
Científicos investigaron durante varios años la geoquímica de la cáscara de huevos de fósiles dinosaurios para determinar que, al contrario de lo que la ciencia creía, eran homeotermos, como los humanos.
¿Qué quiere decir esto? Los reptiles prehistóricos habrían tenido sangre tibia, al igual que los mamíferos y las aves. Este dato contradice décadas de investigaciones que sostenían que la sangre que corría por las venas de los dinosaurios era fría.
La investigación -del Departamento de Geología y Geofísica de la Universidad de Yale, New Haven, Estados Unidos; del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cambridge, Reino Unido; del Departamento de Geociencia de la Universidad de Calgary y del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad Hebrea de Jerusalén- demostró que los tres clados principales -ramificaciones que se obtienen después de hacer un único corte en el árbol filogenético- de dinosaurios, en particular las especies Ornithischia, Sauropodomorpha y Theropoda, se caracterizaron por temperaturas corporales cálidas.
Los titanosaurios enanos pueden haber exhibido temperaturas corporales similares a los saurópodos más grandes, aunque esta conclusión es provisional, dadas las incertidumbres actuales en la asignación taxonómica de la cáscara de huevo del titanosaurio enano. Sin embargo, los resultados del estudio revelan que la termorregulación controlada metabólicamente era una condición ancestral de los dinosaurios.

Esto significa que habrían podido regular la temperatura de su cuerpo de manera autónoma y estable. Por lo tanto, a diferencia de los animales de sangre fría, los cambios de temperatura en el medio ambiente no habrían tenido un gran impacto en sus cuerpos.
El estudio se basó en el análisis de cáscaras de huevo de algunos dinosaurios. Se analizaron muestras de carnívoros y herbívoros, que revelaron que las temperaturas de los huevos de estos animales eran de alrededor de 37,8 ° C y 27,8 ° C, respectivamente, demasiado altas para ser registradas en seres de sangre fría.
Como en la escala evolutiva se encuentran entre reptiles (de sangre fría) y aves (de sangre caliente), tiene sentido que no haya unanimidad obvia sobre el mantenimiento de la temperatura corporal. En 2014, la investigación había sugerido que los dinosaurios no eran de sangre caliente ni fría, sino más bien de una temperatura intermedia.
La misma prueba se repitió en las conchas de animales invertebrados de sangre fría que se encuentran en la misma región. Las temperaturas encontradas fueron de 21 ° C a 32,7 ° C más frescas, lo que respalda la hipótesis de que los dinosaurios tenían la capacidad de mantener sus temperaturas estables independientemente del medio.

Se utilizó una técnica de microscopía CL, para caracterizar la preservación de cáscaras de huevos fósiles mediante la identificación de la extensión del crecimiento excesivo de calcita diagenética, el relleno y el reemplazo del mineral original. La microscopía CL identifica áreas dentro de la cubierta que están enriquecidas con manganeso e hierro.
Según aclaran los científicos en el paper, su propósito fue el de “estudiar el origen de la termorregulación aviar, que se complica por la falta de métodos confiables para medir la temperatura corporal en dinosaurios extintos”.
Asimismo sostuvieron que “la evidencia de la histología ósea y los isótopos estables a menudo se basa en suposiciones inciertas sobre la relación entre la tasa de crecimiento y la temperatura corporal, o la composición isotópica del agua corporal de estos ejemplares. Así, se proporciona una herramienta más robusta, pero aún no se ha aplicado en una amplia gama filogenética de dinosaurios, teniendo en cuenta las condiciones paleoambientales, para la aplicación de este método a cáscaras de huevos fósiles bien conservadas”.
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