
Su esposo, Pablo Alarcón, le había prometido prepararle un rico plato para esperarla después de su función de teatro. Hablaron por teléfono y se despidieron con un “hasta luego mi amor”, cariñosos, como lo hacían siempre. Pero la fatalidad se interpuso en la feliz relación entre el actor y su mujer, la actriz Mónica Jouvet, hija única del matrimonio de otros dos grandes de la escena, los recordados Nelly Beltrán y Maurice.
Pablo la mimaba como nadie, y transitaban un momento muy especial porque estaban buscando un hijo, intentando que Mónica quedara embarazada a través de un tratamiento que ya habían consultado. Se habían casado el 11 de julio de 1975 y partieron de luna de miel a Italia, donde ella terminó contratada por la RAI (Radiotelevisión italiana). Mónica tenía 20 años, él 28.
Luego debieron volver a Italia, pero para radicarse porque a él lo persiguió la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina que comandaba José López Rega) durante el gobierno de Isabel Perón. El motivo fue porque había formado parte como actor, productor y director de un filme que denostaba la violencia que imperaba en ese momento. Entonces entró gente armada a su casa por la fuerza y los golpearon a ambos mientras buscaban con desesperación la película por todos los rincones de su hogar, que nunca encontraron porque no estaba allí.
Los violentos no sabían quiénes eran, solo querían llevarse la cinta. Cuando Pablo escuchó el “Flaco, ¿Cómo te llamás?”. Pensó que era el fin para ambos. Pero eso insólitamente les salvó la vida: “Pablo Alarcón”, pronunció con terror. “¿Qué?”, se sorprendió el que llevaba el mando del grupo, y agregó: “Mi mujer te ama. Si te llego a hacer algo, me mata”. Pablo le contó esta anécdota en una conmovedora entrevista al periodista Héctor Maugeri, conductor del ciclo +Caras. Conscientes de que sus vidas corrían peligro, al otro día viajaron a Roma rumbo al exilio. Años más tarde regresaron porque Mónica amaba su país y extrañaba a su familia y amigos, pero Pablo valoró y valora todavía ese gesto de su esposa de acompañarlo en ese momento tan comprometido.

Ya de regreso en la Argentina el amor entre ambos crecía, parecía no tener límites. Hasta que esa dicha se convirtió en drama cuando pasada la medianoche del miércoles 8 de abril de 1981 Mónica salió del teatro Blanca Podestá, de la avenida Corrientes, luego de protagonizar Hay que salvar a los delfines junto a una estrella del momento, la española Analía Gadé. Estaba agotada porque también trabajaba en televisión en la novela Un latido distinto con Carlos Olivieri, María Aurelia Bisutti, Raúl Filippi, Mariángeles Ibarreta, Alberto Argibay, Donna Caroll, Enzo Bellomo e Hilda Bernard, un éxito de la época.
El acomodador de la sala contó que además tenía cierto apuro porque estaba ansiosa ya que Pablo la esperaba en casa para una cena romántica. Y que más allá de eso dejó pasar un taxi porque algo no le gustó. Pasaron unos minutos y se subió a otro, presurosa.
Habían recorrido veinte cuadras cuando en el cruce de avenida Córdoba y Junín un interno de la línea de colectivos 109 los chocó. Nunca se supo por qué el taxista fue llevado de manera urgente al Hospital Fernández, y Mónica, que presentaba heridas varias en los brazos, fracturas de costillas y un severo traumatismo de cráneo con pérdida de conocimiento tuvo que esperar que llegara un auto de la policía para recién ser trasladada.
Allí le brindaron los primeros auxilios y asistencia y de inmediato la llevaron al Hospital Italiano para realizarle una tomografía computada. Ya de regreso quedó internada en coma grado 4 en Terapia Intensiva en estado grave. Transcurrida una semana en esa condición en el parte médico podía leerse: “La paciente presenta desmejora a raíz de la grave situación y complicaciones que se registran en el proceso respiratorio”. Su estado iba empeorando día a día y el 15 de abril, fecha de su cumpleaños número 26, continuaba más que delicada en terapia intensiva con pronóstico reservado. Hasta que el 19 de abril, domingo de Pascuas, su corazón no soportó más después de sufrir dos paros cardíacos, producto de serios problemas respiratorios y los traumatismos padecidos en el cráneo.

Su vida estuvo signada por situaciones graves como las que la llevó a la muerte y aquella que debió soportar junto a su marido en tiempos violentos de la Argentina de los caóticos años 70. Precisamente, el 5 de marzo de 1972 le tocó vivir otra situación extrema cuando después de hacer un espectáculo en la ciudad de La Plata junto a Donald McCluskey y otros artistas, regresaban en el auto del cantante y sufrieron un choque a la altura de Wilde. Mónica terminó con un brazo fracturado. Donald que sufrió luxación de cadera en una entrevista confesó quela actriz rezaba porque el impacto fue tremendo y él llegó a pensar en medio de la maniobra que todo terminaba allí por la gravedad del accidente.
Era tan amada por sus colegas que cuando el 20 de abril de 1981 la sepultaron en el Panteón de artistas del cementerio de la Chacarita, las crónicas de la época publicadas en diarios y revistas destacaron la presencia de infinidad y variada cantidad de actrices, actores y directores. Estuvieron allí China Zorrilla, Duilio Marzio, Nora Cárpena, Guillermo Bredeston, Santiago Bal, Alejandro Doria, Juan Carlos Altavista, Thelma Stefani, Malvina Pastorino, Sandra Sandrini, Mario Sapag, Ana María Picchio, Jorge Barreiro, Leonor Benedetto, Dorys del Valle María Aurelia Bisutti, Analía Gadé, Beba Bidart, Donna Caroll, Elsa Daniel, Ignacio Quiróz, y tantos otros. Allí, unidos como nunca le rindieron homenaje junto a sus padres, Nelly Beltrán y Maurice Jouvet, que caminaban rumbo a la despedida final sin poder contener el llanto y sosteniendo con sus brazos a su yerno el actor Pablo Alarcón, al que consideraban como un hijo y quien tampoco encontraba consuelo para semejante dolor.

Quien también la acompañó tanto en su internación como en el adiós final fue su gran amiga, María del Carmen Valenzuela, y recordó su enorme trayectoria en los escenarios: “En cine hizo películas muy taquilleras como Las locuras del profesor, El picnic de los Campanelli, El profesor tirabombas y Yo gané al Prode, ¿y usted? Pero amaba el teatro. Estaba fascinada en trabajar con Analía Gadé en Hay que salvar a los delfines y amó su oportunidad de formar parte de Drácula y El día que secuestraron al Papa. En la tele hasta participó del ciclo Alta Tensión y de dos clásicos como Teatro como en el Teatro y Alta Comedia. Había empezado de muy chiquita de la mano de sus papás, y junto a Maurice hizo su primera aparición ante las cámaras en un programa infantil en Canal 7. Era un ángel que se fue demasiado pronto”.
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