En situaciones de peligro extremo, como accidentes automovilísticos o emergencias médicas, muchas personas reportan una experiencia peculiar: el tiempo parece ralentizarse. Este fenómeno, conocido como “expansión del tiempo”, ha sido objeto de estudio por parte de científicos y psicólogos, quienes buscan entender por qué la percepción temporal se altera de manera tan drástica en momentos críticos. Según un artículo publicado en The Conversation, esta experiencia también ocurren en contextos más tranquilos, como durante la meditación o en estados de absorción profunda.
De acuerdo con The Conversation, la percepción del tiempo está intrínsecamente ligada a la cantidad de información que el cerebro procesa en un momento dado. En situaciones nuevas o desconocidas, como un viaje a un lugar exótico, el tiempo parece alargarse debido a la cantidad de estímulos novedosos que se capta. Por el contrario, cuando se encuentran absortos en una actividad, como tocar un instrumento musical o practicar un deporte, el tiempo parece acelerarse, ya que la atención se centra en un solo punto y los pensamientos se reducen.
Un ejemplo común de este fenómeno ocurre durante accidentes de tráfico. Psychology Today relata el caso de un conductor que perdió el control de su vehículo en una carretera mojada. Durante los pocos segundos que duró el incidente, el conductor experimentó una calma inusual y percibió que todo a su alrededor se movía en cámara lenta, lo que le permitió tomar decisiones precisas para evitar un accidente mayor. Este tipo de experiencias no son aisladas. Según un estudio citado por The Conversation, alrededor del 85% de las personas han vivido al menos una experiencia de expansión del tiempo en sus vidas, y aproximadamente la mitad de estos casos ocurren en situaciones de emergencia.
Además de los accidentes, este fenómeno también se ha documentado en contextos deportivos. Un jugador de hockey, por ejemplo, describió cómo una jugada que en realidad duró solo ocho segundos le pareció extenderse por varios minutos, permitiéndole analizar cada movimiento con una claridad inusual. Según publicó Daily Mail, esta capacidad de percibir el tiempo de manera más lenta podría ser una estrategia evolutiva desarrollada por nuestros ancestros para aumentar sus probabilidades de supervivencia en situaciones de peligro, como enfrentamientos con depredadores o desastres naturales.
La relación entre las emociones intensas y la percepción del tiempo también ha sido objeto de investigación. Según Psychology Today, estímulos emocionalmente cargados, como animales peligrosos, tienden a ser percibidos como más duraderos que estímulos neutros. Este efecto, conocido como “dilatación temporal”, ha sido estudiado en laboratorios mediante experimentos que simulan situaciones de amenaza. Por ejemplo, en un estudio publicado en Frontiers in Human Neuroscience, se utilizó un escáner cerebral para analizar cómo los participantes percibían el tiempo cuando un objeto parecía dirigirse hacia ellos. Los resultados mostraron una activación significativa en el córtex cingulado, una región del cerebro asociada con la percepción de eventos que tienen relevancia personal.
Sin embargo, no todas las experiencias de expansión del tiempo están relacionadas con el peligro. Según The Conversation, el uso de sustancias psicodélicas como el LSD también pueden provocar una percepción alterada del tiempo. Un hombre que experimentó este fenómeno bajo esos efectos relató cómo los centésimos de segundo en el cronómetro de su teléfono parecían moverse tan lentamente como lo harían los segundos en condiciones normales. Este tipo de experiencias, aunque menos comunes, destacan la conexión entre los estados alterados de conciencia y nuestra percepción temporal.
Existen varias teorías que intentan explicar por qué el tiempo parece ralentizarse en ciertos momentos. Una de las hipótesis más aceptadas, detalló Daily Mail, es que este fenómeno está relacionado con el mecanismo de “lucha o huida” del cerebro. En situaciones de peligro, el cerebro entra en un estado de hiperfoco, procesando información a una velocidad mucho mayor de lo habitual. Esto crea la ilusión de que el tiempo externo se mueve más lentamente, permitiendo a la persona reaccionar con mayor precisión.
Otra teoría, propuesta por el neurocientífico David Eagleman y citada por The Conversation, sugiere que la expansión del tiempo podría ser un fenómeno retrospectivo. Según esta idea, durante una situación de emergencia, el cerebro almacena una cantidad inusualmente alta de recuerdos, lo que hace que, al recordar el evento, parezca que duró más de lo que realmente ocurrió. Sin embargo, esta hipótesis no convence a todos los investigadores, ya que muchas personas que han experimentado la expansión del tiempo afirman que la sensación ocurre en el momento presente, y no como un recuerdo posterior.
Finalmente, algunos expertos, como el psicólogo Marc Wittmann, citado en la revista The Conversation, argumentan que la percepción del tiempo está estrechamente vinculada a nuestra conciencia y sentido del yo. En estados de absorción profunda o meditación, donde la sensación de separación entre el individuo y el mundo exterior se disuelve, el tiempo parece expandirse. Esto sugiere que nuestra experiencia del tiempo no es fija, sino que depende de los procesos psicológicos y neurológicos que están en juego en cada momento.
Según Daily Mail, algunos investigadores están explorando el uso de tecnologías como la realidad virtual para simular situaciones altamente realistas y estudiar cómo las personas perciben el tiempo en estos contextos.