
Al hacer montañismo uno se prepara. Se pone distintos abrigos para enfrentar el frío, las tormentas, la adversidad. Se puede llegar a poner tres o hasta cuatro capas de protección para poder soportar un entorno muy hostil.
Gonzalo Blumel, un encumbrado político chileno cuenta que con la política pasa algo parecido. En la medida que uno va ocupando cargos más importantes, desarrolla mecanismos de autoprotección, tener “la piel más dura”, para no sucumbir a los ataques permanentes. El problema, según él, es que ese sistema de protección que uno desarrolla para sobrevivir, hace perder sensibilidad, llegando un punto extremo en el que es imposible empatizar con los demás, y también conectar con uno mismo.
Claro, yo pensaba que si cada persona que tenemos enfrente es una potencial amenaza; ¿cómo vamos a conectar? Naturalmente estaremos a la defensiva, sea consciente o inconscientemente. Y algo parecido pasa con uno mismo: si lo que siento me hace sentir vulnerable, frágil, es mejor no sentir nada, así puedo seguir adelante con la tarea, como si nada. El tema es que negar esas emociones de vulnerabilidad no nos convierten en fuertes. Solo las estamos negando, y por lo general, agravando el problema.
Pensaba en que esta situación del montañismo y de la política es una buena metáfora de nuestras vidas. ¿Quién no tiene que atravesar tormentas a lo largo de los años? Y lo más frecuente; ¿quién no tuvo experiencias emocionalmente difíciles en la infancia, y se pasa toda la vida con esos mecanismos de defensa que oportunamente nos ayudaron a sobrevivir, pero que hoy nos arruinan la vida?
A veces algunas personas con las que converso esto, se enojan. Fueron heridas, están decepcionadas y frustradas, y no quieren exponerse a nuevos dolores. Pero ¿es realista? ¿O será que el precio que pagamos para vivir “a salvo” es más costoso aun?

No pretendo estimular a que las personas sean abusadas. No estoy hablando de ser ingenuos. No. Estoy planteando otra cosa. Me refiero al alto precio que pagamos por pasarnos de un extremo al otro, y siguiendo la analogía del principio, por vivir con el traje de montañismo aun cuando estamos viviendo en la ciudad o en la playa. ¿Imaginan el absurdo de estar con un traje de montañismo en una playa del Caribe?
Bueno, pero ¿cómo se hace?, me preguntan muchos también.
Es todo un arte, que cada uno tiene que descubrir. Saber cuándo ponerse el traje -la protección-, y cuándo sacárselo. O más aún; cuándo tomar distancia o ni exponernos a situaciones que sabemos que nos harán mal, en las que podremos salir lastimados. El tema es que eso es una cosa y vivir tratando que no nos lastimen es otra cosa bien distinta. Es incómodo vivir y dormir con una armadura. Ni hablar de dar o recibir afecto: ¿por dónde se acaricia a alguien que tiene puesto ese traje de acero?
Hay un cuento oriental que resume toda esta situación tan común en nuestras vidas, de manera genial.
Cuenta que había un gato que se sentó sobre una estufa y se quemó. Y que a partir de esa experiencia, decidió nunca más volver a sentarse…
¡El problema no era sentarse, sino hacerlo sobre una estufa!
¿Acaso vivir sin poder sentarse -aflojarse-, no es agotador?
¿Y vos? ¿Hasta cuándo pensás seguir viviendo con la armadura puesta? ¿De qué historia seguís protegiéndote? ¿Y no te diste cuenta del alto precio que pagás por pretender vivir “a salvo”?
*Juan Tonelli es speaker y autor del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”.
ultimas
Un empresario en el psiquiátrico: la despiadada guerra interna de una familia del negocio de la nafta
Emiliano Nahuel Penna denunció en la Justicia de Florencio Varela a sus padres por encerrarlo dos veces en clínicas mentales para correrlo de sus firmas y cometer una megaestafa

“Dame el celular porque te mato”: un ladrón amenazó a un chico de 12 años a la salida de la escuela y fue detenido
Ocurrió en Virrey del Pino, La Matanza. Los vecinos intervinieron para asistir al adolescente y retuvieron al agresor, que luego quedó aprehendido

Horror y misterio en Corrientes: un micro llegó a una terminal arrastrando un cadáver
La unidad, procedente de Colonia Liebig, arribó en la madrugada de este viernes a Gobernador Virasoro y allí se dieron cuenta de que llevaba un cuerpo enganchado en la parte trasera del vehículo

Habló la argentina que estuvo 12 días desaparecida en la selva de Cancún: “Estoy viva y sana, es un milagro”
Se trata de María Belén Zerda, quien estuvo en una zona selvática de México y fue hallada a mediados de abril por las autoridades locales

Overtourism: los desafíos de las grandes ciudades del mundo frente a la saturación de turistas
Si bien se trata de una industria que en 2024 representó el 10% de la economía global, la actividad ha generado recientemente protestas debido a las consecuencias provocadas por un exceso de visitantes en metrópolis que no siempre están preparadas
