El recuerdo de “la tragedia de los bomberitos”, cuando el fuego y la irresponsabilidad se cobraron la vida de 25 jóvenes y niños

La tarde del 21 de enero de 1994 se produjo un incendio de pastizales en las afueras de Puerto Madryn. Al intentar combatirlo, un grupo de bomberos voluntarios quedó atrapado por las llamas. Entre las víctimas fatales había once menores de edad, entre ellos tres niños de 11 y 12 años, que no debían estar allí. Más de tres décadas después, sus familias siguen reclamando justicia

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Un grupo de bomberos y,
Un grupo de bomberos y, detrás, el incendio. Para entonces, los 25 jóvenes y niños ya habían muerto. Sus compañeros los buscaban sin saberlo (Gentileza José Luis Lazarte)

Es la mayor tragedia registrada en la historia de los bomberos en el país y una de las más grandes en todo el mundo. Ocurrió en Puerto Madryn, Chubut, el viernes 21 de enero de 1994, y les costó la vida a 25 jóvenes del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de esa ciudad, que murieron asfixiados al quedar atrapados en un incendio de pastizales cuyo fuego se convirtió de pronto en una pared ardiente e insalvable. El país entero se conmovió con esas muertes, en un episodio donde al dolor pronto se sumó el escándalo al saberse que entre las víctimas había once menores de edad, entre ellos tres niños de 11 y 12 años, llevados de manera irresponsable a combatir el fuego. Por eso al hecho se lo conoce como “la tragedia de los bomberitos”, a partir del cual surgió la prohibición de que menores de edad participen en el combate directo contra el fuego.

Hacía mucho calor ese viernes en Madryn y quienes no tenían que trabajar se habían volcado a sus playas, las mismas donde en 1865 desembarcaron los primeros colonos galeses llegados a bordo del velero Mimosa. Pasado el mediodía, a unos 15 kilómetros de la ciudad y cerca de la rotonda de acceso, un adolescente vio una gran columna de humo proveniente de un campo lindero a la ruta nacional 3, propiedad de Ana Gallastegui, y avisó a la policía.

El último grupo de bomberos
El último grupo de bomberos en llegar fue el de José Luis Manchula, que estaba nutrido de varios menores que tenían un equipamiento precario (Gentileza José Luis Lazarte)

Eran las 14:30 cuando desde la Seccional Primera llamaron al Cuartel de Bomberos. De inmediato partieron dos grupos para combatir el incendio. Uno estaba a cargo de Daniel Zárate, y el otro, de Cristian Meriño. Al llegar a la rotonda, los dos vehículos se adentraron unos 3.000 metros a campo traviesa hasta llegar a Puesto Gallastegui, una vieja construcción en desuso, y desde allí avanzaron a pie hacia las llamas, que se extendían peligrosamente devorando la seca vegetación de jarilla, piquillín, coirón, moyes y pequeños algarrobos.

Dos horas después se sumó un tercer grupo, que llegó en un tercer vehículo. Estaba al mando del suboficial principal José Luis Manchula, de 23 años, que ese día era quien tenía el cargo más alto en el cuartel porque el jefe, Ricardo Vera, había viajado a Rawson. En ese grupo había varios menores de edad, algunos de ellos niños, vestidos con overoles y botas de goma -incluso alguno calzaba ojotas-, un equipo inadecuado para combatir las llamas. Contaban con cinco radiotransmisores para comunicarse entre ellos y con los otros dos grupos.

Cuando llegó el tercer grupo, que caminó unos 400 metros en dirección oeste, la temperatura era 28,8 grados y la velocidad del viento había trepado a los 25 kilómetros por hora, un 36% más que en el momento del inicio del fuego. Por entonces, las llamas avanzaban a una velocidad de 6 kilómetros por hacia el oeste y a 3 kilómetros por hora en dirección sur.

El incendio se inició en
El incendio se inició en horas del mediodía del 21 de enero de 1994, probablemente alrededor de una ermita ubicada junto a la ruta 3, a quince kilómetros de la ciudad de Puerto Madryn (Gentileza José Luis Lazarte)

Atrapados por el fuego

Eran las 17:20 y el grupo de Manchula ya estaba combatiendo el fuego cuando el viento cambió bruscamente de dirección a una velocidad de 40 kilómetros por hora. Avivadas por esa fuerza, las llamas llegaron a seis metros de altura. Fue entonces cuando desde uno de los primeros grupos, el sargento Julio Laportilla comenzó a llamar a los demás por su radiotransmisor. De inmediato recibió la respuesta de Cristian Meriño, que le informó que podía ver al Puesto Gallastegui a unos 300 metros de distancia y que todos los integrantes de su grupo estaban bien. En cambio, nadie respondió desde el grupo que comandaba Manchula.

