Desde el cruce de Los Andes de José de San Martín y sus tropas, las mulas fueron los pilares invisibles de la epopeya que tuvo como gran protagonista a la majestuosidad del Cerro Aconcagua. Hoy, la actividad del turismo privado que tiene detrás a 800 animales utilizados como medio de carga (cualquiera sea las condiciones físicas y de salud en la que estén), está en la mira: actualmente, en el Parque Provincial homónimo hay ocho empresas autorizadas a utilizar mulares que hasta llegan a trabajar sin descanso durante toda la temporada de verano. Cuatro de esas compañías tienen a cargo el 70% de la actividad turística, compuesta en el 80 % de los casos de extranjeros.
¿A qué tipo de actividad son sometidos las mulas? Transportan equipos, alimentos, materiales e incluso elementos de lujo hasta los campamentos de alta montaña, en un entorno hostil y extremo. Sin embargo, detrás de esta actividad que las empresas venden como una funcionalidad, hay una realidad oscura: explotación, abandono y maltrato animal sistemático.
Todo esto salió a la luz en diciembre pasado luego de que Lunático, un mular, fue sacrificado por un arriero que lo encontró agonizando en el Aconcagua: pidió autorización y la mató. Más tarde, se supo del caso de otra mula que fue obligada a cargar en su lomo una batería, que le tiró ácido encima y la quemó.
”La causa de estas mulas lleva dos meses de iniciada, yo me aboqué contra diez arrieros”, le explicó a Infobae el fiscal de la causa, Gabriel Blanco, de la Unidad Fiscal de Delitos contra el Medioambiente, contra los animales y no especializados, quien en un operativo sin precedentes (en colaboración con la Policía de Mendoza, el Ministerio de Energía y Ambiente y el Colegio Veterinario) destapó lo que muchos ya temían: el estado crítico en que se encuentran estos animales.
Para despejar todas las dudas, el pasado lunes 13, Blanco subió al Parque Provincial Aconcagua y vio en primera persona lo que estaba ocurriendo con los animales y actuó: imputó quienes cometían el delito de maltrato y crueldad animal, según la letra de la Ley N° 14.346.
“Encontré a unos tres o cuatro de los arrieros e imputé en los distintos lugares donde fui dando con ellos. La investigación no ha terminado, ni muchísimo menos”, asegura Blanco y explica que cuando se reintegre a sus labores (tras la feria judicial) verá en qué estado está la causa. “Se movió porque incorporaron informes y pruebas. Veré, entonces, qué tipo de decisión tomaré respecto de las otras personas responsables que puedan llegar a haber”. Hasta el momento, dos imputados fueron demorados.
Todo esto ocurrió durante las inspecciones realizadas en parajes como Puente de Inca, Plaza de Mulas y Casa de Piedra donde revisaron a unas 300 mulas y notaron que setenta de ellas necesitaban atención veterinaria urgente: tenían sus cuerpos consumidos por el abuso, quemaduras en sus lomos y lesiones que habían sido ignoradas durante semanas.
Desde el Ministerio de Energía y Ambiente de la provincia contaron a este medio el inicio de la causa: “Hace un poco más de un mes, nos enteramos por una publicación de Facebook que habían eutanasiado a una mula con permiso del Colegio de Veterinarios de la provincia. Hicimos la denuncia ante la Fiscalía correspondiente y empezó un procedimiento que desembocó en otro mayor y verificaron a más de 300 mulas, de un total de 800 que hay en el Parque”.
En Mendoza buscan la manera de controlar (y aspiran a terminar) la tracción a sangre animal. “Nosotros tenemos un protocolo de bienestar animal y algunas empresas no lo están cumpliendo. Durante la investigación hubo drones y pudieron tomar una zona más amplia para ver qué estaba pasando. Al llegar a los corrales, se constató que unas 70 mulas tenían costras, heridas y algunas, en ciertas parte del cuerpo, estaban sangrando”, lamentó Ariel Lima, coordinador general de la Subsecretaría de Ambiente de Mendoza, sobre las que aún permanecen en los corrales bajo cuidados especializados.
