Un nadador mendocino de 17 años batió un récord histórico al cruzar a nado el Río de la Plata: “Nunca me detuve”

Lautaro Arjona se convirtió en la persona más joven en atravesar a nado las aguas que separan Colonia de Sacramento, en Uruguay, de Punta Lara, en Argentina. Completó el recorrido en 14 horas y 28 minutos, superando el récord vigente desde 1923, establecido por la nadadora argentina Lilian Harrison, quien realizó el cruce a los 19 años

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Lautaro Arjona cruzó el Río de la Plata a nado y quedó en la historia de la natación en aguas abiertas

Aún no logra dimensionar la magnitud de su hazaña. Lautaro Arjona acaba de inscribir su nombre en la historia del deporte argentino. Al repasar su imponente travesía, en la que desafió los límites del cuerpo y la mente, recuerda cómo, mientras nadaba, fijaba la vista en un punto perdido en el oleaje y luego en otro. Sus pensamientos fluían en un sinfín de imágenes cada vez que la tensión lo invadía. Aunque lo más importante era para él disfrutar la experiencia, nunca perdió de vista su objetivo: cumplir su sueño de cruzar a nado el Río de la Plata y batir un récord histórico al unir Colonia del Sacramento, Uruguay, con Punta Lara, Argentina.

Con apenas 17 años, el mendocino se convirtió en el nadador más joven en completar la desafiante travesía del Río de la Plata, una de las pruebas más exigentes de la natación en aguas abiertas. Enfrentó corrientes adversas y condiciones extremas a lo largo de 50 kilómetros, logrando concretar su hazaña en 14 horas y 18 minutos, una marca que consolida su proyección como una de las grandes promesas del deporte argentino.

Desde la embarcación de apoyo, su padre, Oscar Arjona, vivió cada instante con el corazón casi galopando en su pecho. Lo vio avanzar, detenerse unos segundos y volver a impulsarse con una fuerza indescriptible. Todo el tiempo sintió angustia y admiración. Lo acompañó con la mirada y con el alma, sintiendo en cada brazada el sacrificio de su hijo. “Verlo llegar después de tanto esfuerzo es algo que no puedo poner en palabras. Es un orgullo inmenso, una emoción que me desborda”, confesó con la voz entrecortada.

Una preparación de años para un reto extremo

Lautaro comenzó a nadar a los 10 años y a los 14 se adentró en las aguas abiertas. Durante dos años soñó con este desafío y se preparó con absoluta disciplina. Con el respaldo de su familia, sus amigos, su equipo y su entrenador, Claudio Capezzone, alcanzó un hito que hoy lo tiene entre los referentes de la disciplina a nivel mundial. “Lo pensé cuando tenía 15 años, pero en ese momento no contaba con la experiencia ni la resistencia necesarias. Entrené, competí en otras pruebas y, dos años después, sentí que estaba listo”, resume el adolescente que este año termina la escuela secundaria.

Lautaro Arjona antes de iniciar
Lautaro Arjona antes de iniciar la travesía

El cruce del Río de la Plata es considerado uno de los desafíos más exigentes en la natación en aguas abiertas. Con su anchura y condiciones cambiantes, apenas 42 nadadores lograron completarlo en más de un siglo. Lautaro no solo se convirtió en el número 42 en lograrlo, sino que además rompió un récord que llevaba 102 años vigente. Antes de que él hiciera pie en la orilla de Punta Lara, a las 20:15 del lunes 10 de marzo de 2025, la persona más joven en realizar esa travesía había sido la nadadora argentina Lilian Harrison, quien lo logró en 1923 con 19 años. Lautaro superó esa marca con dos años menos.

Su determinación surgió a los 15 años, cuando supo del récord de Harrison. Le transmitió a su entrenador que quería hacerlo. Se animaba. “Me dije que, pese a lo complejo de ese momento, si comenzaba a entrenar para eso, podría lograrlo”, recuerda. Así lo hizo hasta que llegó el día del desafío. Cinco años antes de tomar la decisión, aún no sabía nadar, pero le gustaba mucho pasar horas en la pileta y la playa. Entonces, le recomendaron que tomara clases para “al menos” no ahogarse.

“Empecé con clases y terminé quedándome porque me gustó mucho el agua, nadar. Y de ahí pasé a las aguas abiertas”, cuenta. El salto lo dio porque Capezzone notó la resistencia que tenía y le recomendó probar esa disciplina. “A los 14 arranqué a nadar allí. Mi primera experiencia fue en el dique Potrerillos”, agrega y admite que aún le duelen un poco los hombros, consecuencia de su aventura.

En tan solo un año, supo que tenía la suficiente capacidad para ir más allá. Realizó cruces, nados y otros desafíos previos hasta tocar el sueño con las manos. “Sabía que no iba a ser fácil, pero nunca me enfoqué en el tiempo ni en los récords, solo quería llegar”, explica el joven nadador. “A medida que avanzaba, me daba cuenta de que cada brazada me acercaba más a la meta, pero al mismo tiempo, había momentos en los que parecía que el horizonte no se movía. Uno ve la costa, pero sigue viéndola igual por horas”, dice y se le escapa una risa al recordar los momentos de eternidad que vivió en las aguas.

La preparación fue intensa. “Entrené doble turno durante todo el verano, haciendo la mayor cantidad de metros posibles. Nadaba por la mañana, a la tarde y, a veces, también a la noche. Además, me cuidaba en la alimentación y el descanso para rendir al máximo”, detalla. “Hubo momentos en los que me sentí agotado, pero sabía que todo eso me iba a ayudar el día de la carrera”.

