Los pobladores de un pueblo patagónico que esperan desde hace más de 30 años un puente para cruzar el río

En Cuyín Manzano, Neuquén, las familias cruzan a pie, a caballo o en cuatriciclo cuando las aguas están bajas. Pese a varias promesas y un proyecto vigente para hacer una pasarela, la solución no llega. “Estamos aislados porque somos pocas familias”, denuncian

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Cruzar a pie el Río
Cruzar a pie el Río Cuyín Manzano, una de las alternativas que encontraron los pobladores

Hace treinta años que el agua se llevó el puente y desde entonces venimos peleando. Ahora para que, como mínimo, hagan una pasarela”, dice Laura Cornelio. Desde 1992, la mujer y los demás habitantes de Cuyín Manzano, un paraje cercano a Villa Traful, enfrentan diariamente el desafío de cruzar el caudaloso río que lleva el mismo nombre.

La ausencia de un puente, destruido por una crecida del río sin precedentes, obliga a las dos familias, de diez integrantes, que quedaron del otro lado a vadear las heladas aguas a pie, en cuatriciclos o a caballo. Dicen que esa es la única manera que tienen para acceder a servicios básicos como educación, atención médica y abastecimiento. Esas familias están compuestas por diez personas, cuatro de ellos son menores y una adulta mayor con discapacidad.

A pesar de los reiterados reclamos y promesas gubernamentales de construir una pasarela, la solución sigue sin concretarse, perpetuando el aislamiento y las dificultades de esta comunidad ubicada en el sudeste neuquino.

Algunos adolescentes usan cuatriciclos para cruzar el río cuando está bajo

30 años de dificultades

Laura Novoa es una de las cuarenta residentes de Cuyín Manzano, tiene cuatro hijos menores de edad. Tres de ellos estudian en la escuela secundaria de Villa Traful y el más chico en el colegio del pueblo, la Escuela 11 a la que asisten diez estudiantes de nivel inicial y primaria. Esto implica que hace más de cinco años, los más grandes — que asisten a la Escuela 91— hayan comenzando con la odisea cotidiana de atravesar el río como puedan, al igual que lo hacen los adultos.

“Hay pobladores que están reclamando por este puente desde antes que yo, que reclamo hace más de 18 años”, cuenta la mujer en un video que grabaron algunos vecinos para tratar de hacer visible la situación que padecen desde que eran niños. Están aislados, con escasa comunicación e imposibilitados de atender alguna urgencia médica, si así lo requiriesen.

¿El motivo? La falta de puente sobre el río Cuyín Manzano, uno de los afluentes del río Traful, dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, en el departamento de Los Lagos, provincia de Neuquén, distante a unos 70 kilómetros de la ciudad de San Carlos de Bariloche. Los hijos mayores de Laura, recorren más de 35 kilómetros diarios para llegar hasta el CPEM de Traful, la escuela. Y regresan a sus casas después del ocaso. Ese camino les lleva unas diez horas.

Unos años atrás, los pobladores
Unos años atrás, los pobladores comenzaron a manifestarse para que construyeran la pasarela

Pese a la belleza del lugar, un pequeño paraje enclavado en la cordillera de los Andes, rodeado de bosques y montañas, la realidad contrasta con la dura realidad que enfrentan sus pobladores. “Los chicos van a la escuela y todos los días deben pasar por el río. No tienen albergue, así que van y vuelven”, le cuenta a Infobae Mariana Ferranti, docente de la escuela secundaria N° 91, y profesora de los hijos de Laura.

Estamos como hace 30 años, sin respuestas. Esperamos la licitación, pero aún no se movió nada. Ya estamos viendo que se aproxima otro invierno más y que estaremos en la misma situación”, lamenta Cornelio. Las dificultades cotidianas se agravan en invierno, cuando las bajas temperaturas y el aumento del caudal hacen del cruce un peligro latente. “Los más chicos, sobre todo, sufren mucho. Tienen que atravesar el río pese al frío, la lluvia o la nieve. Y cuando se torna intransitable, algunos ni siquiera pueden ir a la escuela”, explica Ferranti.

El impacto no se limita a la educación o al traslado de los adultos a sus trabajos. “Hay familias que necesitan salir para comprar alimentos o ir al médico, pero cuando el río crece, quedan aisladas por días”, advierte la docente. La situación se complica aún más para la única abuela del poblado. “Ella tiene cerca de 80 años y depende de su hijo para cruzar en un vehículo doble tracción cuando el caudal lo permite. Pero cuando el río crece, queda atrapada en su casa. No puede salir para nada”, lamenta.