Por estos animales reclama la Fundación Cullunche, una institución que desde hace 20 años trabaja en la protección de la especie y pide que “las mulas sean sacadas del Parque” de manera definitiva, que se las jubile y se cree para ellas un santuario donde pasen el resto de sus días.
“No puede ser que en pleno año 2025, con el avance de la inteligencia artificial y todo lo que hay, sigan utilizando mulas para llevar cosas como sommiers, colchones, sushi, whisky, champagne, bolas de boliche, baños, pantallas solares, baterías... Una de ellas se quemó todo el cuerpo con el líquido de las baterías que iban chorreando sobre su lomo”, cuenta Jennifer Ibarra, presidenta de Fundación Cullunche.
La primera causa a favor de las mulas
A finales de la temporada 2023/2024, llegó a la Unidad Fiscal de Delitos contra el Medioambiente, contra los Animales y no especializados la primera causa que giraba en torno a una mula. “Era una causa de maltrato, pero cuando se hace la denuncia ya no habían muchas pruebas por producir porque la temporada había terminado. No había mucho por hacer. Entonces, esta vez comenzamos a investigar con lo poquito que podíamos para demostrar que el Ministerio Público Fiscal tenía intenciones de poner la lupa sobre toda esta situación. Y después cuando pasa lo del Lunático, el mular que fallece en Aconcagua, se abre una segunda causa y comienza una investigación mucho más profunda con la temporada abierta”, detalla el fiscal Blanco sobre cómo marca un nuevo hito en el Derecho Animal.
En plena temporada, el fiscal se encontró con todas las pruebas en la mesa (o en el mismo Parque): los animales ingresando, los arrieros, las empresas funcionando con toda su logística y tomó cartas en el asunto.
La investigación la inició con el mular que dejaron abandonado agonizando durante tres días y que, finalmente, fue sacrificado. “Con él inicio una investigación mucho más profunda. Comencé a investigar qué pasó con Lunático, por qué fue abandonado tres días en uno de los campamentos, y lo terminan eutanasiando porque ya estaba sufriendo demasiado. Por medio de Guardaparques recibí un montón de actas labraron por los distintos casos de mulas que querían ingresar al parque estando lastimadas y malnutridas. Así fue que decidí ir al lugar el lunes 13 de enero y hacer esta medida”, agrega el fiscal que ya llevó adelante varias causas de maltrato animal.
Blanco destaca que desde la llegada del nuevo Procurador, Alejandro Gullé, es que se decide darle a la Unidad Fiscal una competencia específica, además de la que ya tenían en materia de medio ambiente y de animales. Desde entonces, comienzan a especializarse y a atender de manera particular todo este tipo de delitos.
“Por ahí, en Mendoza hay mucha gente amante de los animales, pero no tenía idea de lo que pasa con las mulas en el Parque Aconcagua, aunque esto no es de ahora, pero ahora el Ministerio Público Fiscal decidió poner los ojos en este tipo de situaciones ocurridas desde siempre”, sigue el fiscal.
En referencia a qué pueda pasar con las mulas, cierra: “El programa de Bienestar Animal no se estaba cumpliendo y esa es la gran falencia que había en Aconcagua. Son mulas maltratadas, mulas lastimadas, desnutridas, porque no dejan de ser un activo de las empresas que prestan sus servicios en el parque. Y bueno, obviamente tienen sus intereses, que por ahí no siempre son los de proteger a esos animales”.
La situación en el Parque Aconcagua
Los graves casos de maltrato y crueldad que padecen estos animales en las imponentes alturas ameritan medidas urgentes para terminar con ellos y pagar la deuda histórica que tiene con esta especie el majestuoso cerro, ubicado a más de 3.000 metros de altitud, y que atrae a miles de turistas y montañistas durante el verano. El 95% de quienes aspiran lograr la cumbre son extranjeros que pagan elevados costos por las expediciones que ofrecen a las mulas como el medio para transportar los víveres y otros menesteres.