Unos cinco minutos más tarde, Laportilla volvió a usar su radiotransmisor para avisar que las llamas seguían creciendo por la velocidad del viento, pero tampoco recibió respuesta. Insistió una y otra vez hasta que, pasados otros diez minutos, escuchó la voz de Manchula, que pedía auxilio porque el fuego estaba cercando a su grupo. El reloj marcaba las 17:38 cuando Laportilla intentó llegar al lugar donde suponía que estaba el grupo de Manchula para auxiliarlos, pero las llamas se lo impidieron. Dos minutos después logró avanzar y llegó hasta una tranquera, pero no vio a nadie y debió retroceder para no quedar atrapado por el fuego. Después dirá que supuso que sus compañeros habían encontrado alguna vía de escape, ya fuera hacia el sur o hacia el oeste. Sin embargo, nadie respondía a sus llamados, entonces se comunicó con el Cuartel General y pidió que se hiciera sonar la sirena de alarma general.

Entre las 18 y las 18:15 los radiotransmisores captan varios pedidos de auxilio provenientes del grupo perdido. El último, según el informe pericial, de “probablemente la voz de un menor, que lo hacía con bastante desesperación”. Después, silencio total. Los integrantes del grupo de Manchula fueron declarados “desaparecidos”.

(Lazarte)
(Lazarte)

25 cuerpos esparcidos

Fue una noche de tensión y desesperación en Puerto Madryn, con la población en vilo, angustiada por la suerte de los bomberos perdidos. Se temía lo peor, porque el silencio total dejaba poco lugar para la esperanza de encontrarlos con vida. El peor de los escenarios se confirmó a la mañana siguiente, alrededor de las 7:30, cuando una patrulla encontró, entre animales calcinados, algunos cascos, palas y los dos vehículos del grupo perdido -una autobomba y una camioneta- calcinados. Minutos después, los rescatistas se toparon con los primeros cadáveres y, con el correr de las horas, fueron sumando hasta sumar 25, la totalidad de los integrantes del grupo de Manchula. Las pericias determinaron después que todos habían muerto por asfixia, sofocados por el humo.

“Los 25 cuerpos estaban esparcidos en el campo. Todos juntos, a poca distancia de lo que era un flanco del incendio. No pude leer el informe final de la autopsia, pero los que lo hicieron me contaron que pasaron por un proceso de asfixia a causa del monóxido o por la inhalación de gases altamente calientes que generan un edema”, relató después el bombero Alberto Alercio, que no participó del combate contra el fuego porque estaba de licencia.

Eran José Manchula (23 años), Marcelo Miranda (11), Carlos Hegui (12), Cristian Zárate (14), Lorena Jones (15), Néstor Dancor (15), Juan Moccio (15), Paola Romero (17), Andrea López (15), Ramiro Cabrera (16), Juan Passerini (16), Alexis González (22), Andrea Borreda (18), Leandro Mangini (18), Enrique Rochón (19), Jesús Moya (20), Cristian Meriño (21), Daniel Araya (21), Gabriel Luna (21), Cristián Llambrún (21), Juan Zárate (22), Alicia Giúdice (22), Marcelo Cuello (23), Raúl Godoy (23) y Mauricio Arcajo (12).

Al mismo tiempo que se encontraban los primeros cadáveres, el jefe del Cuartel, Ricardo Vera, sobrevolaba la zona del desastre en una avioneta. Había vuelto desde Rawson la noche anterior, apenas le informaron que los bomberos habían desaparecido. Al ver desde el aire los cuerpos esparcidos sobre el terreno sufrió un ataque de nervios que lo descompensó y debió ser llevado de urgencia a un hospital de Puerto Madryn. Nunca volvió a hacerse cargo de la jefatura del Cuerpo de Bomberos Voluntarios.

La ciudad entera estuvo de luto. Los cuerpos de 23 de los jóvenes bomberos fueron velados la noche del sábado 22 en el Gimnasio Municipal de la ciudad. Las imágenes de esa noche muestran los féretros, uno junto al otro, como hermanados. Solo dos tuvieron velatorios separados, por decisión de sus familias: Ramiro Vera y el pequeño Marcelo Miranda. El domingo 23 a la tarde fueron trasladados al cementerio, acompañados por una caravana que se extendía por varias cuadras.

