
Dormir entre sábanas limpias no solo aporta confort, sino que también protege la salud. Especialistas advierten que la acumulación de suciedad y microorganismos en la ropa de cama puede desencadenar problemas respiratorios, reacciones alérgicas y favorecer la proliferación de bacterias y hongos. De este modo, la higiene se convierte en un factor clave para prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida, según coinciden los expertos.
Lavar y cambiar las sábanas más seguido reduce riesgos de enfermedades
El riesgo de mantenerlas sucias radica en la cantidad de residuos biológicos que se acumulan con el uso diario. El experto en calidad del aire, Michael Rubino, explica que la falta de lavado frecuente permite que células cutáneas, bacterias, esporas de moho, ácaros del polvo y sus heces, junto con otras sustancias, se depositen en las fibras de la ropa de cama. Esta acumulación puede agravar afecciones respiratorias y alérgicas, además de crear un ambiente propicio para microorganismos potencialmente dañinos.
La razón principal de esta acumulación es el tiempo que las personas pasan en la cama. Un estudio de hace unos años demuestra que las personas pasan un tercio de su vida acostadas, lo que la convierte en un entorno ideal para la transferencia de residuos biológicos.
Asimismo, el cuerpo humano desprende cientos de miles de células cutáneas todas las noches y puede sudar hasta medio litro de líquido, incluso después de una ducha. Estos fluidos y restos celulares se transfieren a sábanas y almohadas, sirviendo de alimento para los ácaros del polvo y facilitando el desarrollo de bacterias y hongos.

El sudor, aunque inicialmente no tiene aroma, se convierte en fuente de olores desagradables por la acción de bacterias como los estafilococos. Además, el cabello y la piel acumulan polvo, polen y otros alérgenos durante el día, que terminan en la ropa de cama y pueden afectar la calidad del aire en el dormitorio, especialmente en personas sensibles.
Los ácaros del polvo, que se alimentan de las escamas de piel, proliferan en ambientes cálidos y húmedos como colchones y sábanas. Aunque estos organismos no representan un peligro directo, sus excrementos son potentes alérgenos capaces de agravar el eccema, el asma y la rinitis alérgica. Por otro lado, los hongos encuentran en la ropa de cama un entorno favorable para su desarrollo.
Profesionales han detectado la presencia de especies como Aspergillus fumigatus en almohadas usadas, un hongo que puede causar infecciones pulmonares graves en personas con el sistema inmunológico debilitado, según lo mencionado en reportes científicos.
Las personas con alergias, asma o piel sensible son especialmente vulnerables a los efectos de la acumulación de microorganismos en la ropa de cama. Los síntomas respiratorios y cutáneos se pueden ver agravados por la presencia de estas partículas, sus desechos y los hongos que se generan. Por lo tanto, especialistas subrayan la importancia de mantener una higiene rigurosa en torno al descanso.
Durante el día, el pelo y cuerpo de las personas acumula contaminantes, polen y microorganismos alérgenos que potencian el efecto de los hongos. Incluso, la situación se complica cuando se duerme con mascotas. Los animales domésticos introducen pelo, caspa, suciedad e incluso restos fecales en la cama, lo que incrementa la carga microbiana.
Cada cuánto y cómo hay que lavar la ropa de cama
En cuanto a la frecuencia ideal de lavado de ropa de cama, los especialistas recomiendan lavar las sábanas una vez por semana. El científico Pete He indica que este intervalo puede extenderse a dos semanas en casos excepcionales, pero recomienda aumentar la frecuencia si se ha estado enfermo, se suda mucho o se duerme con mascotas.

Otra de las sugerencias que habitualmente realizan los especialistas es que las fundas de almohadas deben ser cambiadas con mayor frecuencia. Esto se debe a la suciedad que se acumula en el pelo y al contacto cercano con las vías respiratorias.
Respecto a los acolchados, la periodicidad varía según el uso y la presencia de mascotas o niños. Si está en contacto directo con la piel, lo ideal es lavarlo semanalmente, aunque el uso de una sábana permite espaciar los lavados. El interior de las almohadas requiere una limpieza profunda cada cuatro o seis meses, mientras que los colchones deben aspirarse semanalmente y airearse con regularidad para evitar la proliferación de ácaros.
En cuanto al método de lavado, aseguran que influye en la calidad de la limpieza. Las bacterias y los ácaros pueden ser eliminados si la ropa de cama se lava a temperaturas superiores a 60 grados. Para las almohadas, sugieren congelarlas durante al menos 8 horas como método para erradicar los ácaros del polvo.
Mantener la ropa de cama limpia no solo previene infecciones y reacciones alérgicas, sino que también contribuye a un mejor descanso. Un entorno de sueño higiénico favorece la salud cardiovascular y cerebral, convirtiendo la limpieza de la cama en una medida concreta para el bienestar integral y un descanso óptimo.
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