
El tabaquismo es la adicción al consumo de tabaco, generado principalmente por la nicotina, y el responsable de 8 millones de muertes anuales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como de más de 20 tipos o subtipos diferentes de cáncer y muchas otras enfermedades debilitantes”, señala el organismo.
Entre las consecuencias de fumar, se encuentra el riesgo de sufrir cáncer de pulmón, hipertensión arterial, enfermedad coronaria como angina o infarto de miocardio), accidentes cerebrovasculares, trombosis, hemorragias o embolias, entre otras. Pero lo que es comúnmente menos conocido es cómo el tabaquismo también puede dificultar y obstaculizar el sueño.
Ya en 2012, Stefan Chors, integrante del Departamento de Medicina del Sueño de la St. Hedwig Clinic Berlin, de Alemania lideró un estudio publicado en la revista Addiction Biology donde se afirmaba que “con frecuencia, los fumadores refieren problemas de sueño” y arrojaba que “los mayores grados de dependencia de la nicotina y la intensidad del tabaquismo se asociaron con una menor duración del sueño en una población que no sufría ningún trastorno psiquiátrico”.

Asimismo, el estudio, llamado “Deterioro de la calidad y duración del sueño en fumadores”, señalaba que existe “una prevalencia elevada de trastornos del sueño en fumadores en comparación con los no fumadores en una población sin antecedentes de trastornos psiquiátricos a lo largo de la vida”.
La investigación arrojó que el 17% de los 1.071 fumadores entrevistados dormía menos de seis horas por noche, mientras que, de las 1.243 personas no fumadoras encuestadas, solo el 7% dormía menos de seis horas. Además, el 28% de las personas que consumían tabaco aseguraba que su calidad de sueño no era buena.
Pero, ¿cuál es el efecto que genera la nicotina que hace que la adicción sea tan fuerte? Según la Mayo Clinic, “en el cerebro, la nicotina aumenta la liberación de sustancias químicas cerebrales llamadas neurotransmisores, que ayudan a regular el estado de ánimo y el comportamiento. La dopamina, uno de estos neurotransmisores, se libera en el centro de recompensas del cerebro, lo que provoca sensaciones de placer y mejora el estado de ánimo”.

Por eso, cuanto más fumamos, más nicotina necesitamos para tener la sensación de sentirnos bien. Esto lleva a que el consumo de tabaco también afecte nuestra rutina diaria y nuestro humor, además de nuestra salud.
Facundo Nogueira (MN 84970) es jefe de la sección de Medicina del Sueño del Hospital Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director de la fellowship de Medicina del Sueño de la UBA. Consultado previamente por Infobae sobre este tema señaló: “La nicotina es una sustancia estimulante, y es euforizante, además de ser sumamente adictiva. El fumar en horas de la noche estimula nuestro cerebro y promueve la vigilia, dificulta la conciliación y la continuidad del sueño”.
¿Por qué fumar aumenta el riesgo de sufrir apneas del sueño?
Pero, además de la dificultad de conciliar el sueño, Nogueira señala el aumento de las probabilidades de sufrir trastornos del sueño que genera el tabaquismo: “Más allá de todas las consecuencias que sabemos que el cigarrillo puede generar en el aparato respiratorio y cardiovascular, el fumar aumenta el riesgo de padecer dificultad para dormir y el riesgo de ronquido y apneas del sueño”.

“La apnea es una breve pausa en el patrón respiratorio que a veces puede durar hasta diez segundos. Puede ser de leve a grave, dependiendo de la frecuencia con la que ocurran los episodios. La apnea del sueño puede ocurrir simplemente porque los músculos de las vías respiratorias o de la garganta se vuelven muy relajados. Pero a veces hay una obstrucción, o bloqueo que hace que el patrón respiratorio cambie”, advierte la American Cancer Society.
Nogueira explica el proceso que posibilita que esto ocurra: “El fumar de forma crónica genera un edema generalizado en la muscosa de la vía aérea que disminuye la luz de la vía respiratoria. El diámetro del conducto por el cual pasa el aire se reduce, genera ronquidos en primera instancia y aumenta el riesgo de apneas del sueño”.
El hecho de sufrir este tipo de trastorno del sueño puede generar grandes dificultades en la salud. Según la Fundación del Sueño de los Estados Unidos (NSF, por sus siglas en inglés), la apnea del sueño “puede aumentar el riesgo de padecer problemas de salud graves, como hipertensión, enfermedades cardiovasculares, derrames cerebrales, diabetes de tipo 2, problemas hepáticos, síndrome metabólico y complicaciones con la medicación y la cirugía”.
Además, la NSF afirma que “la salud mental también puede resentirse, provocando o aumentando la irritabilidad, el mal humor y la depresión”, y que esta interrupción del sueño “puede causar fatiga durante el día, lo que lleva a un bajo rendimiento en el trabajo y aumenta la probabilidad de accidentes de tráfico y laborales”.

¿Qué hábitos pueden ayudar a conciliar el sueño?
Cabe señalar que una persona entre los 18 y 64 años debería dormir entre 7 y 9 horas, y adultos mayores de 65 años, entre 7 y 8, según la NSF. Para ello, el organismo difundió una serie de hábitos que pueden incorporarse a la rutina para poder tener una buena higiene del sueño:
- Acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluidos los fines de semana, para que el cuerpo tenga un horario de sueño regular.
- Establecer una rutina relajante a la hora de acostarse, como escuchar música relajante, leer un libro o darse un baño caliente.
- Asegurarse de que el dormitorio esté fresco, oscuro y que sea un ambiente tranquilo, sin distracciones como el televisor.

- Haber cenado al menos 2 horas antes de acostarse.
- Hacer ejercicio de manera regular. Un programa de ejercicio físico de bajo impacto, como caminar, nadar o hacer yoga, es útil para controlar el dolor y la rigidez y mejorar el sueño.
- Reducir el consumo de productos con cafeína por la tarde.
- Así como la nicotina, el alcohol también puede alterar el sueño y provocar despertares nocturnos. Hay que evitarlos antes de dormir, e intentar hacerlo por completo.
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