
El auge de empresas dedicadas a la selección genética de embriones ha impulsado un intenso debate ético y científico sobre la posibilidad de crear el llamado bebé perfecto. En los últimos años, compañías como Genomic Prediction, Orchid, Nucleus Genomics y Herasight han comenzado a ofrecer servicios que prometen optimizar rasgos como la inteligencia, la apariencia física y la predisposición a enfermedades, atrayendo inversiones millonarias de figuras destacadas del sector tecnológico, entre ellas Elon Musk, Peter Thiel y Brian Armstrong.
Este fenómeno, que MIT Technology Review describe como una carrera por el perfeccionamiento humano, ha generado controversia sobre los límites y riesgos de la tecnología reproductiva, así como sobre su impacto social y ético.
La selección genética de embriones, conocida como pruebas genéticas preimplantacionales (PGT), se remonta a la década de 1990, cuando se utilizaba principalmente para evitar la transmisión de enfermedades hereditarias graves. Inicialmente, los análisis se centraban en detectar trastornos monogénicos como la fibrosis quística o la anemia falciforme, así como anomalías cromosómicas que podían afectar la viabilidad del embarazo. Sin embargo, el desarrollo de la secuenciación genética y la reducción de sus costos han impulsado la aparición de nuevas aplicaciones comerciales.
En la actualidad, el mercado ha evolucionado hacia pruebas más sofisticadas, como el PGT-P, que evalúa el riesgo poligénico de desarrollar enfermedades complejas y, en algunos casos, rasgos como la inteligencia o la apariencia. Genomic Prediction y Orchid han liderado este sector en los últimos cinco años, enfocándose en la prevención de enfermedades.
Genomic Prediction, por ejemplo, ofrece su servicio LifeView Embryo Health Score desde USD 3.500, mientras que Orchid comercializa su Whole Genome Embryo Report por USD 2.500 por embrión, permitiendo a los padres conocer el riesgo de hasta 12 trastornos, entre ellos esquizofrenia y cáncer de mama.
Recientemente, Nucleus Genomics y Herasight han irrumpido en el mercado con propuestas más ambiciosas. Nucleus Genomics, fundada por Kian Sadeghi, permite a los usuarios analizar más de 2.000 enfermedades y rasgos, desde el color de ojos hasta el coeficiente intelectual, con precios que oscilan entre USD 8.999 y USD 24.999 según el paquete.

Herasight, por su parte, ha centrado su oferta en la predicción de inteligencia, asegurando una capacidad de discriminación de hasta 15 puntos de IQ entre embriones de una misma pareja y precios que pueden alcanzar los USD 50.000.
Estas empresas han captado la atención de inversores de Silicon Valley y de clientes dispuestos a pagar sumas elevadas por la promesa de optimizar el futuro de sus hijos. Sin embargo, como señala MIT Technology Review, la brecha entre las expectativas comerciales y la realidad científica es considerable.
A pesar del entusiasmo empresarial, la comunidad científica y médica mantiene una postura cautelosa respecto a la eficacia y seguridad de estas tecnologías. Las pruebas poligénicas, que calculan un “puntaje de riesgo” a partir de la combinación de cientos o miles de variantes genéticas, enfrentan importantes limitaciones.
Por un lado, la mayoría de los datos de referencia provienen de personas de ascendencia europea, lo que reduce la precisión de los resultados en otras poblaciones. Por otro, la influencia del entorno, el estilo de vida y factores sociales sigue siendo determinante en el desarrollo de rasgos complejos.
Organizaciones como la American College of Medical Genetics and Genomics han advertido que “la práctica ha avanzado demasiado rápido con muy poca evidencia”, según recogió MIT Technology Review en 2024.
Diversos estudios publicados en revistas especializadas coinciden en que no existen investigaciones clínicas que respalden de manera concluyente la efectividad de estas pruebas en embriones, especialmente en lo que respecta a la predicción de trastornos psiquiátricos o características no relacionadas con enfermedades.
Incluso las propias empresas reconocen las limitaciones. Nucleus Genomics, por ejemplo, advierte en su plataforma que “el ADN no es destino. La genética puede ser una herramienta útil para elegir un embrión, pero no es una garantía. La investigación genética aún está en su infancia y todavía hay mucho que desconocemos sobre cómo el ADN moldea quiénes somos”.