Infobae consultó sobre estos reiterados maltratos a la Subsecretaría de Ambiente de Mendoza y aseguraron que buscan la manera solucionar “a mediano plazo” esta problemática histórica: en la capital mendocina están implementando un programa para terminar con la tracción a sangre animal, por eso, afirman, que también están pensando en las posibles alternativas para hacerlo también en la montaña.
“Las mulas suben hasta entre 4000 y 4500 metros y los bajan. Según el protocolo, tendrían que descansar 24 horas, alimentarse y después volver a subir. Nosotros las tenemos a todas chipeadas, o sea, que sabemos qué mula sube y cuál no. Pero, a veces, hay mucha demanda de público y los arrieros entran por lugares que no están permitidos y se utilizan a las mulas más de lo que deberían”, detallan desde Ambiente.
Además, considerando el trabajo previo realizado en la provincia y apuntando a la responsabilidad que les toca, el coordinador explica: “En varios departamentos ya hemos eliminado la tracción a sangre. La idea es ir llevando a las empresas a otro método de subir los pertrechos que no impliquen el uso de animales”.
Asimismo, agrega: “Hasta ahora, se venía trabajando con el protocolo, que es de 2018, y actualmente estamos armando uno nuevo”. El turismo extranjero quizás tenga la posibilidad de pagar para que sus cosas se suban de otra manera.
“Hoy tenemos un helicóptero nuevo que está muy bonito y carga hasta 350 kilos. Un turista extranjero, quizás pueda pagar una hora de vuelo, que equivale a 1.500 dólares, eso es lo que a nosotros nos cuesta un rescate. No sé cuánto saldrá en el Everest o en el Kilimanjaro, pero no debe ser un número muy diferente. Sabemos que el cambio de paradigma es difícil, que hay una tradición, pero hay que lograrlo. La ley 14.346 es clara: nada que cause daño al animal se puede usar. Hay que ir, en un futuro no muy lejano, hacia otro tipo de tracción que no sea la tracción a sangre animal”, sostiene Lima.
Deuda histórica
La gran gesta patria heroica de José de San Martín fue el cruce de Los Andes, en 1817: además de los cinco mil hombres, el prócer llevó 9.300 mulas y 1.600 caballos. Doscientos ocho años después, la utilización de mulas como medio de transporte para realizar una simple actividad turística o para desafiar los propios limites, en el caso de quienes buscan hacer cumbre en el Aconcagua, amerita replantear si llegó el momento de darle a la especie su merecido descanso y buscar opciones que las reemplacen.
“Intentamos encauzar la situación con el Programa de Bienestar de Mulas Cargueras, que funcionó durante 12 años, luego el gobierno lo llevó adelante durante cinco años mas, decayendo lo poco que se había avanzado. Luego, fue llevado por dos años, por el Colegio de Veterinarios (que hace unos días renunció a esa tarea). A 20 años de haber comenzado, no se ha logrado nada, ha corrido el tiempo y hoy el uso de mulas es algo anacrónico e innecesario con la tecnología y el avance de los derechos de los animales”, dice con bronca por tantos años sin respuestas positivas la presidenta de Fundación Cullunche, que envío el pedido a la provincia para abolir esa actividad animal.
Parte del texto, dice: “Es hora de que el empresariado renueve su forma de trabajo. Hay opciones para llevar las cargas como son los porteadores, el helicóptero y ahora drones que llevan hasta 50 kilos. Por todo esto, solicitamos a las autoridad abolir el trabajo esclavo de las mulas en Parque Aconcagua. Exigimos que se las saque del parque para siempre”.