La meseta patagónica contribuyó con
La meseta patagónica contribuyó con su vegetación de jarilla, piquillín, coirón, moye y algarrobito, compuestos naturales inflamables. El viento hizo una parte y la desidia, la otra (Gentileza José Luis Lazarte)

Las fotos y el recuerdo

Que “la tragedia de los bomberitos” haya quedado documentada en fotos se debe al reportero gráfico del diario Trelew José Luis Lazarte, que llegó a la zona del incendio alrededor de las seis de la tarde del viernes 21, cuando por los radiotransmisores se escuchaban los últimos y desesperados pedidos de auxilio de los jóvenes rodeados por el fuego. “Yo estaba cubriendo la botadura de un catamarán para el diario Jornada, y de ahí fui para el campo. Entré con los bomberos un tramo, unos 300 metros, hice fotos y volví. Por el humo, era como de noche. Para mí, en ese momento, era un incendio de campo más, algo que ocurría día por medio. Después supimos lo que pasó”, recordó años después.

También estuvo encargado de cubrir el velatorio realizado en el Gimnasio Municipal y el recorrido de la caravana que llevó los cuerpos hasta el cementerio. “Creo que nunca más veré algo similar al velatorio de los 23 chicos en el gimnasio municipal. Yo estaba acostumbrado a hacer ahí fotos de básquet, de gimnasia artística y de golpe ver todos esos ataúdes con todo Madryn rodeándolos y sumido en llanto, es una imagen que no me puedo borrar. No podíamos creer lo que había pasado, fue sin duda el día más triste de la ciudad”, relató en una entrevista con la agencia Télam.

La despedida a 23 de
La despedida a 23 de las 25 víctimas en Puerto Madryn. En homenaje a los bomberos caídos en 1994, el 21 de enero fue declarado “Día del Mártir Bombero Voluntario” (Gentileza José Luis Lazarte)

31 años después

La investigación penal de las 25 muertes ocurridas en el incendio de Puerto Madryn fue diluyéndose con el correr del tiempo y la causa judicial fue cerrada en tres ocasiones. Los familiares de dos de las víctimas cobraron un seguro de vida de 50.000 pesos, a cambio de no hacerle juicio a la provincia y recién 15 años después, el Estado les otorgó una indemnización en bonos.

“El Estado no se hizo cargo. Cuando se inició la causa, dos personas cobraron un seguro de vida. Fueron mi cuñada, que estaba embarazada, y la mamá de Alexis Salinas. que tenía dos chicos. Fijate ahora: mi cuñada, que es docente, hace tres meses que no cobra ni su salario ni la pensión por la muerte de su esposo. Durante el gobierno de Das Neves, después de 15 años, se hizo una compensación, cobraron en Bonos provinciales alrededor de 500 mil pesos, el 10% de lo que se pedía. Hubo un padre que no aceptó. Él le ganó el juicio al Estado por cinco millones de pesos y por eso la causa sigue, pero ya nadie quiere seguir peleando. La mayoría de los padres está en malas condiciones psíquicas. Muchos también fallecieron, hubo suicidios”, le contaba en 2021 a Infobae Miriam Battistesa, cuñada de dos de las víctimas.

A partir de la tragedia se produjeron profundos cambios en la reglamentación de los bomberos voluntarios. A nivel nacional, el sistema prohibió que los menores puedan salir a emergencias. Primero deben realizar un trayecto de capacitación que dura un año y, una vez aprobado el curso, deben tener un tiempo de adaptación. La tragedia también llevó a la decisión de que los bomberos no actúen sofocando incendios de campo, sino que solamente se aseguren de que no llegue a la ciudad, trabajando con máquinas viales para realizar cortafuegos.

En homenaje a los bomberos caídos en 1994, el 21 de enero fue declarado “Día del Mártir Bombero Voluntario”. Este martes, al cumplirse 31 años de los hechos, en Puerto Madryn se realizarán diversos actos en honor a las víctimas. A las 11 se colocará una ofrenda floral en el barrio Mapú Ngefú, donde está el monumento Gloria a las Víctimas del Viento y Fuego. En esa zona de la ciudad, las calles llevan hoy los nombres de los jóvenes que perdieron la vida ese día. Una hora después, se realizará un responso en el Panteón de los bomberos voluntarios en el cementerio local.

Más allá de los homenajes, los familiares de los bomberos siguen reclamando justicia. “Sabemos que hay culpables y responsables en la muerte de los chicos, pero a 30 años todavía no tenemos ninguna respuesta de la justicia penal. Cuando ocurrió hacía como cinco o seis años que no pasaba ningún inspector de defensa civil de la provincia a supervisar qué se hacía y no se hacía en el cuartel”, decía el año pasado Nicolina Ivanoff, la madre de Alicia Giudice, durante los actos conmemorativos de las tres décadas de la tragedia.

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