Expertos como Sasha Gusev, del Dana-Farber Cancer Institute, subrayan que los factores socioeconómicos, la nutrición y la educación influyen de manera decisiva en los resultados vitales, y que intentar atribuir logros como el nivel educativo únicamente a la genética resulta engañoso. Gusev sostiene que “existe un riesgo real en avanzar hacia una sociedad donde se considere que la genética y los ‘dones genéticos’ son los motores del comportamiento y los límites de las capacidades de las personas”.
El resurgimiento de la selección genética ha reavivado el debate sobre la eugenesia, una ideología que históricamente promovió la mejora de la humanidad mediante la selección de rasgos considerados “superiores”. El término, acuñado en 1883 por Francis Galton, está asociado a episodios oscuros como el Holocausto y las leyes de esterilización forzada en Estados Unidos.
Aunque la ciencia moderna ha desmontado muchas de las premisas de la eugenesia clásica, la posibilidad de elegir embriones en función de su potencial intelectual o físico genera inquietud sobre la discriminación y la perpetuación de desigualdades.
Jonathan Anomaly, filósofo político y colaborador de Herasight, ha defendido la distinción entre una “eugenesia positiva” —no coercitiva y orientada al bienestar individual y social— y la eugenesia negativa del pasado.
En un evento reciente, Anomaly afirmó que “puede que tengas una intuición moral de que esto está mal, pero cuando se descubra que las élites lo hacen en privado... los dominós caerán muy, muy rápido”, según relató MIT Technology Review. Para él, la revolución reproductiva apenas comienza y cambiará el panorama moral de la sociedad.
El debate se intensifica en redes sociales y foros públicos, donde la selección genética se asocia tanto a la búsqueda de la perfección como a la amenaza de nuevas formas de discriminación. Empresas como Nucleus Genomics rechazan el término “eugenesia” y prefieren hablar de “optimización genética”, argumentando que su tecnología empodera a los individuos en lugar de imponer criterios estatales o institucionales.
La expansión de la selección genética plantea interrogantes sobre la equidad y la cohesión social. Si solo quienes pueden pagar acceden a la optimización genética, se corre el riesgo de profundizar las brechas existentes y de crear nuevas formas de desigualdad. El debate sobre el determinismo genético frente a la influencia del entorno sigue vigente y se politiza en campañas y redes sociales.

Kathryn Paige Harden, psicóloga y genetista conductual de la Universidad de Texas en Austin, sostiene que los genes influyen en rasgos como la inteligencia, pero advierte contra la negación de su relevancia por temor a fomentar la eugenesia. Harden considera que integrar la información genética puede mejorar las políticas públicas, por ejemplo, en educación, pero insiste en que la genética no debe ser vista como un destino inmutable.
Por su parte, Gusev advierte sobre los peligros de asumir que las diferencias observadas en la sociedad son innatas. “Si piensas que las diferencias que observamos en la sociedad son culturales, ayudas a las personas. Les das mejor educación, mejor nutrición, y pueden sobresalir. Si crees que estas diferencias son fuertemente innatas, puedes engañarte pensando que no hay nada que hacer y que las personas simplemente son lo que son al nacer”, declaró a MIT Technology Review.
Las encuestas reflejan la división de la opinión pública. En 2024, un sondeo entre adultos estadounidenses mostró un amplio apoyo a las pruebas para prevenir enfermedades físicas, una aceptación más moderada para trastornos mentales y un rechazo mayoritario a la selección de rasgos como la apariencia o la inteligencia.
El futuro de la selección genética de embriones permanece incierto. Tecnologías emergentes como la gametogénesis in vitro, que permitiría crear óvulos o espermatozoides a partir de células adultas, podrían multiplicar las posibilidades de selección y acelerar la llamada “revolución reproductiva”. Sin embargo, la falta de regulación y de estudios a largo plazo sobre los resultados reales de estas intervenciones genera preocupación entre científicos y bioeticistas.
Algunos expertos, como Anomaly, prevén que la presión social y el acceso desigual a la tecnología podrían desencadenar una “carrera armamentista evolutiva” con consecuencias imprevisibles. Mientras tanto, la comunidad médica insiste en la necesidad de informar adecuadamente a los pacientes sobre las limitaciones y riesgos de estas pruebas, y de establecer marcos regulatorios que eviten abusos y discriminación.
MIT Technology Review concluye que, a pesar de los avances y las promesas de la tecnología, las preguntas fundamentales sobre el sentido de la vida y la identidad seguirán presentes para las futuras generaciones. Quienes nazcan gracias a estas técnicas, al mirar atrás, podrían preguntarse cómo habría sido su vida si las decisiones hubieran sido otras.
Últimas Noticias
Alerta sanitaria por sarampión: rastrean los contactos de la familia de turistas que cruzó el país con la infección
Identificaron a 98 personas que se encuentran bajo monitoreo, según indicaron a Infobae desde el Ministerio de Salud de la Nación. Hasta cuándo será la ventana de contagio para quienes se cruzaron con los viajeros

Qué le pasa al cuerpo cuando se borra un tatuaje y cuáles son los riesgos para la salud
Nuevas investigaciones exponen que los pigmentos y compuestos utilizados en el diseño corporal, tras eliminarse, pueden permanecer en zonas inesperadas del organismo. La importancia del asesoramiento profesional antes de cualquier intervención

Más energía y mejor salud: cuál es el fruto que mejora la resistencia y favorece la quema de grasa
Este alimento, rico en antioxidantes y fibra, demostró en estudios recientes su capacidad para optimizar el uso de grasas durante el ejercicio, acelerar la recuperación muscular y potenciar el bienestar general en deportistas y personas activas, según Men’s Fitness

Advierten que el 75% de la población mundial no consume un nutriente clave para la salud del corazón
Una revisión internacional advirtió que la mayoría de las personas no alcanza los niveles recomendados de un compuesto fundamental para la función cardiovascular y cognitiva. En qué alimentos se encuentra

Qué son los flavonoles del cacao y cuáles son sus beneficios para la salud cerebral, según la ciencia
Expertos de las universidades de Harvard y de Columbia han investigado el potencial de este tipo de nutriente vegetal para mejorar las funciones cognitiva y cardiovascular en adultos. Un repaao por la evidencia científica




