La vida de Sebastián “Thiany” Valencia es una montaña rusa constante. Desde su adolescencia saltaba entre dos mundos. Por un lado se codeaba con sus vecinos de la zona norte del conurbano en el San Isidro Club. Mientras que en otros momentos se calzaba los guantes de boxeo en un gimnasio de Carupá con chicos de la calle que buscaban llegar a un ring profesional a golpes de puño. “Viví entre esas dos realidades hasta los 19 años -cuenta “Thiany” Valencia en diálogo con Infobae-. Guardaba los botines embarrados y me iba todo golpeado por el partido del SIC a entrenar al cuadrilátero, en donde me seguían pegando”.
Como se verá a lo largo de toda la historia de Thiany siempre persiguió sus sueños. “Mi abuelo había sido boxeador y había peleado en el Luna Park. Yo quería llegar a lo mismo”. Valencia imaginaba ese estadio completo en pleno centro de Buenos Aires, las luces sobre el ring y él ingresando con una bata brillante con su nombre en letras gigantes en su espalda.
Su apodo, que ya es casi como su marca registrada, le viene de cuando era muy chico. Su nombre Sebastián quedaba muy largo y le decían Tian. justo en esa época, el circo de la familia Thiany visitó el norte del conurbano. Valencia fue a la carpa y quedó maravillado con los animales y los payasos. Así, la similitud entre ambas palabras hicieron casi natural que fuera su apodo. Nunca más lo dejó.

El sueño del Luna Park
Entonces, a los 19 años decidió dejar el rugby y dedicarse de lleno al boxeo. Valencia tuvo una muy buena proyección y se retiró invicto de los cuadriláteros. Hizo 60 peleas amateur de las cuales ganó 59 y 15 como profesional, de las cuales triunfó en 14 y una quedó sin decisión.
Thiany también llegó a pelear en el Luna Park como lo había hecho su abuelo. “Yo no lo conocí, pero escuchaba sus historias en la familia –recuerda Valencia, mientras se da un respiro para seguir contando su historia-. Fue una gran emoción estar en ese ring y mirar las tribunas colmadas, igual que lo había hecho él tantos años atrás. Sentí que cumplía con su memoria”.
En la última pelea que disputó en el Luna Park (en total fueron dos), Valencia se quebró la mano. “Igual seguí peleando hasta el final y gané el combate”, cuenta. A Thiany lo operaron pero no pudo volver nunca más al boxeo. Ahí empieza otra historia, su reinvención. Otra vez, entre dos mundos. Por un lado, como entrenador de famosos a los que le enseñaba las técnicas que había aprendido en el gimnasio de Carupá y por el otro como padrino de un comedor del barrio San Cayetano de Beccar en el norte del conurbano bonaerense.

En ese contexto, Thiany se relacionó con el mundo de la farándula y de los empresarios. Todavía hace entrenamientos personalizados con figuras del espectáculo, la moda y también el ámbito de los hombres de negocios. Ofrece discreción y una rutina relacionada con lo que el joven Valencia hacía en el gimnasio cuando era un boxeador profesional.
En el medio de todo eso, Valencia se convirtió en un trotamundos. Vivió en más de 30 países. “Tenía muchos amigos que me daban alojamiento. Estuve cinco años en Cuba, en África, en Holanda, en otras partes de Europa y hasta en Hawaii”, enumera Valencia.
Los mundos de Thiany
Al mismo tiempo, Thiany apadrinó al comedor que le daba un plato caliente a unos 160 chicos por día. “Entraba al barrio y todos me conocían. De hecho, actualmente vuelvo y me siguen saludando muchas personas –cuenta el personal trainer-. Hasta dejo el auto con la llave puesta y no pasa nada”.
De sus días en el comedor -hoy quedó a cargo de la Municipalidad de San Isidro- tiene decenas de historias de chicos a los que intentó ayudar para que salgan de las drogas o la delincuencia. “Vi morir muchos chicos y otros que pudieron salir de la marginalidad para rehacer sus vidas. Yo siempre traté de darle una mano a todos, a veces algunos no aceptaban esa ayuda”, asegura.

De esa época a Valencia le quedó un vínculo muy fuerte con un joven que conoce desde que era muy chico. Jeremías iba al gimnasio cuando entrenaba su hermano. El chico tenía apenas 3 años y veía a Thiany darle órdenes y consejos a los adolescentes de cómo pegarle a la bolsa o a la pera. Una noche, el hermano de Jeremías murió en un enfrentamiento con la policía. Jeremías, que ya tenía unos 11 años, le pidió a Valencia que lo dejé seguir yendo al ring. Se formó una relación muy fuerte de padrinazgo. Otra vez los dos mundos que se mezclan.
Todos los veranos el chico se iba a Punta del Este con Valencia a pasar la temporada rodeado de modelos y famosos. El ex boxeador instalaba un ring en la playa en el que hacía exhibiciones con Pampita o Rocío Guirao Díaz, las chicas de ese momento. “Los padres me habían hecho una autorización para poder salir del país y él se venía todos los veranos conmigo. Pasaba de cirujear todo el año a estar rodeado del jetset en Uruguay”.
Pasó el tiempo y Jeremías dejó el boxeo. Ahora trabaja en una fábrica y tiene hijos. Valencia siempre mantuvo el contacto con su ahijado al que todos los veranos le regalaba unos meses de ilusión y buena vida en los veranos de Punta del Este.

Valencia se mueve con total naturalidad entre los famosos que lo contratan para sus clases de boxeo. “En general son personas normales que pueden tener los mismos problemas que todos nosotros”, aclara. En sus temporadas de verano en Punta del Este, el ex boxeador conoció a Naomi Campbell, la top model de la década del 90. La entrenaba durante sus visitas a las playas uruguayas. Allí se hicieron compinches y hasta Campbell lo invitó a pasar algunos días en Nueva York. Otras vez, esos dos mundos que se mezclan en la vida de Thiany. El boxeador de Carupá, el padrino del comedor del barrio San Cayetano con el hooker del SIC y el personal trainer que entrena a las famosas.
En el video que encabeza esta nota se lo ve a Valencia entrenar a Jésica Cirio y Sofía Zámolo. Son sólo dos ejemplos de otras personas de la farándula local que contratan sus servicios. “Es bueno hacer ejercicio físico. Te desconectas de la realidad y llegás cansado a la noche. No te dan ganas de pensar o hacer pavadas y te vas a dormir en paz - resalta Valencia-. Es una buena forma, además, de sacarte el estrés por el trabajo”.
Valencia comparte sus actividades y se lo puede contactar a través de su cuenta de Instagram (@thianyboxing). “No soy exclusivo para famosas”, afirma y se sonríe Valencia. Si hay algo que valoran las modelos o estrellas de la TV argentina que entrenan con Valencia es su discreción. El ex boxeador sabe mucho más de lo que cuenta para esta nota de Infobae. “También funcionó como una especie de psicólogo. Las escucho y puedo aconsejar desde toda mi experiencia de vida”, afirma. Así, el personal trainer se mantiene entre esa combinación de mundos que a sus 47 años y con todo el camino recorrido a ser mucho más que un simple entrenador de boxeo.
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