Los pobladores están cansados de las promesas incumplidas y exigen una solución inmediata. “No pedimos lujos, solo una pasarela segura que nos permita cruzar sin poner en riesgo nuestras vidas”, reclama la docente.

El paredón que quedó tras
El paredón que quedó tras la caída del puente

El proyecto prometido: ¿solución o nueva espera?

Desde el Gobierno provincial les aseguraron, a mediados de diciembre de 2024, que el proyecto ejecutivo para la construcción de la pasarela está en su fase final. “Actualmente, hay un proyecto para hacer una pasarela peatonal. Hace muchos años también que eso está pedido y sale en el presupuesto provincial, pero es tan baja la cifra, en comparación con otras obras, que no sale ni a licitación”, dice la Ferranti y cuenta que dos años atrás ese presupuesto era de $ 11 millones.

En ese sentido, amplía: “Nos dicen que está en marcha, pero seguimos esperando. Ya son demasiados años”. La obra a la que se refiere se realizaría en conjunto con Parques Nacionales, debido a que Cuyín Manzano es parte del Parque Nacional Nahuel Huapi, aunque aún no hay plazos definidos ni garantías sobre su financiamiento.

“Esto no se trata solo de una pasarela, es una necesidad básica para que los niños puedan estudiar y la gente acceder a salud y al trabajo, como cualquier persona. Ellos tienen el derecho a moverse tranquilos”, sostiene la docente y remarca que, sin una estructura adecuada, las familias seguirán enfrentando los mismos riesgos de siempre. “No podemos seguir dependiendo del clima para saber si podremos cruzar o no”, enfatiza.

En diciembre de 2024, durante la celebración del aniversario de Villa Traful, el ministro de infraestructura entregó la carpeta con el proyecto de la pasarela a una vecina. También participó el gobernador Rolando Figueroa (villatrafulok)

También, dice que el momento propicio para realizar la obra eran los meses de enero y febrero, quizás las primeras semanas de marzo, porque luego comienzan las lluvias y, en consecuencia, la crecida del río.

“El lugar para hacer esa pasarela ya está designado porque es parte del Parque Nacional, entonces el estudio ya está hecho, ya tomaron las medidas, varias veces lo hicieron. Es un lugar más cerca de la casa de las familias y en el sector donde el río es más bajo”, detalla.

En los últimos cinco años, el pedido excedió a los lugareños y se extendió a los poblados vecinos. “Se empezó a hacer un reclamo más fuerte en la pandemia. En el 2020 se hizo una marcha que convocó a gente de Villa La Angostura y de Villa Traful para visibilizar el pedido de la pasarela. A partir de ahí esto cobró cierta importancia y llegó a los medios locales, sumado a la campaña que hicimos desde la escuela, porque hay una cooperativa escolar y con los chicos vimos en qué podíamos ayudar porque estaban todos preocupados para encontrar la manera de visibilizar la necesidad de sus compañeros”, cuenta la docente.

Una de las pobladores de
Una de las pobladores de la tercera edad en el reclamo que se realizó en la pandemia

Emocionada, dice que los niños y adolescentes que están del otro lado del río Cuyín Manzano no festejan sus cumpleaños con sus amigos porque muchos no pueden o no se animan a cruzarlo”.

“En la adolescencia es muy importante tener a sus pares cerca y ellos no lo logran. Pero sus amigos lo intentan y cada vez que pueden, y el río lo permite, los visitan”, cuenta la docente que explica que además, debido a la zona en la que el poblado está inserto, “no hay señal de celular, no hay señal de internet, y si los chicos faltan, entonces pierden contacto con la escuela y tampoco hay forma de poder enviarles tarea”.

Mientras tanto, en Cuyín Manzano, cada cruce del río sigue siendo un desafío. “Hoy les tocó un día lindo, pero hay jornadas con viento, lluvia o nieve y ellos tienen que hacerlo igual”, lamenta Ferranti. “El miedo siempre está presente. Cada vez que un niño o un adulto cruza, sabemos que hay un riesgo real”. La incertidumbre persiste, y la comunidad sigue esperando que, por fin, el aislamiento deje de ser parte de su realidad cotidiana.