
Después de 11 meses, finalmente este miércoles 17 de febrero todos los alumnos de las escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires (y algunas pocas privadas) empezaron un nuevo ciclo lectivo. El regreso a la “presencialidad cuidada” será escalonado y progresivo priorizando a los niños y niñas del nivel inicial y del primer ciclo de nivel primario.
El objetivo de las autoridades porteñas es lograr la máxima presencialidad posible: según el protocolo establecido, todos los alumnos deberán concurrir todos los días, al menos 4 horas a la escuela, tanto para educación de gestión estatal como privada.
Dentro del protocolo para volver a las aulas, la organización en las escuelas se realizará en torno a dos criterios fundamentales: ventilación y distanciamiento. Es decir que los docentes deben acercarse lo menos posible a los alumnos. El protocolo habla de 1,5 metros. Aquí surge la primera situación ya que en el caso de los niños que inician hoy su regreso en la gran mayoría son lo de menor autonomía.

En esta etapa de la vida, son muy pocos los niños que saben atarse los cordones de las zapatillas. La mayoría no adquiere ese hábito. En condiciones normales, ante esta problemática para el niño, el docente se acercaba y simplemente lo hacía por él. Ahora, dadas las circunstancias y el entorno de pandemia por el coronavirus, esa situación deberá evitarse.
Para el caso de jardín o Nivel Inicial, teniendo en cuenta el grado de autonomía de los alumnos, cuando no sea posible dar cumplimiento al distanciamiento, los docentes deberán intensificar las restantes medidas establecidas: uso de tapaboca, máscara facial, lavado frecuente de manos o desinfección.
Una opción para la tranquilidad de los padres es el reemplazo de las zapatillas con cordones por un calzado alternativo con velcro, que resulta mucho más sencillo y práctico de abrochar para el niño. Incluso, a diferencia de lo que se creía años atrás, desde el punto de vista ortopédico, los médicos afirman que es indistinto el uso de calzado con velcro o con cordones.

Lo mismo ocurre con el uso del tapabocas que es obligatorio en todo momento, tanto en el ingreso a los establecimientos como durante las clases. Solo estarán excluidos los chicos de los jardines maternales, menores de 2 años.
En el nivel inicial, entre los 3 y los 5 años, se recomienda su uso siempre y cuando los niños cuenten con la autonomía suficiente para colocarse y quitarse el tapabocas por sus propios medios. Así, deberían usarlo durante todo el tiempo que sea posible, en términos generales y de forma continua, excepto para comer, beber y realizar actividad física.
El simple hecho de no poder ayudar a los chicos con estas cuestiones, puede influir en el vínculo entre el docente y el alumno, quien deberá adquirir mayor autonomía de manera más temprana. Por su parte, los maestros tendrán el desafío de reforzar mucho más la comunicación para acompañar a los chicos en esta nueva escuela.

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