El equipo que acompañó a
El equipo que acompañó a Lautaro

Nado entre las olas

El tramo final de la travesía fue el más desafiante. “Las olas empezaron a crecer y se hizo cada vez más difícil avanzar. A veces, sentía que nadaba y no avanzaba. Mirara hacia donde miraba solo había río, no se veía ninguna orilla... Hubo un momento en que me dije a mí mismo:No puedo aflojar ahora, llegué hasta acá, tengo que terminar’”, revive Lautaro su fuerza estoica. Durante las últimas cuatro horas, el oleaje alcanzó los dos metros y el viento cambió, haciendo que el recorrido se alargara unos kilómetros más de lo previsto.

En ese momento, su fortaleza mental fue clave. “Lo más difícil fue controlar la cabeza, porque el cansancio es enorme y cualquier pensamiento negativo te puede jugar en contra”, admite el joven que nunca estuvo solo y anhela con tomarse el tiempo para descansar.

En la orilla estaba su familia y en la embarcación de apoyo, un equipo de profesionales y Oscar seguían cada uno de sus movimientos. “Nos asegurábamos de que estuviera bien hidratado y de que recibiera alimento sin interrumpir su ritmo”, comenta su padre. “Usamos una vara para acercarle comida y líquidos sin que él tuviera que detenerse”. Durante la travesía, Lautaro consumió membrillo, duraznos en almíbar y embutidos para mantener su energía. “Nunca me detuve. Tenía que flotar para comer”, explica el chico que lo único que desea es llegar a su casa en Mendoza y disfrutar de su logro con la familia y sus amigos.

Lautaro junto a su entrenador,
Lautaro junto a su entrenador, Claudio Capezzone

El orgullo de un padre y el apoyo incondicional

Oscar Arjona fue testigo del esfuerzo de su hijo desde los primeros entrenamientos cuando había comenzado a nadar en aguas abiertas, pero aún no estaba en su mente enfrentar tremendo desafío.

“Uno ve todo el sacrificio que hay detrás: madrugar todos los días, entrenar doble turno, soportar el cansancio. Y después, cuando llegó el momento de la prueba, ver cómo el río le puso trabas y aun así logró superarlas fue impresionante. Fue muy fuerte vivir esto. ¡Fue muy tenso!”, destaca emocionado.

Desde la lancha, vivió la travesía de su hijo con una mezcla de orgullo y preocupación por las condiciones en que las aguas del río se presentaban, pero nunca dudó de él. “A partir de las últimas cuatro horas, el río tomó la decisión de que no fuera gratis ni fácil. Se complicó, la marea cambió, hubo olas de dos metros y lo veíamos subir y bajar, subir y bajar... ¡Fue tremendo! No podíamos hacer nada más que alentarlo y confiar en su preparación. Pero, lo más evidente en ese momento es la mentalidad que tuvo, que fue fundamental. Y ahí me di cuenta también de la importancia de tanto entrenamiento porque hombres más grandes y con más cuerpo que él no pudieron lograr ese desafío y Lauti sí”, cuenta Oscar.

“Su preparación, guiada por el entrenador Claudio Capezzone y con el respaldo de referentes como Gustavo Oriozabala y Damián Blaum, fue clave en su evolución deportiva. Este nuevo hito reafirma el crecimiento de la natación en aguas abiertas en Argentina y marca el inicio de un camino que podría llevar a Arjona a superar nuevos desafíos en la élite del deporte”, escribieron en un comunicado el Club Mendoza de Regatas, que le brindó apoyo.

Lautaro al llegar a Uruguay
Lautaro al llegar a Uruguay

Oscar reconoce la importancia de Oriozabala —destacado nadador argentino especializado en aguas abiertas— en este desafío. “En un momento bajó al agua, lo acompañó, lo alentó de cerca. Tuvo que terminar nadando más kilómetros de lo que se preveía, porque el estado del río no le permitía llegar al lugar que tenía que llegar, así que se corrió la llegada y terminó nadando más kilómetros de lo previsto”, cuenta del desafío que inició a las 5:45, en el Puerto Deportivo de Colonia, en Uruguay, y a las 20:28 del mismo día estuvo en la orilla, cerca de Punta Lara.

Cuando Lautaro finalmente llegó a suelo argentino, Oscar sintió una emoción indescriptible. “Él salió del agua y lo primero que hizo fue sacarse el gorro y las antiparras porque tenía la cabeza reventada. Yo solo quería abrazarlo y decirle lo orgulloso que estaba de él”.

El camino hasta concretar ese cruce no fue fácil. La familia organizó rifas y buscó patrocinadores para cubrir los costos de la travesía. “Mucha gente nos ayudó, el Club Mendoza de Regatas, la Secretaría de Deportes y personas que colaboraron comprando números. Todo esto se hizo con esfuerzo y corazón”, destaca su papá y agradece a quienes lo apoyaron de manera especial. “A los amigos de Lautaro, no puedo más que agradecerles porque se reunían temprano para que pudiera estar porque se levantaba a las 4 de la mañana para ir a entrenar”.

Ahora que la hazaña quedó grabada en la historia, Oscar solo quiere que su hijo disfrute de lo logrado. “Creo que todavía no cae en lo que hizo. Fue una prueba durísima y la superó con creces. Ahora le toca descansar y disfrutar. Después veremos qué sigue. Pero lo que hizo ya es historia”, finaliza.