“Sabemos que los rivales ponen su formación más fuerte contra nosotros. Somos los contrincantes temidos. Aunque hacía algunos años que no ganábamos la Copa, esta victoria nos deja muy contentos, y también cansados”, dice feliz Horacio Moavro, capitán de la Selección Argentina de Scrabble, que ganó el Campeonato Mundial de 2024, disputado en Granada, España.
En un torneo que combinó estrategia, trabajo en equipo y pasión por las palabras, los argentinos alzaron su copa dorada tras una intensa competencia. Los integrantes de la formación argentina en la Copa de las Naciones fueron Cristian Ayala, Rocco Laguzzi, Horacio Moavro (capitán), Benjamín Olaizola y Luis Picciochi. El equipo fue elegido por votación entre los 35 argentinos que participaron en el Mundial del “Deporte de la Mente”, certamen que se realizó entre el 11 y el 16 de noviembre pasado.
“Nos conocemos hace mucho tiempo”, explica Moavro, de 67 años, al referirse al combinado nacional. “El más nuevo es Cristian Ayala, que jugó por primera vez en el equipo. Los demás ya tenemos una larga trayectoria juntos. Con Rocco y Luis ganamos en 2009, 2010 y 2018 la Copa de las Naciones, así que hay mucha camaradería y momentos compartidos en los viajes”, resume.
El Scrabble es un juego de mesa clásico que combina estrategia y vocabulario, que está diseñado para que participen de 2 a 4 jugadores. El objetivo principal es acumular la mayor cantidad de puntos formando palabras en un tablero utilizando fichas con letras.
Horacio, al verse hoy como capitán campeón del mundo, recuerda con nostalgia sus primeras experiencias en lo que comenzó como un entretenimiento familiar: “Empecé a jugar Scrabble cuando tenía diez años. Una tía trajo el juego a casa cuando recién aparecía en Argentina. Era algo nuevo, lo llamaban ‘palabras cruzadas’. Jugábamos los domingos en la casa de mi abuela, después de los ravioles. Hacíamos rondas de cuatro o cinco personas. Si alguien lograba una palabra de cinco letras, ya era mucho”.
Así, lo que comenzó como una costumbre de la sobremesa de los domingos, marcó el inicio de una relación que lo acompañaría toda su vida: a los 14 años, descubrió ese mundo que excedió el ámbito familiar. “Estábamos en Miramar jugando con amigos de la escuela, en la playa. El padre de uno de ellos jugaba competitivamente y nos daba consejos: ‘No hagan esto, fíjense allá, busquen acá’. Su hijo lo echaba, pero yo no, lo tomé como tutor. Me enseñó el pase del Scrabble familiar al competitivo: cómo buscar las mejores jugadas, aprovechar las fichas y las casillas con premio”. Ese aprendizaje marcó un antes y un después en su vida. “Desde entonces, nunca más pude jugar en familia, les ganaba a todos”, asegura.
El tablero en el día a día
Horacio, que nació en el barrio porteño de Villa Crespo, se recibió de contador público. Vivió en Montevideo, Uruguay y también en Rosario, Santa Fe. Cuando rondaba los 40 años encontró un aviso en el diario que cambiaría su destino.
“Recién habíamos regresado a Buenos Aires y vi un aviso que decía: ‘Próximo sábado, torneo de Scrabble’. Me interesó, fui y me enganché. Eso fue en 1998, cuando la Asociación Argentina de Scrabble estaba arrancando. Empecé en la categoría C y pensaba: ‘Esta gente está loca, ¿A quién se le ocurre estudiar el diccionario?’. Pero dos años después me clasifiqué para el Mundial y ahí empecé a tomármelo en serio”, revive quien es padre de dos hijas y abuelo de dos nietos.
Su carrera en el mundo del Scrabble fue rápida. Para el inicio del siglo, fue elegido como el primer presidente de la Federación Internacional de Scrabble, cargo que considera un hito y que premia su desempeño. Además, desde 2009 es el capitán indiscutido de la selección argentina, elegido por votación entre sus compañeros.
“Ese año salimos campeones por primera vez en la Copa de las Naciones, que se había agregado recientemente como torneo por equipos. Desde entonces, siempre me han elegido capitán, y es un orgullo enorme. No solo soy parte del equipo, sino que además mis compañeros confían en mí para liderarlos”, admite emocionado.
El Mundial
Aunque cada jugador viajó por su cuenta rumbo a Granada, en España, y no pudieron compartir los nervios previos en el camino, las sensaciones anteriores al inicio de la competencia fueron más que similares y en el “durante”, la organización del torneo siguió un cronograma exigente.
“Llegamos a Granada unos días antes. El lunes se jugó el torneo individual de modalidad duplicada, donde Luis Picciochi salió campeón mundial. Cristian Ayala quedó cuarto y yo terminé en el puesto 15. Veníamos bien perfilados para la Copa de las Naciones, que empezó el martes”, detalla el capitán.
Sobre el torneo por equipos, Moavro describe el ambiente como “intenso pero ordenado”. “El espacio era un gran salón, con bastante silencio. Solo se escuchaba el ruido de las fichas y alguna exclamación esporádica, como mucho”, cuenta sobre los instantes en los que la concentración fue central en las partidas.
El torneo —detalla— consistió en siete rondas. “En cada una de ellas, el equipo de un país debía competir en tres tableros contra otro país. Yo, como capitán, reunía al equipo antes de cada ronda para decidir la mejor formación posible según el rival”, explica los movimientos técnicos que le tocó realizar.
La competencia mundial no estuvo exenta de desafíos. Así lo recuerda: “En la primera ronda, Rocco estaba descompuesto y se quedó en su habitación. Jugó solo una ronda, así que los demás tuvimos que rotar. A pesar de eso, llegamos a la última ronda con chances. Argentina y México habíamos ganado cinco rondas cada uno. La final fue tensa, porque sabíamos que quien ganaba salía campeón”.
El equipo argentino enfrentó a México con una formación clave. “En el último partido, Benjamín Olaizola jugó en el primer tablero, Luis Picciochi en el segundo y yo en el tercero. Ganamos 3 a 0, lo que nos permitió consagrarnos campeones. Fue un momento de mucha emoción. Después de todo el esfuerzo, el resultado valió la pena”, asegura conmovido.
“Lo mejor del Scrabble es que cada partida es distinta. El azar tiene un poco de influencia, entre 5 y 10 por ciento. El resto es estrategia, conocimiento de palabras y visión del tablero. Además, hay buena onda entre todos. Participan hombres y mujeres, jóvenes, adultos y mayores, y todos encuentran la forma de pasarlo bien compitiendo en su nivel”, finaliza.
La Asociación Argentina de Scrabble tiene encuentros informales todos los días en Buenos Aires, en distintos barrios y varios clubes del interior. Realizan torneos todos los meses a nivel local, y anualmente un torneo Nacional, regional y mundial.
*Para contactarlos puede buscarlos en Facebook como “Jugadores Argentinos de Scrabble” y en Instagram, AASCRABLE