
Un estudio reciente de la Universidad Concordia de Montreal ha identificado cinco perfiles de sueño que influyen de manera diferenciada en la salud física, salud mental y social de las personas.
Según los hallazgos publicados por Scientific American, comprender a qué perfil se pertenece puede ser clave para mejorar el bienestar diario y adoptar hábitos de descanso más saludables.
La investigación, liderada por Valeria Kebets y un equipo de científicos, se basó en el análisis de datos psicológicos y escáneres cerebrales de 770 adultos jóvenes sanos. Los resultados, recogidos por Scientific American, muestran que la relación entre el sueño y la salud es compleja y no puede reducirse a una simple dicotomía entre buen y mal descanso.
En ese sentido, Kebets subraya que “no se trata de ser uno u otro de estos perfiles; todos expresamos estos patrones en algún momento de nuestras vidas”. Además, el estudio destaca que la relación entre el sueño y la salud es bidireccional: el mal descanso puede afectar la salud, pero los problemas físicos o emocionales también pueden alterar los ciclos de sueño.

El sueño cumple un papel esencial en la regulación del estado de ánimo, la función cognitiva y la calidad de las relaciones sociales. Dormir bien mejora el rendimiento mental, la memoria y la capacidad de afrontar el día a día, mientras que el sueño deficiente puede provocar ansiedad, depresión y dificultades en la vida social y profesional.
Scientific American enfatiza que los hábitos y rutinas antes de dormir, así como la duración y calidad del sueño, tienen un impacto directo en la salud integral.
Los cinco perfiles de sueño identificados por el estudio son los siguientes:
<b>1. Sueño generalmente deficiente</b>

Este perfil agrupa a quienes tardan mucho en conciliar el sueño, se despiertan con frecuencia durante la noche o duermen pocas horas. Estas personas tienden a experimentar mayores niveles de ansiedad, depresión y pensamientos intrusivos, lo que repercute negativamente en su salud mental.
<b>2. Resiliencia al sueño</b>
En este caso, se trata de individuos que, a pesar de presentar preocupaciones psicológicas como dificultades de concentración o síntomas de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), no reportan problemas de sueño. Este perfil demuestra que no siempre existe una relación directa entre los problemas psicológicos y la calidad del descanso.
<b>3. Uso de ayudas para dormir</b>

El tercer perfil se caracteriza por el consumo de ayudas para dormir, que pueden incluir medicamentos recetados, cannabidiol (CBD), infusiones o cualquier otra sustancia con efecto sedante.
El uso de estos recursos se asocia con una peor memoria episódica y dificultades en el reconocimiento emocional. Sin embargo, quienes recurren a estas ayudas suelen sentirse más satisfechos con sus relaciones sociales y su red de apoyo.
<b>4. Duración del sueño</b>
Las personas que duermen menos de seis o siete horas por noche presentan un rendimiento cognitivo inferior, con problemas en la resolución de problemas, el procesamiento emocional, las tareas lingüísticas y la cognición social. Además, suelen mostrarse menos amables y más irritables.
<b>5. Trastornos del sueño</b>

Este perfil incluye a quienes sufren interrupciones frecuentes del sueño, problemas respiratorios o sensaciones corporales incómodas durante la noche. Estos individuos reportan síntomas de ansiedad, depresión, consumo de sustancias y conductas más agresivas, así como dificultades de memoria y lenguaje.
A partir de estos perfiles, el equipo de la Universidad Concordia, citado por Scientific American, sugiere varias recomendaciones prácticas para mejorar la calidad del sueño.
Entre ellas, destacan la importancia de acostarse a la misma hora cada noche, establecer una rutina previa al sueño y evitar el consumo de alcohol antes de dormir. Estas medidas pueden contribuir a un descanso más reparador y a una mejor salud general.
La investigación concluye que el sueño es un fenómeno profundamente individual y que cada persona puede manifestar diferentes perfiles a lo largo de su vida. Reconocer el propio patrón de sueño y adoptar hábitos saludables puede marcar la diferencia en el bienestar físico y mental.
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