vive en la ciudad a la que llegó empujada por la convicción de que su lugar está en el universo del entretenimiento y no en una oficina. Las horas sentadas, a veces deprimentes, eran muy contrarias a su espíritu inquieto.
Cuenta que en Buenos Aires estudió abogacía, se recibió, y trabajó en estudios jurídicos, pero lo hacía, “por tener un plan B”. Su plan A siempre fue otro: bailar. Y hacerlo al máximo nivel. “Si iba a perseguir una vocación, quería ver cuán alto podía llegar. En danza, lo más alto está en Hollywood”, resume y demuestra la confianza que siempre tuvo en su talento.
Pese a esa seguridad, durante años se dejó vencer y esa idea hasta le pareció lejana, casi inalcanzable. Pero la pandemia que paralizó al mundo lo cambió todo. “El encierro forzoso, me dio tiempo para detenerme, pensar y reconfigurar mi camino”, recuerda. Fue cuando, como un apostador que siente el golpe de la suerte, que tomó una decisión audaz: dejar su trabajo, su carrera profesional y su país para instalarse en Estados Unidos.

“Encontré un programa para trabajar de niñera que me permite estar acá dos años. En mi tiempo libre (trabajo de 9.00 a 17.00) luego puedo entrenar. Es asombroso porque entrené con bailarines y coreógrafos locales que yo seguía por las redes porque los bailarines de Los Ángeles son para los bailarines de Argentina nuestra aspiración”, admite sobre los días en que su sueño empezaba a hacerse realidad.
Luego de hacer una pausa, reconoce: “Siempre pensé que venirme a Los Ángeles era un sueño para otra vida. Pensaba: necesito plata, papeles, contactos. Pero con la pandemia me animé. Sentí que si no lo intentaba, me iba a quedar con la duda toda la vida”.
Cumplir el sueño
Dicen que si una persona desea algo con todas sus fuerzas, el Universo pone todo a su favor. Eso siente Belén que le pasó. En 2022 se mudó definitivamente a Los Ángeles.

Allí, su primera meta era entrenar, aprender de los mejores, y luego regresar a Argentina. Pero su talento captó la atención de coreógrafos locales. Llegaron las becas, los contactos y las oportunidades que decían que no se había equivocado. “Empezaron a verme, empezaron a llamarme, me becaron. Ahí pensé: tal vez sí, quizá me puedo quedar”, dice y revive con un nudo en la garganta su propia emoción.
Pero para continuar allí, necesitaba tener el permiso conocido como “visa de talento”. “Es un permiso reservado a personas con habilidades extraordinarias en el arte, el deporte o la ciencia, que deben demostrar que su trabajo representa un beneficio para los Estados Unidos. Es una de las más difíciles de obtener. La mayoría de los artistas contrata abogados para armar los expedientes”, explica.
Belén, decidida a ahorrar los 10 mil dólares que cuesta el trámite, lo hizo sola. Aplicó sus conocimientos jurídicos y estudió la Ley Migratoria estadounidense de punta a punta. “Leí toda la ley todas las noches, como si fuera un examen. No quería que se me escapara nada”, admite. “Tenía que probar que yo podía ser un aporte cultural para este país”, agrega.
Su deseo hecho realidad la llevó a ser protagonista de algunas notas periodísticas que luego sirvieron para sumarlas a las cartas de recomendación, antecedentes que le solicitaron, y con todo en mano —y cruzando los dedos— presentó la solicitud.

“¡Esperé tres meses! No puedo explicarte lo que sentí en el momento de recibir la noticia. Quise grabar mi reacción para tener ese momento de recuerdo, para toda la vida. Es algo que no quiero olvidar nunca“, dice emocionada.
Cuando su visa fue aprobada lloró mucho y se conmueve al recordarlo. “No podía creer que algo tan imposible se hubiese hecho real. Me largué a llorar como nunca antes”, relata entre risas. “Me dije: si logré esto sola, sin pagar un abogado, entonces puedo hacer cualquier cosa”. Confiada en su talento, se largó a la aventura.
Esa visa lograda le permite vivir y trabajar como artista durante tres años. Actualmente, Belén se mueve en un entorno que años atrás parecía inalcanzable. Fue parte de videoclips, shows y flashmobs, trabajó con artistas emergentes, bailó en eventos con figuras como Bad Bunny y Mariah Carey, e integra el staff de La Bresh en sus presentaciones por Estados Unidos. También forma parte del circuito de clases con coreógrafos reconocidos, algunos de los cuales trabajaron con Demi Lovato, Beyoncé y 50 Cent. “Hace unos días fui a ver a Beyoncé. Sus bailarines son mis profesores. Es una locura pensar que estoy al lado de personas que antes veía como dioses, intocables”, dice feliz.
" Saber que abrí una puerta que parecía cerrada es hermoso"

El futuro
Su siguiente objetivo, cuenta Belén, es conseguir una agencia que la represente y le permita acceder a audiciones cerradas, uno de los mecanismos habituales en la industria estadounidense del entretenimiento. “Acá los artistas grandes no hacen audiciones abiertas. Los productores llaman a las agencias y les piden su top 50 de bailarines. Sin agencia, muchas puertas no se abren”, explica.
Aunque su sueño más grande es bailar en el Super Bowl, también anhela formar parte del Coachella Valley y representar a la Argentina en el Lollapalooza como parte del equipo de una estrella internacional. “Quiero que los chicos en Argentina me vean bailar al lado de sus ídolos y digan: ‘¡Ella es argentina como yo!’. Ese sería un sueño cumplido”, admite ilusionada.
Su historia hoy inspira a otros bailarines argentinos que siguen su proceso de cerca. Muchos le escriben para saber cómo lo logró. “Cuando vieron que me aprobaron la visa, muchos me dijeron que los había inspirado. Y eso fue tan fuerte como obtener la visa misma. Saber que abrí una puerta que parecía cerrada es hermoso”, confía.
Belén sabe que puede estar donde quiere estar, pero también que nada está garantizado. “Estoy cada vez más cerca de cumplir mis sueños, pero para seguir luchando por ellos, necesito que la situación migratoria me acompañe”.
Al volverse a ver en unos años, repite: “No me visualizo con un plan B. Me visualizo acá, luchando por mis sueños”. En su voz no hay titubeo: hay decisión, la misma que tuvo cuando dejó Morón para ir a buscar su lugar, no en el Derecho, sino en la danza. Dejando que sus piernas y su cuerpo bailen.
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