”San Martín sería el único justificado en Mendoza, pero desde él en adelante se las han sometido. En la década del 70, empezaron a usarlas para el turismo y desde entonces nunca paró. En 2004 sacamos fotos de esto que ya sucedía e hicimos una denuncia pública. No había redes sociales aún... Pero como se armó lío por esas imágenes, nos dieron el control de las mulas. Después el gobierno lo tomó por su cuenta y se vino abajo. Entonces, en 2022 volvimos a hacer la denuncia y lo tomó por convenio el Colegio de Veterinarios, que hace unos días renunció. Volvimos a hacer una denuncia pública y, por suerte, la Fiscalía de Delitos Ambientales y contra los animales tomó el caso y actuó”, señala.
Según investigó Ibarra, en 2004 había unas 370 mulas. “Hoy hay 900 mulas trabajando en Aconcagua, o sea que lejos de disminuir aumentó el número. ¿Por qué? Porque Aconcagua se convirtió en algo que se llama glamping, que es la mezcla de glamour y camping. Y ahora hay casi un hotel cinco estrellas a 4000 metros de altura, con un montón de turismo y gente de todo tipo que intenta loa escalada. Entonces, las mulas que antes llevaban carpa y sogas ahora llevan todas las comodidades además de champagne, sushi, decks, sommier, cortinados, colchones, lavarropas, cafeteras, jamón ahumado, vino. O sea, ¡boludeces! Además de las garrafas, los paneles solares, reposeras, sillones, sillas, vajilla, y todo lo que se te ocurra. Las usan para las frivolidades. Son esclavas en pleno siglo 21”, dice con furia.
En el mismo tono, ampliá: “Hay mulas heridas que hacen esos viajes; en el río ves mulas muertas porque al querer cruzar se ahogaron y se fueron para abajo por el peso. Muchas se desbarrancan porque, además, las cargas son tan pesadas y se mueven tanto que en el camino nadie se las acomodan y ellas van fogueando, o sea que se van lastimando y van goteando sangre en las piedras. Por eso, creció el número de mulas y hoy unas 900 las que están trabajando en manos de unas cuatro o cinco empresas”, cuenta Ibarra.
Ofuscada por la situación Ibarra cuenta que debió lidiar y discutir con las personas que legalmente son “propietarias” de estos animales. “Para ellos son material de descarte. Cuando estábamos al frente de sus cuidados llegamos a proponerles que las jubilaran y que se creara un santuario para mulas jubiladas y se me cagaron de risa. Ellos les sacan hasta el último aliento de su vida porque cuando termina la temporada, si una mula está mal, la venden por lo que pesa, la suben a un camión y la mandan a un frigorífico. O sea que le sacan plata hasta hasta el último momento de su vida. Eso hacen”, cuenta angustiada.
También sacó cuentas del dinero que hay detrás del uso de mula: “El viaje lo cobran entre 250 y 280 dólares, de ida y la misma plata de vuelta. O sea, es un negocio millonario. Estamos hablando de unos 8 millones de dólares solamente con las mulas, sin contar el viaje. Eso es una mula por temporada. Las pobres mulas ingresan al Parque miles de veces por temporada, que dura de noviembre a marzo”.
Además de proponer que las empresas privadas que usan a las mulas utilicen en su reemplazos helicópteros, impulsan que contraten personas para el trabajo de porteadores. “Los porteadores son como los sherpas; y también proponemos drones, que pueden llevar hasta 50 kilos. Pedimos que les enseñen a los arrieros a manejar el dron, que reconviertan su trabajo, que hagan de guías, que hagan de observador de aves, que cocinen, que saquen fotos, que vendan artesanías. Hay muchas posibilidades para dejar de lado las mulas”, señala.
Un aspecto clave para cambiar esta realidad es la concienciación de los turistas que visitan el parque. Muchas veces, los visitantes desconocen las condiciones en las que trabajan las mulas que transportan sus equipos. Organizaciones ambientalistas proponen campañas de sensibilización para que los turistas exijan prácticas responsables por parte de las empresas.
*Fundación Cullunche inició una petición en la plataforma change.org: Basta de Tracción a Sangre en Parque Aconcagua-Mendoza- Argentina